Quince mil personas para cuatro monstruos en el Festival de San Sebasti¨¢n
M¨¢s de 15.000 personas acudieron a la tercera sesi¨®n del Festival de Jazz de San Sebasti¨¢n. Pocos festivales en Europa pueden decir lo mismo y en pocos se presentan conciertos como el realizado el viernes por Chick Corea y sus amigos. Pero antes de entrar en la descripci¨®n de esos amigos y de la m¨²sica que realizaron es conveniente insistir en los aspectos organizativos que logran que este festival se convierta en un hecho extra?amente placentero.
Ocurre que aqu¨ª la organizaci¨®n no trata de rehuir los problemas, como suele ser habitual, sino de solucionarlos, con mejor o peor fortuna, pero de una manera positiva. As¨ª, el a?o pasado se not¨® la escasez de campings en la ciudad, dato este que llevaba a una parte sustancial del p¨²blico a dormir a las playas de La Concha y Ondarreta, sujetos a los cambios de humor del viento del Norte.En vista de ello, se ha habilitado en el front¨®n de Anoeta, contiguo al Palacio le los Deportes, una especie de refugio nocturno consistente en balas de paja cubiertas por lonas, a fin de que la gente pudiera encontrar cobijo bajo un m¨ªnimo techo. La soluci¨®n no ha resultado todo lo feliz que se preve¨ªa, porque la paja tiene una desagradable tendencia al desparrame y las lonas resultan algo cutres. Pero la intenci¨®n es buena.
Lo que s¨ª es un invento que agradecer¨¢n los enmochilados como una liberaci¨®n es la existencia en el mismo lugar de una consigna, donde pueden dejar los macutos y que est¨¢ abierta hasta las dos de la madrugada. Eso es algo impagable, como sabe cualquiera que haya viajado a pie por esos mundos del se?or.
Pero, con todo, lo principal sigue siendo la m¨²sica. Y m¨¢s a¨²n cuando es de una belleza y una complejidad como la que escuchamos el viernes por la noche. Chick Corea necesita poca presentaci¨®n debido a sus numerosos ¨¦xitos y a que ya ha estado en Espa?a con formaci¨®n el¨¦ctrica, con una extra?a big-band y en plan de piano-d¨²o, junto a su colega Herbie Hancock.
En esta ocasi¨®n, y tal vez refiri¨¦ndose a tiempos pasados, ha montado un grupo de instrumentistas muy poco normal, todos ellos l¨ªderes por derecho propio. Se trata del saxo tenor Joe Henderson, del bajo Gary Peacock y del bater¨ªa Roy Haynes. Todos ellos tienen una ampl¨ªsima carrera a sus espaldas y se caracterizan por el eclecticismo musical m¨¢s desaforado.
Otra caracter¨ªstica com¨²n es que ninguno de ellos es un salvaje del instrumento, que van m¨¢s por el lado del matiz y de la sutileza, por muy en¨¦rgica que ¨¦sta sea. Partiendo de estos elementos, es f¨¢cil comprender que lo m¨¢s interesante fuera la interacci¨®n de los diferentes instrumentos, de su creaci¨®n conjunta, aunque se produjera dentro de lo que normalmente se conoce como solo.
As¨ª, cuando Corea inauguraba uno de sus m¨¢gicos recorridos mel¨®dicos por las teclas, Gary Peacock le daba al bajo, creando unas l¨¢minas de sonido que recordaban a veces el trabajo ambiental de la tambura en la m¨²sica india. Cuando Roy Haynes realizaba uno de sus marcad¨ªsimos solos (la gente, encantada con el ritmillo, daba palmas fervorosamente), Corea le secundaba el tempo a base de unos acordes insistentes a m¨¢s no poder.
Y en el caso de Joe Henderson, un saxo tenor intrincado, b¨¢sicamente un bopper muy abierto a influencias de todo tipo, entre los tres restantes los que daban una r¨¦plica en verdad emocionante. Los temas de Corea suelen ser dif¨ªciles, pero tan variados como susceptibles de recreaci¨®n constante por parte de los instrumentistas. Como es l¨®gico, hubo su pizca de ritmo salsero, su tanto de improvisaci¨®n colectiva, sus homenajes a un pasado bop... Pero todo ello tan transformado, tan repleto de sugerencias, que no ser¨ªa justo encerrarlo en un estilo definido.
En conjunto, el concepto, el virtuosismo de los m¨²sicos, su interpretaci¨®n, etc¨¦tera, dio como resultado un concierto dif¨ªcilmente superable en sus propios t¨¦rminos. El mismo Corea estaba gozoso; seg¨²n ¨¦l, ha sido uno de los mejores conciertos de los catorce que han dado en Europa. Los que escuchamos, tambi¨¦n lo est¨¢bamos.
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