Su¨¢rez y Calvo Sotelo
El editorial de ese peri¨®dico del pasado d¨ªa 30 hace alusi¨®n al hecho de que el grupo conservador de UCD practica con el actual presidente del Gobierno el mismo culto a la personalidad del que disfrut¨® Su¨¢rez hasta 1980.Ello es bastante exacto, pero la comparaci¨®n es imposible.
El culto que se le quiere dar a Calvo Sotelo es contra natura, forzado y, hoy por hoy, sin fundamento. Creo que es un hombre gris casi siempre, y pedante algunas veces, al que las circunstancias ajenas a sus propios m¨¦ritos -desde la casta familiar al tejerazo- han colocado en una posici¨®n c¨®moda, en la que los ataques personales por parte de las clases dominantes, o la oposici¨®n, o la Prensa, resultan in convenientes. La misma forma en que Calvo Sotelo ha llegado al poder no ayuda precisamente a tal cultivo de la personalidad.
En lo que ata?e, sin embargo, a Adolfo Su¨¢rez, yo no digo que tal culto estuviera justificado, pero s¨ª era totalmente comprensible.
El ex presidente se carg¨® una dictadura de cuarenta a?os cuando todav¨ªa era un alev¨ªn de la pol¨ªtica, joven y desconocido para la gran masa, instal¨® en nuestro pa¨ªs una democracia pluralista, y gan¨®, personalmente, para su partido dos elecciones generales.
Pero, adem¨¢s, si el ex presidente disfrut¨® del culto a la personalidad, fue en medio de las mayores cr¨ªticas y los m¨¢s descarados ataques personales por parte de casi todos. La paz, en este aspecto, de Calvo Sotelo es total.
Adolfo Su¨¢rez se convirti¨® en la bestia negra de los franquistas, por m¨¦ritos propios. Padeci¨® la desconfianza de las clases altas por no ser un hombre de estirpe, sino del pueblo. Se gan¨® la hostilidad de la derecha conservadora y las instituciones por esa derecha progresista que quiso instalar en Espa?a, y con la que gan¨® las elecciones. Y, por ¨²ltimo, los celos de la ejecutiva socialista, especialmente de Felipe Gonz¨¢lez, redondearon el cerco que acab¨® con su forzosa dimisi¨®n. El l¨ªder socialista no pudo soportar que un ex franquista se convirtiese en el h¨¦roe de la democracia. ni que le ganase personalmente, y en el ¨²ltimo momento, las dos partidas electorales en las ¨²ltimas apariciones ante la naci¨®n por televisi¨®n.
Un claro ejemplo de los distintos climas en que se practic¨® un culto y otro es el hecho de que se bromea-
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ba y se atacaba constantemente al ex presidente con su eterna permanencia en el poder, cuando se daba el hecho de que s¨®lo en los cuatro a?os y medio que estuvo de presidente, ten¨ªa dos mandatos de cuatro a?os cada uno, en ninguno de los cuales le dejaron permanecer ni siquiera dos a?os; al actual presidente nadie se molesta en recordarle que si las cosas transcurren normalmente estar¨¢ en la Moncloa m¨¢s de seis a?os, como m¨ªnimo.
Tambi¨¦n es cierto que el mayor atractivo y la m¨¢s brillante personalidad del anterior presidente contribu¨ªan mucho m¨¢s tanto a la ataque visceral como al culto a la persona a que se refer¨ªa su estupendo editorial./
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