Spandau Ballet, el arte de la perfecci¨®n
Era una noche calurosa. Y dentro de la sala Rockola, donde el pasado domingo actuaban los ingleses de Spandau Ballet, el calor se un¨ªa a los sudores comunitarios para elevarse y volver a caer como en una enorme caldera repleta de vestimentas chorreantes. Y es que, se?ores, est¨¢ muy bien que un local programe actuaciones capaces de distraer al p¨²blico de sus miserias cotidianas, pero est¨¢ muy mal que no se emplee parte de lo recaudado (750 pesetas la entrada) para lograr que ese mismo p¨²blico no est¨¦ a punto de perecer bajo un soponcio cal¨®rico mal asimilado.Pero, t¨®rrida y todo, la actuaci¨®n de Spandau Ballet fue, con toda seguridad, una de las mejores que se hayan visto por Madrid ¨²ltimamente. El grupo, que naci¨® bajo la aureola del llamado nuevo romanticismo (expresi¨®n bajo la cual s¨®lo se oculta un cierto gusto por el disfraz heroico y la presunta recuperaci¨®n de una cultura europea), ha conseguido convencer a propios y extra?os de que la m¨²sica sigue avanzando y que parte de ese avance pasa por ellos. La actuaci¨®n fue como un calco de su disco, lo cual implica que fue magn¨ªfica.
Su m¨²sica es una sabia aleaci¨®n de funky (la mejor m¨²sica negra de discoteca, para entendernos) con toques de rock y marchas militares. As¨ª, de pronto, no parece que semejante mejunje vaya a funcionar, pero resulta que sucede todo lo contrario, como fervorosamente atestiguaron los presentes.
El toque, por supuesto, radica en la presentaci¨®n de la f¨®rmula y, de la fidelidad al disco, se deduce tambi¨¦n un enorme respeto por parte del grupo hacia su productor Richard Burgess, l¨ªder de Landscape. Los gustos musicales de Spandau Ballet son exactamente los mismos que los de Burgess, incluso con la menci¨®n a?adida al grupo espa?ol Barrab¨¢s, que seg¨²n el mentado productor fue uno de sus descubrimientos de ni?ez.
Con todo ello, s¨®lo se pone de manifiesto la necesidad de que todas las partes implicadas en un disco consigan estimularse mutuamente y no, como sucede en nuestro pa¨ªs, que grupo, productor y casa de discos suelan mantener un divorcio mental que s¨®lo resulta en graves desconfianzas mutuas, y en que cada cual ande por su lado. Para mal de todos, claro.
Porque haci¨¦ndolo de otra manera resulta que las cosas suceden como el pasado domingo, con un sonido como parec¨ªa imposible que se escuchara en aquella sala, con unos m¨²sicos que, sin ser virtuosos, lo hac¨ªan todo a la perfecci¨®n, con unos arreglos sorprendentemente acoplados a unas buenas canciones.
Cada elemento por su lado no era mucho, todos ellos juntos consiguieron un ¨¦xito notable.
Decir que todo aquello resultaba caliente es una broma negra, dadas las circunstancias, pero eso era: m¨²sica para el cuerpo y el esp¨ªritu, para disfrutar bailando y escuchando. La combinaci¨®n perfecta.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.