Dignificar los debates parlamentarios
El resultado de la s¨¦ptima conferencia de Madrid del PCE, preparatoria del X Congreso de ¨¦ste, ha tenido, a mi juicio, el siguiente significado:1. Ha supuesto una cr¨ªtica a la gesti¨®n del actual equipo de direcci¨®n, que fue apoyado ¨²nicamente por el sector oficialista y, por tanto, con menos de la mitad de los delegados.
2. Ha supuesto, tambi¨¦n, una victoria de las enmiendas del sector, renovador a las tesis pol¨ªticas presentadas por el Comit¨¦ Central, que han coincidido de una forma natural con los sectores del oficialismo m¨¢s consecuentemente eurocomunistas.
3. Igualmente, ha supuesto una victoria de las enmiendas renovadoras a los estatutos y a la tesis VII (sobre el papel y formas de funcionamiento del PCE), a cuyas enmiendas m¨¢s importantes -reconocimiento de la existencia de corrientes de opini¨®n y, consecuentemente, sistema de elecci¨®n proporcional y con listas- apoyaron, sin pacto previo alguno, el sector duro del partido. Apoyo, o coincidencia en el voto, por quienes, am¨¦n de sus convicciones pol¨ªticas, que no ser¨¦ yo quien les niegue el derecho a la credibilidad, necesitan ser reconocidos para poder seguir existiendo.
4. Por ¨²ltimo, y contradictoriamente al resultado del debate pol¨ªtico, la conferencia ha elegido un comit¨¦ provincial monocolor del sector oficialista, debido a la lamentable retirada a que nos hemos visto obligados, como ¨²nica salida digna pol¨ªticamente ante una propuesta oficial demencial, producto de un sistema de elaboraci¨®n de listas antidemocr¨¢ticas, y tambi¨¦n demencial, como el que rige en los actuales estatutos del PCE.
Democratizar los partidos es democratizar la sociedad
El que la Prensa haya recogido en sus primeras p¨¢ginas la aprobaci¨®n de las corrientes de opini¨®n y la derrota del sector oficialista como noticia m¨¢s destacada de la conferencia es l¨®gico, tanto porque es el tema en que el debate ha sido m¨¢s apasionado, como por lo in¨¦dito de una conclusi¨®n de este tipo en un partido comunista. Pero eso no debe llevarnos a la falsa conclusi¨®n de que ha sido un debate interiorizado en el sentido peyorativo del t¨¦rmino, marginado de la problem¨¢tica social, por un doble motivo.
En primer lugar, porque el debate sobre la pol¨ªtica internacional de bloques y la crisis econ¨®mica mundial, el an¨¢lisis de la situaci¨®n pol¨ªtica de nuestro pa¨ªs y sus v¨ªas de salida, con las consiguientes propuestas de acci¨®n pol¨ªtica y sindical, as¨ª como nuestro proyecto de transformaci¨®n democr¨¢tica del Estado, han tenido un nivel pol¨ªtico e ideol¨®gico que todos los que hemos participado en las comisiones de trabajo hemos podido constatar, y que cuando sean publicadas todo el que est¨¦ interesado va a poder comprobar.
Y en segundo lugar, porque el debate sobre qu¨¦ papel debe jugar nuestro partido en la sociedad y de qu¨¦ mecanismos de funcionamiento debe dotarse para cumplir su funci¨®n es un elemento absolutamente esencial para construir un modelo pol¨ªtico democr¨¢tico que, como se sabe, es la condici¨®n necesaria, aunque no suficiente, para construir un modelo social socialista.
Es elemento sustantivo de los eurocomunistas renovadores el, que nuestro partido cumpla consecuentemente el papel constitucionalmente asignado, de, ser instrumento fundamental para la participaci¨®n pol¨ªtica de los ciudadanos. El que otros partidos no lo hagan no s¨®lo no debe servirnos de consuelo, sino, al contrario, debe estimularnos para ser ejemplo ante quienes se limitan a ser formaciones electorales y equipos de gesti¨®n gubernamental.
Necesidad de una honestidad en el debate
Si realmente queremos que los partidos pol¨ªticos, y en particular el nuestro, jueguen ese papel de instrumento fundamental, que no ¨²nico, de participaci¨®n pol¨ªtica, deberemos renovar sus formas de organizaci¨®n de manera que un ciudadano normal que est¨¦ de acuerdo con nuestras ideas program¨¢ticas generales -construir una sociedad libre sin explotadores ni explotados- pueda participar f¨¢cilmente en la aportaci¨®n de sus ideas o en la cr¨ªtica a lo que ¨¦I considera errores de nuestra actividad sobre todos aquellos temas que ¨¦l considera importantes en la vida pol¨ªtica cotidiana, desde los de salud a los educativos, desde los de la crisis econ¨®mica a los de defensa de las libertades individuales. Y esa posibilidad de participaci¨®n en los ¨®rganos regulares del partido a cualquier ciudadano que ha mostrado su identificaci¨®n o simpat¨ªa con nuestro partido hay que ofrec¨¦rsela a trav¨¦s de unos mecanismos de funcionamiento interno f¨¢cilmente comprensibles y profundamente democr¨¢ticos. Tergiversar esta opini¨®n diciendo, como se dice por la m¨¢s alta direcci¨®n de nuestro partido, que lo que pretendemos los renovadores es ?hacer un partido que sea reflejo de la sociedad?, en contra de la ortodoxa ?noci¨®n del partido vanguardia? (v¨¦ase la tribuna libre de Santiago Carrillo en EL PAIS del 19 de junio), es una simplificaci¨®n del problema. En un r¨¦gimen de pluralismo pol¨ªtico ning¨²n partido representa a toda la sociedad -ni tampoco en uno de partido ¨²nico, aunque ese sea su deseo-, pero eso no quita para que un partido como el nuestro, que pretende defender los intereses y representar a un sector importante de los trabajadores, no deje de asumir que la clase trabajadora no es homog¨¦nea ni cultural ni pol¨ªticamente. Incluso entre quienes creen en un mismo proyecto pol¨ªtico estrat¨¦gico hay diferencias sobre c¨®mo y a qu¨¦ ritmos materializarlo, lo que provoca que en los partidos surjan distintas corrientes de opini¨®n, hoy existentes en la pr¨¢ctica, y que tratamos de normalizar su funcionamiento para que la irracionalidad no se haga presa del debate pol¨ªtico, en general, y de la superaci¨®n de las diferencias entre ellas, en particular. El partido, pues, no puede ser reflejo mec¨¢nico de la sociedad, pero no puede regirse por normas, en su debate interno, que restrinjan el derecho a la defensa de las ideas -y, por tanto, el derecho a intentar convencer a los dem¨¢s de las mismas- m¨¢s de lo que se restringen en la sociedad civil a trav¨¦s del control de los medios de comunicaci¨®n. La utilizaci¨®n de m¨¦todos cr¨ªpticos y oscurantistas en las formas de la organizaci¨®n del debate y de la elecci¨®n de los ¨®rganos directivos del partido, a lo ¨²nico que conducir¨¢ progresivamente es a que los partidos pol¨ªticos, incluido el nuestro, sean lugares donde los ¨²nicos que se sientan c¨®modos sean los profesionales de la pol¨ªtica.
Por ¨²ltimo, quiero salir al paso de otras graves manipulaciones y tergiversaciones que a lo largo de este reciente debate se han hecho sobre mi persona. Prefiero no dar el calificativo que tengo en la cabeza a la campa?a de aut¨¦ntica intoxicaci¨®n que determinados sectores oficialistas han hecho hacia nuestra militancia y hacia la Prensa sobre reales o inexistentes declaraciones m¨ªas.
Decir que nuestros planteamientos pol¨ªticos no son m¨¢s que la plataforma pol¨ªtica para pasarse unos cuantos al PSOE -al que, por cierto, le vendr¨ªa muy bien adecuar sus formas organizativas a la realidad de una democracia representativa- o deformar unas declaraciones m¨ªas sobre la brutalidad de determinadas dictaduras de los pa¨ªses del socialismo real diciendo -como dijo-Santiago Carrillo en su discurso- que lo que se manten¨ªa en mi art¨ªculo es que el r¨¦gimen franquista es mejor que el de los pa¨ªses del Este, es una inmoralidad en el terreno de lo ¨¦tico, y una contribuci¨®n al desencanto en el terreno de lo pol¨ªtico.
Los ciudadanos normales, esos que votan en las elecciones, esos que se manifiestan masivamente contra el intento de golpe del 23-F, esos que, en definitiva, est¨¢n por la democracia, lo que esperan de nosotros, de los dirigentes de los partidos pol¨ªticos, es que construyamos un sistema para resolver las diferencias pol¨ªticas que, adem¨¢s de ser honesto y participativo, sea eficaz y racional. De lo contrario, la desafiliaci¨®n militante y el absentismo electoral seguir¨¢n un proceso inexorable de imprevisibles consecuencias.
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