La gran micci¨®n frente a los Albaserrada
La corrida iba de desastre, con unos Albaserrada complicados y unos toreros que ni los entend¨ªan ni se atrev¨ªan con ellos, cuando a la altura del quinto de la tarde se oy¨® una voz ins¨®lita en una plaza de toros: ??aqu¨¦l est¨¢ meando!?. En efecto, un mozo, que se deb¨ªa haber bebido el Ebro, lo estaba desaguando en el callej¨®n, encarado a las tablas. Era la gran micci¨®n, quiz¨¢ el resumen m¨¢s grosero pero a la vez el m¨¢s exacto del festejo.Al mozo le tiraron ni se sabe la cantidad de objetos s¨®lidos, l¨ªquidos y hay quien asegur¨® que tambi¨¦n gaseosos. Furibundos impactos de pan y fruta y dos pozales de vino que le cayeron por la cabeza como torrentes y le pusieron hecho una sopa, los aguant¨® impert¨¦rrito. Luego se fue hacia la parte de sombra, y de cara al p¨²blico de barrera, volvi¨® a desaguar. Si pretend¨ªa echar fuera todo el l¨ªquido que hab¨ªa metido dentro, lo m¨¢s prudente habr¨ªa sido llamar a los bomberos. Un airado espectador, seguramente inducido por su turbada esposa, que no pod¨ªa soportar semejantes horrores, le peg¨® un almohadillazo en el grifo. Tampoco lo acus¨®. Al fin, media docena de expeditivos mozos saltaron al callej¨®n y en volandas lo echaron a la calle.
Plaza de toros de Pamplona
Sexta de sanfermines (domingo). Toros de Albacerrada, con trap¨ªo y casta. Justo Ben¨ªtez: vuelta y aplausos. Morenito de Maracay: aviso y pitos en los dos. Curro Cruz: silencio en los dos.
A todo esto, uno disfrazado de la pantera rosa (el mismo que hizo de superm¨¢n en los sanf¨¦rmines de 1979) recorr¨ªa los tendidos repartiendo abrazos. La historia de la. corrida, es evidente, no estaba en el ruedo, donde los Albaserrada impon¨ªan la ley de su casta y su genio y los toreros no daban una. Menos a¨²n con las banderillas. En los tres primeros toros alternaron los diestros con los palos y lo hicieron mal. En los restantes, cada uno banderille¨® al suyo y no mejoraron nada. El peor de todos fue Morenito de Maracay, que clavaba un arp¨®n en la barriga y otro en el brazuelo, y as¨ª.
Con la muleta trapacearon con tan poca fortuna que empeoraban las poco claras embestidas de los Albaserrada. El m¨¢s torero, dentro de lo que cabe, result¨® ser Justo Ben¨ªtez, que intentaba estructurar las faenas y se llev¨® dos serias volteretas del cuarto. El m¨¢s aburrido, Curro Cruz, que adem¨¢s desperdici¨® al sexto, ¨²nico toro aut¨¦nticamente noble de la tarde. El m¨¢s bailar¨ªn, Morenito de Maracay, incapaz de aguantar las embestidas, salvo en tres derechazos al quinto, donde se vio que este toro necesitaba un torero y no lo hab¨ªa. Por a?adidura, el venezolano mat¨® de forma desastrosa, atravesando siempre y sin acertar con el descabello.
En cuanto a presentaci¨®n, los Albaserrada compusieron una extraordinaria corrida de toros. He aqu¨ª el trap¨ªo: era la m¨¢s chica de la feria y sin embargo ten¨ªa seriedad, pitones astifinos como agujas, infund¨ªa respeto y derribaba a los caballos. Hubo toro que se llev¨® cinco puyazos y a¨²n as¨ª dio guerra hasta la muerte. En cuanto a bravura, por el contrario, dej¨® bastante que desear, si bien exhibi¨® casta a raudales y, como antes dec¨ªamos, plante¨® problemas, que se acentuaron por la manifiesta incapacidad t¨¦cnica de los lidiadores. Este a?o no tendr¨¢ Albaserrada premio a la bravura, como consigui¨® por unanimidad en las dos anteriores ediciones de la Feria del Toro. Pero no pasa nada. El prestigio de esta divisa permanece. Su juego result¨® decoroso.
Por lo dem¨¢s, el resumen de la corrida sanferminera ya queda expuesto: fue la gran micci¨®n.
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