"La mujer del ministro" de Eloy de la Iglesia, sancionada con la "S"
Como "una pel¨ªcula costumbrista, y por lo tanto inevitablemente pol¨ªtica", define Eloy de la Iglesia la ¨²ltima que ha dirigido, La mujer del ministro, un estreno previsto para la apertura de la pr¨®xima temporada que ha recibido el calificativo de S por parte del correspondiente organismo de la Direcci¨®n General del Libro y Cinematograf¨ªa.El calificativo S, contra lo que puede parecer, no alude espec¨ªficamente a la dosis de sexo que contiene un filme, sino a la posibilidad de que ¨¦ste hiera la sensibilidad del espectador. Ni la intensidad ni la extensi¨®n de las escenas er¨®ticas que aparecen en La mujer del ministro escandalizar¨ªan, sin embargo, al p¨²blico m¨¢s mojigato.
"Se puede decir que nos han dado una S pol¨ªtica", afirma Eloy de la Iglesia. "Sabemos que la pel¨ªcula ha molestado en las altas esferas oficiales. Parece que ha herido alguna-sensibilidad".
"Esta S viene a ser como una especie de sanci¨®n, pues si bien no restringe mucho los circuitos de distribuci¨®n, desconcierta al espectador que entra al cine a ver una cosa y se encuentra con otra muy distinta. La verdad es que ya nos tem¨ªamos que remitieran el oficio al ministerio fiscal, porque los tr¨¢mites burocr¨¢ticos sufrieron varias demoras y dilaciones injustificadas", a?ade el director de N¨¢vajeros.
Gonzalo Goicoechea y -Angel Sastre, los guionistas de La mujer del ministro, que ten¨ªa tambi¨¦n otro t¨ªtulo posible, Abuso de confianza, han trabado una serie de situaciones y personajes m¨¢s o menos t¨®picos y representativos de la actual sociedad espa?ola para construir una historia como la vida misma, en la que cualquier parecido con la realidad es, a veces, muy intencionado.
Por ejemplo, el actor int¨¦rprete del papel de jefe de Gobierno, que tiene un extraordinario parecido f¨ªsico con Adolfo Su¨¢rez, y al que han doblado en sus breves intervenciones con la voz adecuada para completar tal semejanza. O la escenificaci¨®n de una fiesta en la casa del ministro a la que concurren las altas jerarqu¨ªas del pa¨ªs, entre los que es posible identificar tipos y actitudes por todos conocidos.
Este juego de sencillas claves es la nota par¨®dica m¨¢s elocuente de la pel¨ªcula, pero tambi¨¦n la m¨¢s inocente. La verosimilitud del realismo costumbrista resulta m¨¢s peligrosa cuando se trata de describir las formas de corrupci¨®n de la alta clase pol¨ªtica o los m¨¦todos que utilizan los servicios policiacos especiales al servicio de los gobernantes.
La actriz Amparo Mu?oz es La mujer del ministro, Teresa, su antigua secretaria cuando ¨¦ste era un l¨ªder de la oposici¨®n, partid¨¢r¨ªo de la amnist¨ªa y de la legalizaci¨®n de los partidos pol¨ªticos, antes de ascender hasta la altura del sill¨®n ministerial. Pero como nadie es perfecto, el ministro es impotente, y su mujer, estilo ladi Chatterley versi¨®n de bolsillo, he encapricha con el joven y bello jardinero furtivo, emigrado a la capital desde un pueblo del Sur, donde ejerc¨ªa de gigol¨® aficionado con las viejas turistas ricas. Manuel Tories es el actor que encama ese papel.
La marquesa, ultraderechista por vocaci¨®n y celestina por afici¨®n; la secretaria, lesbiana con visos de perversa; el siniestro Romero, jefe de los servicios especiales, o el pasota del porro son algunos personajes secundarios que completan la galer¨ªa.
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