A las doce en punto

Es curioso comprobar lo que los due?os del cine de cada pa¨ªs suelen ver en las pel¨ªculas que compran y exhiben. Haig noon, es decir: ?A las doce en punto? se tradujo en Espa?a por Solo ante el peligro sin demasiada fantas¨ªa, aludiendo a la aventura del sherif; en Italia, por Mediod¨ªa de fuego, aludiendo a sus disparos y duelos; mas el exhibidor franc¨¦s super¨® a todos titul¨¢ndola muy literariamente: El tren silbar¨¢ tres veces.M¨¢s all¨¢ de la pura an¨¦cdota, tal trastrocar de nombres vino a poner en evidencia los diversos modos de entender esta historia, desde los que en ella vieron un western m¨¢s hasta los que la incluyeron entre los dramas psicol¨®gicos modernos. No en balde por entonces la caza de brujas arreciaba en Am¨¦rica y el mismo director no parec¨ªa totalmente a salvo de ella. No gan¨® el oscar de aquel a?o, que en cambio se concedi¨® en su obra al mejor actor, a la canci¨®n m¨¢s adecuada y a un montaje excelente, seguramente reunidos y regidos todos por la casualidad que pocas veces suele mostrarse tan acertada y generosa.

Fred Zinnemann, nacido en Europa, ayudante de Siodmack y amigo de Flaherty, lleg¨® a Nueva York en una de las marejadas antinazis para formar parte de su famosa escuela, dando forma a su pasado expresionista en Redes, para cambiar m¨¢s tarde en Hombres o Teresa. Todo ello debi¨® de pesar en Hollywood a la hora de premiar y a este lado del Atl¨¢ntico desde que Andr¨¦ Bazin lo se?al¨® como f¨¢bula del hombre entre el desd¨¦n, el miedo y la esperanza, a la hora de la verdad definitiva.

Hoy tal met¨¢fora contin¨²a en pie, a la sombra de un drama perfecto, no s¨®lo por razones m¨¢s o menos pol¨ªticas, sino como aventura eterna de los hombres ante el momento decisivo de la suerte, dispuestos a morir o matar a solas con su miedo, en la vida real o en el western fingido.