El Ejercito salvadore?o impondr¨¢ su propio plan electoral
La m¨¢quina militar puesta en marcha con la colaboraci¨®n de Estados Unidos se ha mostrado menos eficaz de lo previsto. As¨ª lo han reconocido, incluso, algunos de los 54 asesores norteamericanos enviados al pa¨ªs para instruir al Ej¨¦rcito. De ah¨ª que las autoridades salvadore?as presionen constantemente a la Administraci¨®n Reagan para que aumente la ayuda militar, cifrada en lo que va de a?o en 35 millones de d¨®lares (unos 3.400 millones de pesetas).El presidente, Jos¨¦ Napole¨®n Duarte, manifestaba recientemente que la guerra civil le estaba costando al Gobierno salvadore?o unos quince millones de d¨®lares al mes (1.450 millones de pesetas), al margen de los efectos secundarios que un conflicto de este tipo tiene sobre toda la econom¨ªa.
Joaqu¨ªn Villalobos, uno de los comandantes que integran el Estado Mayor del Frente Farabundo Mart¨ª de Liberaci¨®n Nacional (FMLN), opina que el c¨¢lculo no es exagerado a la vista de los derroches de munici¨®n que efect¨²a el Ej¨¦rcito en cualquier operaci¨®n antiguerrillera, "a veces para asaltar un puesto que hab¨ªa sido desalojado por el Frente dos d¨ªas antes".
18.000 muertos
Aunque la Prensa internacional habla cada vez menos del conflicto salvadore?o, el saldo de la guerra aparece m¨¢s aterrador cada d¨ªa. El n¨²mero de muertos, en su mayor¨ªa civiles, se eleva por encima de los 18.000, desde enero del pasado a?o. El propio Gobierno recorioce que 157.000 personas se han quedado sin hogar o se han visto forzadas a desplazarse a otras zonas del pa¨ªs para evitar los combates. Otras 150.000 han huido al extranjero..
La econom¨ªa del pa¨ªs ha sufrido efectos igualmente devastadores. El producto interior bruto experiment¨® el pasado a?o un descenso superior al 10%, seg¨²n datos del Ministerio de Planificaci¨®n, situ¨¢ndose por debajo del nivel alcanzado en 1976. La renta per c¨¢pita apenas rebasa los 250 d¨®lares (unas 24.000 pesetas). El director del Seguro Social afirma que al menos 34.000 trabajadores industriales de San Salvador (un 20% del censo sectorial) perdieron su puesto de trabajo como consecuencia del cierre de f¨¢bricas.
La crisis econ¨®mica es tan aguda que unas declaraciones del ministro de Econom¨ªa, GuiIlermo D¨ªaz, en las que ¨¦ste admit¨ªa la posibilidad de que pudieran actualizarse los salarios, congelados desde hace dos a?os, recibi¨® una inmediata r¨¦plica del vicepresidente Guti¨¦rrez, que calific¨® sus palabras de "desestabilizadoras".
En medio de esta situaci¨®n, el director del Instituto salvadore?o de Turismo, Gerardo le Chavalier, ha tenido la humorada de proponer que el Gobierno utilice la guerra civil como elemento de atracci¨®n tur¨ªstica, una vez que se restablezca la normalidad. Un museo del movimiento guerrillero, con visitas a los refugios subterr¨¢neos, atraer¨ªa, a su juicio, a un gran n¨²mero de turistas.
Los sue?os del se?or Le Chavalier parece que habr¨¢n de esperar a¨²n mucho tiempo. El desarrollo del conflicto en estos seis meses s¨®lo permite asegurar una cosa, con un m¨ªnimo margen de error: que la guerra ser¨¢ muy larga, a menos que se llegue a una soluci¨®n negociada. Es cierto que la guerrilla no ha logrado su objetivo de inclinar la balanza militar a su favor. De hecho, todas las poblaciones de cierta entidad siguen en manos de las fuerzas gubernamentales. Pero tambi¨¦n es igualmente cierto que el Ej¨¦rcito no ha conseguido desalojar a las columnas guerrilleras de las posiciones que ocupan en los departamentos de Moraz¨¢n, Chalatenango -y San Vicente.
Desde hace tres meses el Ej¨¦rcito ha desplegado miles de efectivos en estas zonas, ayudados por helic¨®pteros y aviones Fuga, de fabricaci¨®n israel¨ª, sin conseguir ning¨²n resultado apreciable. Cerca de trescientas esquelas publicadas en los diarios han dado cuenta de la muerte de otros tantos soldados, entre ellos cuarenta oficiales. Hay que a?adir unos seiscientos heridos, seg¨²n cifras reconocidas por el presidente Duarte.
Un soldado que particip¨® en la operaci¨®n limpieza" del volc¨¢n Chichontepec cuenta as¨ª su experiencia: "Estuvimos cinco d¨ªas sin comer, porque el helic¨®ptero no pod¨ªa echarnos la comida. Cada vez que intentaba acercarse le ametrallaban. El avi¨®n hizo varias pasadas, pero no pudo disparar porque nos pod¨ªa alcanzar terreno y no sab¨ªamos d¨®nde pod¨ªa haber comida o agua. Y, para colmo, estaban los zancudos. Yo baj¨¦ con paludismo, pero tuve m¨¢s suerte que los otros. Eramos dieciocho y todos cayeron, heridos o muertos. No s¨¦ c¨®mo ellos pueden vivir all¨ª arriba".
Una corona de nubes que rodea permanentemente el Chichontepec inutiliza a los aviones y helic¨®pteros. El mayor conocimiento del terreno de los guerrilleros hace que sus posiciones sean inabordables. Una prueba de la fortaleza alcanzada en determinadas zonas es que este a?o las fuerzas guerrilleras han podido ya hacer una siembra en la retaguardia, donde funcionan escuelas y hospitales, a veces mejor dotados que los militares, como ha admitido el ministro de Defensa, coronel Jos¨¦ Guillermo Garc¨ªa.
Pero al ¨¦xito defensivo del FMLN, que reconoce tambi¨¦n 250 muertos y 300 heridos, no le ha correspondido ninguna iniciativa seria de ataque. Igual que la guerrilla, tambi¨¦n el Ej¨¦rcito ha demostrado en Arcatao, cerca de la frontera con Honduras, que puede resistir durante. semanas el asedio del enemigo mientras los helic¨®pteros le suministren municiones y alimentos.
Cada bando afila sus armas para octubre, con la convicci¨®n de que esa puede ser la batalla decisiva. El Ej¨¦rcito necesita ganar para poder convocar las elecciones. La guerrilla tiene que mantener, como m¨ªnimo, sus posiciones actuales para demostrar que las elecciones son inviables y, sobre todo, para hacer ver a Estados Unidos que la ¨²nica salida es la negociaci¨®n.
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