Por una comisi¨®n nacional para la paz y la neutralidad de Espa?a
Parec¨ªa como si con la llegada del verano los asuntos pol¨ªticos fueran a remansarse, de tal modo que los ciudadanos pudieran al fin disfrutar de al menos una breve tregua estival en sus sobresaltos cotidianos y en lo que para muchos es un atormentado desarrollo de toda clase de asuntos. Pero los indicios empiezan a ser muy contrarios a esa posibilidad.A mi juicio, la UCD y el Gobierno, en su perspectiva de la confrontaci¨®n electoral 82/83, no est¨¢n dispuestos a dejar de crear nuevas situaciones traum¨¢ticas. Me refiero, naturalmente, al anunciado prop¨®sito de acelerar el ingreso de Espa?a en la OTAN, seg¨²n qued¨® claro en las ins¨®litas manifestaciones hechas en Washington por el ministro de Asuntos Exteriores, P¨¦rez-Llorca, y confirmadas despu¨¦s de la manera m¨¢s resonante por el Ejecutivo, que el 10 de julio incluso lanz¨® el globo sonda de que podr¨ªa convocarse al Congreso de Diputados a sesi¨®n extraordinaria en agosto ?para debatir la cuesti¨®n de la OTAN ?.
Veamos brevemente algunos detalles de procedimiento, pues el Gobierno Calvo Sotelo, que en marzo fue acogido con un amplio margen de cr¨¦dito -por parte de los partidos pol¨ªticos, medios de informaci¨®n y ciudadan¨ªa en general-, en su comportamiento reciente est¨¢ adoptando actitudes que de la forma quiz¨¢ m¨¢s eufem¨ªstica podr¨ªamos empezar a calificar como de muy poco dignas. En ese sentido, habr¨¢ de recordarse que en su discurso de investidura el actual presidente del Gobierno prometi¨® muy seriamente concertar su pol¨ªtica, y anunci¨® que se constituir¨ªan mesas ad hoc para los distintos problemas, sin perjuicio de que el debate final fuera al Parlamento. No es eso lo que se est¨¢ haciendo.
Realrrente, la ¨²nica mesa que funciona, nada ad hoc, est¨¢ en la Moncloa. Desde luego, el presidente tiene perfecto derecho a proceder as¨ª. Pero, entonces, lo menos que cabe exigir es que no hubiera proclamado semejantes promesas o que, habi¨¦ndolas hecho, hubiera anunciado su definitiva cancelaci¨®n.
En los temas econ¨®micos, lo conseguido hasta ahora, el ANE, a pesar de su nombre, es un acuerdo m¨¢s salarial que de empleo, pues lo ¨²nico claro en ¨¦l es el sacrificio de dos puntos en los salarios para 1982. Por lo dem¨¢s, la reconversi¨®n industrial se ha despachado, sin consultas de ninguna clase, con el habitual recurso al real decreto ley; y el Plan Trienal de Inversiones, empezado a esbozar, no pasa hasta ahora de ser un mero tr¨¢mite gubernativo interno
Por otra parte, en la cuesti¨®n auton¨®mica, en vez de abrirse la m¨¢s amplia discusi¨®n p¨²blica, seguida de un debate parlamentario ad hoc, lo que se hizo -en plan tecnocr¨¢tico- fue encargar un informe al grupo Enterr¨ªa, dejando al Parlamento en la m¨¢s extra?a situaci¨®n, casi como comparsa de decisiones precocinadas. Todo esto, por las formas y los fines, creo que es sumamente grave que est¨¦ aconteciendo, cuando construimos la democracia en medio de las m¨¢s diversas y graves situaciones.
Ahora, en los idus de julio, la situaci¨®n raya en lo absolutamente incre¨ªble. La forma de plantear el tema OTAN pretende dar la impresi¨®n de que el Gobierno cuenta ya con el visto bueno de los grandes partidos sobre el procedimiento a seguir. No es as¨ª, pues que se sepa, no ha habido conversaciones al respecto. Y si en parte pudo haberlas, por su car¨¢cter extremadamente reservado, por no llamarlas secretas, ser¨ªan inaceptables.
Pero, adem¨¢s de incre¨ªble, la ?Operaci¨®n OTAN-agosto? es muy grave. Resulta imposible admitir, cuando el pa¨ªs est¨¢ sumido en los problemas de una depresi¨®n econ¨®mica que ya dura ocho a?os, cuando la cifra de parados se aproxima a los dos millones, y cuando ni el Gobierno ni las fuerzas de seguridad han conseguido verdadera eficacia en la lucha antiterrorista, que se nos venga a decir, aunque sea con voz impasible y adem¨¢n circunspecto, que el problema m¨¢s urgente de Espa?a es la OTAN, y que el tema ha de resolverse precisamente a treinta d¨ªas vista.
Tal forma de proceder resulta m¨¢s que preocupante para todos los que del Gobierno esperamos, por lo menos, una cierta dignidad.
Respeto a la Constituci¨®n
No vamos a desarrollar aqu¨ª y ahora los argumentos a favor o en contra de la OTAN. Esperemos que haya tiempo para ello. En cualquier caso, es evidente que, por ser un tema de tanta trascendencia, no cabe despacharlo como pretende hacerlo el se?or Calvo Sotelo. Sencillamente, la entrada de Espa?a en la OTAN significa una verdadera mutaci¨®n constitucional a la luz del art¨ªculo 8 de nuestra Carta Magna, el cual, en su apartado 1, dice que ?las Fuerzas Armadas, constituidas por el Ej¨¦rcito de Tierra, la Armada y el Ej¨¦rcito del Aire, tienen como misi¨®n garantizar la soberan¨ªa e independencia de Espa?a, defender su integridad territorial y el ordenamiento constitucional?. En ning¨²n momento se habla de que esa defensa haya de ser compartida en una alianza concreta, del signo que sea. Y si se va a compartir, entonces hay que modificar la Constituci¨®n. As¨ª de claro.
Pero adem¨¢s del importante problema constitucional -que exige cuando menos un refer¨¦ndum nacional- hay que preguntarse por qu¨¦ surge ahora la cuesti¨®n de la OTAN con tanta fuerza, despu¨¦s de m¨¢s de sesenta a?os de ininterrumpidos elogios de unos y otros respecto a la neutralidad de Alfonso XIII durante la gran guerra y a la de Franco durante la segunda guerra mundial. ?A qu¨¦ se deben entonces estas prisas de ahora? A menos que se demuestre lo contrario, todo indica que la extremada urgencia radica en la perentoria aspiraci¨®n de consolidar, como sea, a la UCD, frente a las tendencias de disgregaci¨®n interna, y tambi¨¦n frente a la erosi¨®n continua de su electorado. En medio de tan azarosos avatares, la UCD pretende consolidarse y mantenerse en el Gobierno aunque sea utilizando procedimientos involucionistas como los ya previstos de modificar la ley Electoral a fin de hacerla m¨¢s restrictiva para el Parlamento y m¨¢s alcaldista en lo concerniente a los ayuntamientos. Y de forma simult¨¢nea, la UCD busca una mayor imbricaci¨®n -enfeudamiento en el Imperio se llamaba en la Edad Media- entre Espa?a y Estados Unidos mediante la ?operaci¨®n OTAN-agosto?, que comportar¨ªa la posibilidad de plantear las pr¨®ximas elecciones, con el manique¨ªsmo m¨¢s tosco, el enfrentamiento entre los partidarios del modelo occidental (?el de los casi dos millones de parados?) y los que est¨¢n por cosas tan antipatri¨®ticas como la paz y la neutralidad, la distensi¨®n y la convivencia, el desarme, etc¨¦tera,
No caigamos otra vez la naci¨®n espa?ola en el cepo de una ruinosa fractura entre liberales y carlistas, rojos y azules, o Espa?a y anti-Espa?a. Estemos alertas ante la hip¨®tesis bien veros¨ªmil de que dividir el pa¨ªs con aprior¨ªsticos y mezquinos fines electoreros a prop¨®sito de la OTAN equivale a poner una bomba de relojer¨ªa de gran potencia, que amenazar¨ªa seriamente el inestable equilibrio de la democracia. Incluso habr¨¢ quienes podr¨¢n decir que actuar as¨ª, como lo est¨¢ haciendo el Gobierno, es macroterrorismo pol¨ªtico. Y ,queda otra interrogante: ?C¨®mo vamos a poder seguir pidiendo el Premio Nobel de la Paz para don Juan Carlos si Espa?a ingresa en un bloque militar como la OTAN?
Tampoco caigamos en el cepo de considerar que ingresar o no en la OTAN es una disyuntiva n¨ªtida de derechas a favor y de izquierdas contra, o de ricos pro y p¨®bres anti. No hay seguramente pa¨ªs europeo m¨¢s de derechas por su composici¨®n sociol¨®gica que Suiza y, sin embargo, es una naci¨®n neutral desde 1815 : para nada ha necesitado la OTAN desde que se cre¨® en 1949. Como tampoco hay muchos pa¨ªses con niveles de bienestar, libertades y cultura que puedan equipararse a Suecia; y para defender todo ello, incluso con vecinos que algunos llamar¨ªan muy peligrosos, a los suecos les basta, tambi¨¦n desde 1815, con sus propias Fuerzas Armadas nacionales.
El grueso de la opini¨®n p¨²blica no puede permanecer al margen de cuesti¨®n tan decisiva. Por eso creo que no basta con los comit¨¦s anti-OTAN creados hasta ahora, como no son suficientes las declaraciones de los partidos pol¨ªticos. Es toda la sociedad civil la que debe pronunciarse sobre el tema, con pleno conocimiento de causa. Por ello mismo, no me parece ocioso proponer que se constituya una Comisi¨®n Nacional para la paz y la neutralidad de Espa?a.
En esa Comisi¨®n Nacional podr¨ªan participar todos aquellos que con conocimientos y capacidades suficientes pudieran contribuir a que el debate sobre las cuestiones de la defensa y de las futuras relaciones internacionales de Espa?a se hiciese teniendo en cuenta los intereses generales de la naci¨®n, y no simplemente a base de los fines minoritarios de un Gobierno determinado o de un grupo pol¨ªtico concreto.
El tiempo apremia. Todos los elementos contrarios a la libre discusi¨®n y a su plena transparencia ya est¨¢n en marcha para dar una salida muy poco racional, y muy poco nacional, a uno de los temas m¨¢s graves y menos urgentes que hoy tiene Espa?a de cara a su futuro. La responsabilidad de todos los verdaderos dem¨®cratas -contrarios a enfeudamientos y a tristes acciones veraniegas de manipulaci¨®n de la opini¨®n p¨²blica- es concertarse para evitar semejante operaci¨®n, que ya desde ahora se configura de manera manifiestamente contraria a los m¨¢s elementales usos y derechos democr¨¢ticos.
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