La hora de la justicia
(...) Nos alegramos, s¨ª, de que la justicia espa?ola est¨¦ siguiendo ejemplarmente su camino, de que se haya investigado con minuciosidad, exhaustivamente, sin detenerse ante nombres ni prestigios, valorando con toda la dram¨¢tica seriedad que el caso requer¨ªa la importancia de un delito que puso en vilo toda la convivencia de los espa?oles y pudo asomarnos a una nueva guerra civil, salt¨¢ndose en su m¨¦dula la Constituci¨®n que los espa?oles con plena libertad nos hab¨ªamos dado a nosotros mismos. Tengan s¨ª los acusados y sus defensores toda la amplia capacidad de maniobra que la ley les concede, pero sean todos ellos sometidos al imperio de la ley que a todos nos obliga.Hacer justicia no es, evidentemente, un ejercicio de venganza. No es una apuesta por una ideolog¨ªa contra otra. No son ideolog¨ªas lo que aqu¨ª est¨¢ juzgando. Nadie est¨¢, en rigor, obligado a ser dem¨®crata, pero todos lo esiamos a cumplir las leyes que la Naci¨®n se ha dado a s¨ª misma a trav¨¦s de sus leg¨ªtimos representantes libremente elegidos por el pueblo espa?ol.
Mucho menos se trata de juzgar instituciones. Es, por el contrario, la limpieza de todas las instituciones lo que se busca. Y es, en este caso, la propia instituci¨®n militar quien se encargar¨¢ de hacer y har¨¢ justicia.
Por ello no contemplamos con temores este proceso. Vemos, por el contrario, en ¨¦l un camino ideal para el fortalecimiento de la plena legalidad en nuestro pa¨ªs. Una naci¨®n digna de s¨ª misma nada tiene que ocultar, nada que camuflar; gana con la luz. y las clarificaciones. Y esa clarificaci¨®n final de las responsabilidades del asalto al Parlamento es fundamental para la prosecuci¨®n de la vida democr¨¢tica.
Todo ello nos lleva a la conclusi¨®n de que es un signo de salud el que este proceso siga su camino y lo siga sin traumas.
12 de agosto
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