Ed¨¦n Pastora
Tengo una foto de Ed¨¦n Pastora con uniforme y botas de campa?a, dormido cuan largo es sobre un mes¨®n de cuartel. ? Es una foto hist¨®rica?, me dijo un compa?ero suyo, ?porque Ed¨¦n Pastora no duerme nunca?. Ed¨¦n Pastora, por su parte, me dijo: ?C¨®mo ser¨¢ la confianza que te tengo, que me atrev¨ª a quedarme dormido delante de ti?. Ambos comentarios definen muy bien la personalidad de este comandante sandinista de 45 a?os, duro y receloso. que ha resuelto renunciara las vanidades del poder terrenal para irse a tirar tiros en otras tierras, como algunos reyes medievales lo abandonaban todo y se iban para Jerusal¨¦n a rescatar el santo sepulcro.La foto fue tomada al amanecer del 25 de agosto de 1978, en una guarnici¨®n de Panam¨¢, pocas horas despu¨¦s de que nos conocimos. Ed¨¦n Pastora hab¨ªa asaltado el martes anterior el palacio Nacional de Managua al frente de un comando de veinticinco sandinistas resueltos, y tom¨® en rehenes a la C¨¢mara de Diputados en pleno. Al cabo de dos d¨ªas de negociaciones intensas, el dictador Anastasio Somoza liber¨® sesenta prisioneros pol¨ªticos, que volaron a Panam¨¢ junto con el comando. Ed¨¦n Pastora ten¨ªa entonces cincuenta horas sin dormir, y los otros dos responsables de la acci¨®n hab¨ªan dormido muy poco, pero todos aceptaron contarme su historia de inmediato para un reportaje mundial.
El comandante Hugo Torres, que era el segundo responsable de la acci¨®n y es en la actualidad secretario general del Consejo de Estado de Nicaragua, dobl¨® la cabeza sobre el mes¨®n, al cabo de seis horas, y se durmi¨® a fondo. Un momento despu¨¦s, Ed¨¦n Pastora sufri¨® una especie de colapso demoledor, como si le hubieran dado en la cabeza con un mazo de picapedrero, y se hundi¨® en un sue?o sobrenatural, boca arriba, entre los platos sin lavar y los restos de comida de soldados que quedaban sobre el mes¨®n. La ¨²nica que consigui¨® mantenerse en pie fue Dora Mar¨ªa T¨¦llez, la bella, que era la ¨²nica mujer del comando y su responsable tercera, y que ocupa en la actualidad un cargo superior en las fuerzas armadas de Nicaragua con su grado de comandante conquistado en la guerra. Ella sigui¨® cont¨¢ndome el final de la historia con un sentido sorprendente de la narraci¨®n, humano y minucioso, hasta que el bravo sol de agosto se encendi¨® en las ventanas. Entonces despertamos al fot¨®grafo, que dorm¨ªa en una banca apartada, y fue ¨¦l quien tom¨® la foto hist¨®rica del guerrero derrumbado.
La impresi¨®n que me caus¨® Ed¨¦n Pastora desde aquella noche en que le vi por primera vez es que era un sandinista distinto. Yo conoc¨ªa desde antes a casi todos los dirigentes del movimiento. Hab¨ªa tenido algo que ver con las negociaciones largas y dif¨ªciles que culminaron con la unificaci¨®n de los tres grupos en que estaban divididos, y de ah¨ª surgi¨® una relaci¨®n que fue m¨¢s all¨¢ de la pol¨ªtica y la guerra, y termin¨® por ser una amistad buena que todav¨ªa se mantiene. Algunos de ellos aparec¨ªan en mi casa de M¨¦xico a la hora menos pensada, y se preparaban en la cocina unas comidas r¨¢pidas que ?siempre parec¨ªan de campa?a?, y a veces pas¨¢bamos las noches en vela, hablando de todo, mientras esper¨¢bamos las noticias que no nos dejaban dormir. All¨ª les pusimos aquel nombre gen¨¦rico, en clave, que muy, pronto se hizo p¨²blico: los muchachos. Algunos se iban con su mochila al hombro, se desped¨ªan con la mano hasta el mes entrante cuando lograran la victoria, y pocos d¨ªas despu¨¦s nos llegaba la noticia de su muerte. Era una realidad de la guerra a la cual no logramos acostumbrarnos nunca. En todo caso, lo que m¨¢s me admiraba de ellos, y que sigo admirando, eran las dos virtudes mayores que todav¨ªa no han perdido en el poder: el realismo y la paciencia. Eran buenos guerreros, pero a casi todos se les notaba que su mundo no era el de la guerra, y que estaban en ¨¦l por necesidad. En cambio, ten¨ªan una inteligencia pol¨ªtica que fue casi tan ¨²til para ganar la guerra como su sentido militar , y que les ha servido en el poder para resistir a toda clase de injurias y provocaciones. Ed¨¦n Pastora, en cambio, me pareci¨® desde el primer momento un guerrero puro.
Asilo describ¨ª: ?Un hombre de 42 a?os, con veinte de militancia muy intensa, y con una decisi¨®n de mando que no logra disimular con su excelente buen humor?. Cuando entr¨® en el sal¨®n azul de la C¨¢mara de Diputados solt¨® al aire una r¨¢faga de metralleta y grit¨®: ?Todo el mundo a tierra?. Un testigo presencial me cont¨® despu¨¦s que m¨¢s de sesenta diputados hab¨ªan obedecido de inmediato, no tanto por el pavor del plomo como por la devastadora autoridad de su voz. Es de baja estatura, ancho y macizo, con unos ojos intensos y una barba tan dura Y montaraz que uno tiene la impresi¨®n de verla crecer tan pronto como se acaba de afeitar. Desde la acci¨®n del palacio Nacional hasta los meses inciertos en que fue responsable de la guerra en el frente sur, aquella cara de labrador arisco que hered¨® de sus abuelos sicilianos se volvi¨® popular en el mundo entero, bajo su estrella solitaria de comandante. El nombre, que es aut¨¦ntico aunque parezca mentira, y que es apenas uno m¨¢s de los tantos nombres l¨ªricos de su familia, parec¨ªa completar su predestinaci¨®n para la leyenda. Tiene ¨¢ngel. Un ¨¢ngel raro, terrestre, que es sin duda el ¨¢ngel Insaciable de la guerra.
Un hombre as¨ª no pod¨ªa acostumbrarse al tiempo parsimonioso del poder. Hace un a?o le volv¨ª a ver en una recepci¨®n diplom¨¢tica en Managua, y cab¨ªa dentro del pellejo: quer¨ªa irse de s¨ª mismo. Pocas horas antes hab¨ªa desfilado ante la muchedumbre que presenci¨® el primer aniversario de la victoria, al frente de las milicias populares que ¨¦l hab¨ªa formado y entrenado, y parec¨ªa el comandante en jefe de las armadas del universo. Era, pues, evidente que no soportaba la paz precaria de su pa¨ªs, amenazada por los cuatro costados con la mala conciencia de no ser guerrillero de la justicia, sino un hombre de Gobierno que deb¨ªa tomar en cuenta razones de Estado, contemplaciones diplom¨¢ticas, criterios de pol¨ªtica fugaz. Ed¨¦n Pastora carece de esa vocaci¨®n, y ya sabemos que el car¨¢cter de los dirigentes es un elemento inevitable de los procesos hast¨®ricos, de modo que no me cabe ninguna duda de que se va por lo que dice: porque no pude soportar, detr¨¢s de un escritorio, que otros est¨¦n sufriendo sin ¨¦l.
Sin embargo, se va en un mal momento. Creo que en pol¨ªtica no hay un error m¨¢s grave que ser inoportuno, y la determinlaci¨®n de Ed¨¦n Pastora lo es para el destino de su pa¨ªs. Es un plato demasiado suculento y gratuito para sus enemigos. No habr¨¢ en el mundo una fuerza de disuasi¨®n capaz de convencer a nadie de que no es esta la primen grieta mortal en el interior del sandinismo en el poder. La analog¨ªa con el Che Guevara es inevitable, y es inevitable la repetici¨®n de las mismas tergiversaciones. En su n¨²mero de esta semana, Time va m¨¢s lejos: desliza la suposici¨®n perversa de que los 50.000 hombres que tiene Nicaragua sobre las armas -y que necesita para la defensa de sus fronteras- podr¨ªan ser muy ¨²tiles si uno de sus propios t¨¢cticos, ansioso de pelear, ?decide de pronto porterse al frente de la contrarrevoluci¨®n ?.
Si de algo han dado muestras los sandinistas en el poder, es de su inteligencia para sortear toda clase de provocaciones en la b¨²squeda de la felicidad para su pueblo, mediante una f¨®rmula original fundada en sus realidades propias. Sin embargo, ser¨¢ tambi¨¦n imposible impedir que sus enemigos interpreten la decisi¨®n de Ed¨¦n Pastora como una forma sandinista de intervenir en los asuntos de sus vecinos y de exportar su revoluci¨®n. Por esto han hecho tantos esfuerzos para convencer al comandante d¨ªscolo de que vuelva a casa. Uno de los argumentos m¨¢s convincentes, sin duda, es que si de veras quiere pelear por una causajusta no tiene por qu¨¦ ir tan lejos. Este 19 de julio, al celebrar el segundo aniversario de la victoria, Nicaragua es ya un pa¨ªs bloqueado por Estados Un;dos, casi tanto como lo es Cuba desde hace veinte a?os. Es decir: est¨¢ siendo sometida a un castigo de pa¨ªs socialista, pero sin serlo. En la frontera de Honduras hay m¨¢s de 3.000 antiguos guardias somocistas dispuestos a invadir a Nicaragua en cualquier momento, con los recursos de la potencia militar m¨¢s agresiva del mundo. Cuando eso ocurra -y el d¨ªa est¨¦ lejano- Ed¨¦n Pastora va a saber cu¨¢nta falta le hace a su pa¨ªs su estrella solitaria.
Copyright 1981. Gabriel Garc¨ªa Marquez-ACI
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