El enemigo principal
?La OTAN? Bueno, puede no gustarle demasiado a usted la pol¨ªtica de bloques, se nos dice; pero el hecho es que ah¨ª est¨¢ y hay que elegir. D¨ªgame: ?cu¨¢l es nuestro enemigo principal? Es preciso decidirse. Ante esta perentoria exigencia, uno realmente tiene motivos para vacilar en la respuesta, pero no para rechazar la pregunta. Porque, en efecto, de situar a nuestro enemigo principal se trata, y en ello nos va la posibilidad de una pol¨ªtica exterior, si no independiente -ser¨ªa pedir demasiado-, al menos propia. Hay que reconocer que la ¨ªzquierda, sobre todo la m¨¢s ?dura?, ha tenido siempre una benevolencia extrema a la hora de juzgar a los totalitarismos populistas del llamado ?socialismo real?; el esp¨ªritu de la Aut¨¦ntica Revoluci¨®n ha revoloteado de una dictadura a otra -parando ayer sobre Rusia, hoy sobre Albania o China, ma?ana sobre Cuba, etc¨¦tera-, e incluso despu¨¦s de haberse retirado a alg¨²n lejano palomar a curarse los perdigonazos hist¨®ricos recibidos, el aroma esperanzado de su vuelo todav¨ªa llega del Este a la nariz nost¨¢lgica de m¨¢s de uno. No hay mejor ni m¨¢s eficaz propaganda a favor de la OTAN que escuchar a algunos anti-OTAN declararse partidarios de la intervenci¨®n sovi¨¦tica en Afganist¨¢n o excusar la ocupaci¨®n de Checoslovaquia o Hungr¨ªa por aquello de que el socialismo tiene que defenderse. Otros no llegan a tanto, pero consideran que se trata de males exclusivamente pol¨ªticos, superestructurales, que no deben hacer olvidar las mejoras sociales obtenidas mediante, la aplicaci¨®n del marxismo traum¨¢tico. Es admirable que a estas alturas del curso y ya en el repaso haya quien ignore que (por ejemplo) en la Uni¨®n Sovi¨¦tica la brutalidad pol¨ªtica no ha sido ni es m¨¢s que una derivaci¨®n fren¨¦tica de la ineptitud en la organizaci¨®n social, triste resultado en el que s¨ª se cumple al fin la teor¨ªa marxista que de labios afuera predican con obtuso ¨¦nfasis susloves y breznefes.Luego, concluye cierta l¨®gica, s¨®lo nos queda el otro campo. El del capitalismo belicoso y paranoico, dispuesto a llamar ?crisis? a su inviabilidad cr¨®nica y a paliarla volviendo con cualquier pretexto a una econom¨ªa de guerra; el de la dictadura del Politbur¨® bancario-industrial sobre los pol¨ªticos, reducidos a simples mamporreros de las finanzas; el del neoliberalismo explotador dispuesto a perpetuar la sociedad del paro con tal de no abandonar su concepci¨®n productivista y acumulativa del trabajo, fuera de cuyos beneficios no quiere nada, ni imagina nada, ni a?ora nada. El campo del ajado vaquero Reagan, dispuesto a transformar el t¨®pico papel americano de ?gendarme del mundo? por el de mat¨®n, retr¨®grado en pol¨ªtica social, agresivamente fosilizado en ideas y costumbres, despiadado en la aplicaci¨®n feroz de la l¨®gica plutocr¨¢tica. El campo que hip¨®crita e interesadamente confunde ?diferencia? con ?desigualdad? y deja suponer que ?sociedad abierta? equivale a la guerra de gangs del mercado libre. Este es el mundo maravilloso del patibulario Haig, que considera ?asunto interno? un golpe de derechas en Espa?a y ?un atentado a la seguridad occidental? cuatro ministros comunistas en Francia; que decide reanudar la ayuda americana a las espeluznantes dictaduras del Cono Sur por sus ?espectaculares avances en materia de derechos humanos? y est¨¢ dispuesto a impedir manu militari que los pueblos de Centroam¨¦rica se emancipen de los seculares negreros que los tiranizan.
Por lo visto, seg¨²n cierta l¨®gica, hay que elegir entre unos y otros. Ambos bloques han elevado las posibilidades de destrucci¨®n hasta cotas incre¨ªbles y siguen invirtiendo la mayor parte de sus recursos en armamento, por lo que ni industrial ni econ¨®micamente va a serles f¨¢cil pacificarse; ambos bloques han refinado al m¨¢ximo de sofisticaci¨®n sus servicios secretos y las posibilidades de control (legal o ilegal, si es que la distinci¨®n a¨²n tiene sentido) sobre la vida cotidiana de sus s¨²bditos... o de los s¨²bditos de sus ¨¢reas de influencia. Ambos est¨¢n dispuestos a intervenir e intervienen frecuentemente en la pol¨ªtica interna de aquellos pa¨ªses que pretenden independizarse de su f¨¦rula. Pero, a pesar de todo, hay que elegir, se nos dice, sin respetar el viejo consejo de que ?entre dos males inevitables, no hay que elegir ninguno?. Y en casos como el de Espa?a, se elige por nosotros. Se niega as¨ª la posibilidad de que haya una alternativa pol¨ªtica a las diversas formas de crimen organizado, alternativa que -por razones hist¨®ricas y geopol¨ªticas- no parece f¨¢cil que surja fuera de Europa y, a¨²n m¨¢s, de ciertos pa¨ªses de Europa, pero en la que tambi¨¦n est¨¢n vitalmente interesados numerosos americanos, rusos, chinos, cubanos, etc¨¦tera. Esta alternativa negada pretende buscar una superaci¨®n efectiva de la compraventa cruel del trabajo y del productivismo irracional que no resuelve el paro, sino que lo aumenta; aplicaciones de la tecnolog¨ªa m¨¢s flexibles, orientadas a la creatividad personal y a la supresi¨®n de esfuerzo innecesario, no al aumento de rendimiento; nuevas experiencias en el reconocimiento pr¨¢ctico de las identidades nacionales absorbidas coactivarnente por el mecanismo estatal, en la autogesti¨®n directa de las comunidades menores o fraccionadas por sus miembros, en la reconstrucci¨®n y defensa del entorno ecol¨®gico; paulatina abolici¨®n y, en todo caso, directo e informado control por parte de los ciudadanos de todas las formas de encierro punitivo o curativo, junto con una redefinici¨®n incluso jur¨ªdica de la noci¨®n de ?normalidad? y ?delito?; desmilitarizaci¨®n gradual de las comunidades y reforma de los cuerpos policiales, con especial vigilancia sobre su autonom¨ªa y sobre su ?secreto?... ?Todo esto es un sue?o? Seamos claros: todo esto es el contenido de las luchas de las ¨²ltimas d¨¦cadas por una profundizaci¨®n real de la democracia. Lo que es preciso ?salvar? o ?defender? en nuestro pa¨ªs o en Europa es esto y no los estigmas de Reagan o Breznev que pueda haber entre nosotros: al contrario, dichos estigmas amenazan todo lo que merece ser rescatado o defendido. Si nada de esto puede sobrevivir, tanto nos da caer en manos de unos corno de otros; si algo o todo esto es posible, hay que defenderlo contra los unos y contra los otros.
Varios pa¨ªses luchan en la actualidad por realizar algunos de estos valores alternativos. Los hay que pertenecen al Pacto de Varsovia (el caso ambiguo y esforzado de Polonia) y los hay que forman parte de la OTAN (Francia), pero lo seguro es que estos pa¨ªses llevan a cabo su esfuerzo emancipador a despecho y contra el bloque a que est¨¢n adscritos. En nada les ayuda su alianza con un bloque hegem¨®nico, sino que precisamente forma parte de sus problemas. El caso de la Francia socialista es el que m¨¢s nos interesa a los espa?oles. Y nos interesa por cosas tan sIgnificativas como la negativa a conceder la extradici¨®n a los vascos acusados de actividades pol¨ªticas violentas, actitud que tantas hip¨®critas condenas ha levantado en medios espa?oles. Mientras se diga que los j¨®venes masacrados en Almer¨ªa perdieron sus brazos y piernas al agitarse entre las llamas y se comieron las balas encontradas dentro de ellos con fundi¨¦ndolas con altramuces, mientras sea oficial que Arregui no sufri¨® torturas, sino que muri¨® de bronconeumon¨ªa at¨ªpica, mientras Ynestrillas s¨®lo quisiera preparar un golpe fascista, pero no lo preparase efectivamente, mientras los asesinos de Yolanda Gonz¨¢lez y los de la bomba a El Papus vuelen libremente, mientras los guardias civiles que asaltaron el Congreso de los Diputados no tengan por qu¨¦ ser procesados, mientras Herrera de la Mancha siga siendo un establecimiento penitenciario modelo, mientras un capit¨¢n general en ofrenda apost¨®lica pueda hacer un discurso abiertamente pol¨ªtico mientras que ning¨²n pol¨ªtico puede hablar abiertamente del tema militar.... es fundamental para nuestra libertad. que Francia se niegue a esas extradiciones, paliando as¨ª en cierta medida la vergonzosa actuaci¨®n que Gobiernos anteriores franceses (anteriores, no se olvide) tuvieron en casos como el de Croissant et alii. ?Injerencia en asuntos internos por m¨®viles oportunistas? En pol¨ªtica cuentan los hechos y no los m¨®viles: se trata de una injerencia tan de agradecer como la de M¨¦xico o Suecia con motivo de las ejecuciones de 1975 y tan deseable como la que quisi¨¦ramos que hubiera entre todos los pa¨ªses democr¨¢ticos si ma?ana triunfase un 23 de Tejero. Gracias, pues, desde aqu¨ª al Ministerio del Interior franc¨¦s por no decepcionar la esperanza con que muchos dem¨®cratas espa?oles (hablo a t¨ªtulo de simple particular y por eso s¨¦ que son muchos) contemplan el cambio de tim¨®n en nuestro afortunado pa¨ªs vecino.
?Qui¨¦n es, entonces, el enemigo principal? Llam¨¦mosle, si quieren, l¨®gica militar; se trata de la tentaci¨®n de sustituir las razones pol¨ªticas por el peso del redoble guerrero. Este manique¨ªsmo uniformado (que no es patrimonio exclusivo ni prioritario de militares de carrera, eso por descontado) no entiende m¨¢s que un tipo de razonamiento: ellos o nosotros, prietas las filas, quien no est¨¢ conmigo est¨¢ contra m¨ª, hay que armarse y conspirar puesto que ellos conspiran y se arman, el que duda es un mal patriota, el que razona puede llegar a ser un traidor, Dios (o el pueblo) lo quiere, no es momento de coqueteos, primero triunfar del todo y luego barreremos la casa, estamos cercados, ellos no nos perdonar¨ªan, no podemos permitirnos el lujo de cederles peones, nada puede hacerse, pues es inevitable que las cosas sean as¨ª, etc¨¦tera. Todo lo que suponga favorecer esta l¨®gica -de la que brotan la OTAN, el Pacto de Varsovia, el terrorismo, la pol¨ªtica de bloques, etc¨¦tera- es burlarse de las posibilidades de regeneraci¨®n pol¨ªtica del presente. Hacerlo adem¨¢s sin consultar al pa¨ªs y de forma netamente autoritaria, tal como vamos a ser subidos en el carro de la OTAN, es un delito -otro- de lesa democracia. Y el asunto es grave, pues ?no es una bagatela que el hombre sea tratado como una bagatela por sus amos, que, por un lado, lo agobian bestialmente como simple instrumento de sus objetivos, y por otro, en las querellas de unos con otros, vuelven a ponerle en pie para conducirle al matadero?. La cita no es de Marx ni de Bakunin, descuiden ustedes, sino de un ilustrado de hace doscientos a?os llamado Manuel Kant.
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