El Gobierno franc¨¦s suprime la libertad de precios de los libros
La reforma ha provocado amplia oposici¨®n en editores, libreros y consumidores
Un proyecto de ley aprobado por el Gobierno franc¨¦s suprime el ¨²nico en todos los establecimientos. El ministro de la Cultura, Jack Lang, autor de la ley, estima que, en ¨²ltima instancia, la filosof¨ªa de su reforma tiende a ?devolverles la libertad a los creadores?. Pero los editores, libreros, consumidores, no est¨¢n todos de acuerdo, ni mucho menos. El presidente Fran?ois Mitterrand, y su ministro, ambos instigadores del proyecto, tendr¨¢n que afrontar una tempestad de discordias.
Un postulado sirve de asiento a la reforma del ministerio socialista de la Cultura, el libro no es un producto como los dem¨¢s; el libro es una de las bases de la cultura de una sociedad. En consecuencia, no puede estar sometido a la ley pura y simple de la l¨®gica de una econom¨ªa de mercado que busca, simplemente, el provecho, y, adem¨¢s, castiga la incompetitividad del peque?o librero.La ley, que ser¨¢ sometida a la aprobaci¨®n del poder legislativo, se condensa en nueve art¨ªculos. Esencialmente esa normativa dice lo siguiente: el editor fija el precio del libro que ¨¦l edita. Los vendedores (librer¨ªas y supermercados) no pueden variar ese precio m¨¢s que en un cinco por ciento, por arriba o por abajo; una sola excepci¨®n, respecto a lo anterior, que favorecer¨¢ los libros vendidos al Estado, a las colectividades locales, a las bibliotecas p¨²blicas y a los establecimientos de ense?anza. Las ventas a domicilio no se podr¨¢n efectuar a precios inferi¨®res al inicial hasta que no hayan pasado nueve meses despu¨¦s de la public¨¢ci¨®n del libro. Los saldos de los libros nuevos no se autorizar¨¢n m¨¢s que cuando hayan transcurrido dos a?os tras la aparicion de la obra. La publicidad, anunciando rebajas, quedar¨¢ totalmente prohibida.
Diversidad en la distribuci¨®n
El ministro Lang, con su reforma, pretende desarrollar la diversidad del sistema de distribuci¨®n que, a su entender, con la libertad de precios s¨®lo favorece a los grandes de la edici¨®n y de la venta (supermercados) y penaliza a los peque?os. Y esto, seg¨²n el ministro, obstaculiza la creaci¨®n, es decir, la publicaci¨®n de obras minoritarias que, un d¨ªa, pueden revelarse el producto de autores importantes. Hasta la fecha, de acuerdo, con una ley del Gobierno anterior, el mercado del libro era totalmente libre.Un editor peque?o, Jerome Lindon, que hace un cuarto de siglo lanz¨® aquella escuela literaria denominada la nueva novela con el irland¨¦s Samuel Beckett al frente, es el inspirador de la ley de Jack Lang. Ambos, como Mitterrand, piensan que hay que elegir entre el liberalismo econ¨®mico y la defensa de la libertad de los creadores y de los libreros, amenazados todos ellos por las grandes librer¨ªas, y por una pol¨ªtica comercial que les permite vender lo que quieren y a precio mucho m¨¢s barato.
Esta filosof¨ªa ya ha desencadenado una oposici¨®n amplia. La ley, en su conjunto , se califica de bastarda. Editores, libreros, la federaci¨®n de consumidores y no pocos autores, piensan que esas buenas intenciones de las autoridades oficiales no es cierto que beneficien a los peque?os libreros, y s¨ª pueden perjudicar a autores populares que ser¨¢n sometidos a precios inasequibles para sus lectores. Un escritor traduce un sentimiento de otros muchos profesionales al valorar como elitista el proyecto de ley que debe ser aprobado en la Asamblea por la mayor¨ªa absoluta socialista. Los detractores de la reforma piensan igualmente que los autores dif¨ªciles se venden precisamente en las grandes librer¨ªas o supermercados, porque pueden ofrecerlos m¨¢s baratos.
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