La oposici¨®n francesa considera demasiado ideol¨®gico el programa del Gobierno socialista
Cr¨ªticas, elogios y escepticismo, emitidos con serenidad democr¨¢tica en todos los casos, han acogido el programa de pol¨ªtica general presentado anteayer ante la Asamblea Nacional francesa por el primer ministro, Pierre Mauroy. Sin sorpresa alguna, dada la mayor¨ªa absoluta de los socialistas en el hemiciclo, esa ley gubernamental fue aprobada anoche por 302 votos a favor frente a 147 en contra, lo que supone la luz verde del poder legislativo al programa gubernamental.
El cap¨ªtulo de nacionalizaciones es el m¨¢s ampliamente combatido, de igual manera que la pol¨ªtica econ¨®mica en general inspira reservas o interrogantes. Los sindicatos han acogido favorablemente el programa del Gabinete Mauroy. El franco y los valores burs¨¢tiles apenas han sido afectados por el anuncio de la estrategia socialista o socialdem¨®crata, que pretende transformar la sociedad francesa.Nadie se ha asustado en Francia tras el anuncio del conjunto de medidas econ¨®micas, pol¨ªticas y sociales anunciadas por el primer ministro, que debieran "devolver el Estado a los ciudadanos", y que, a la postre, har¨ªan una realidad la nueva ciudadan¨ªa, seg¨²n los dos lemas textuales que resumen las intenciones de la nueva pol¨ªtica definida por Mauroy.
Para el presidente Fran?ois Mitterrand, coreado por el poder socialista que asume la responsabilidad total del futuro franc¨¦s, la duda no existe: todos los nuevos responsables galos, tal como lo reafirm¨® anteayer Mauroy, est¨¢n convencidos de que su tarea es hist¨®rica. El cambio que ellos simbolizan es el mandato imperativo que les han ofrecido las cuatro consultas electorales que se han sucedido en Francia durante los dos ¨²ltimos meses. Cuando la nueva oposici¨®n conservadora los critica, su asombro es inexpresable. Mauroy tambi¨¦n lo resumi¨® anteayer una vez m¨¢s: "Ustedes a¨²n no se han dado cuenta de lo que ocurre en este pa¨ªs desde el pasado 10 de mayo".
A la seguridad del nuevo poder, y a su pol¨ªtica transformadora, los medios econ¨®micos y la oposici¨®n les responden con gran serenidad, defendiendo cada cual sus intereses o sus creencias. La certeza de la revoluci¨®n tranquila que pretenden llevar a cabo los socialistas, y la firmeza de las cr¨ªticas o las reservas que inspira ¨¦sta, crean un clima de expectaci¨®n ante el futuro a medio plazo.
Para la oposici¨®n conservadora, respaldada por una parte de la Prensa, el mal mayor y m¨¢s general del programa de Mauroy reside en la "preponderancia de las preocupaciones ideol¨®gicas sobre las preocupaciones econ¨®micas". Esta pol¨ªtica conducir¨¢ a "una sociedad superadministrada, a una sociedad asistida".
Divididos, puede decirse que hasta ayer, los representantes del poder anterior, giscardianos y chiraquistas han encontrado las mismas palabras para arremeter contra la pol¨ªtica mitterrandista: "Es un bello discurso. Es el romanticismo socialista con su historia, su doctrina y, tambi¨¦n hay que reconocerlo, con su denuncia de los ego¨ªsmos, de las desigualdades que han durado demasiado. Pero tambi¨¦n es el socialismo, con sus ilusiones, con sus contradicciones, su irrealismo, su desconocimiento de las realidades econ¨®micas internacionales y de las limitaciones interiores".
La oposici¨®n, como los observadores m¨¢s objetivos, y mucho m¨¢s los medios patronales, acent¨²an su desconfianza ante el programa. de nacionalizaciones, de la banca privada y de los once grupos industriales m¨¢s potentes del pa¨ªs. La patronal francesa, por boca de su l¨ªder, el presidente del CNIF, Fran?ois Ceyrac, se manifiesta sorprendido "por una cierta manera ideol¨®gica de abordar Ios problemas". En general, califica de incoherente el programa pol¨ªtico-econ¨®mico el Gobierno: "Por una parte, se considera necesario estimular la capacidad de emprender, de innovar, de invertir, de crear empleos en el sector privado; pero, al mismo tiempo, el primer ministro adopta posiciones sobre las nacionalizaciones y sobre los sindicatos, que me parecen dif¨ªcilmente acomodables a sus prop¨®sitos liberales". Esta misma incoherencia, para la patronal se revela en el plano de la competencia internacional, apoyada por el Gobierno, pero frustrada "por la nacionalizaci¨®n total del cr¨¦dito y de los mejores grupos industriales". En estos medios, las nacionalizaciories se consideran "absurdas econ¨®micamente, y que pueden ser catastr¨®ficas para la econom¨ªa francesa".
Las centrales sindicales m¨¢s potentes, la CGT, de tendencia comunista, y la CFDT, socialista autogestionaria, se declaran satisfechas, en un principio, "porque el programa del Gobierno va en el sentido de nuestras proposiciones".
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