Debilidad y fuerza de la URSS
LA RESPUESTA de la Uni¨®n Sovi¨¦tica a la bomba de Reagan es t¨ªpica de su estilo continuo: masiva, total, utiliza todos los recursos dial¨¦cticos. Va desde el insulto directo a los "man¨ªacos nucleares" de Washington a la oferta de negociaciones para la prohibici¨®n mutua (dando a entender lo que ofrece muy pocas dudas: que est¨¢ en disposici¨®n de fabricar tambi¨¦n la bomba de neutrones), pasando por el aprovechamiento ilimitado de las reservas, protestas y temores emitidos en toda Europa por el nuevo paso en la escalada de las armas. Es pr¨¢cticamente el mismo esquema de argumentos que puso en marcha -y mantiene todav¨ªa- a prop¨®sito del tema de los llamados euromisiles. De toda esta panoplia verbal, y de algunos actos y ofertas concretas, se desprende que toda la pol¨ªtica internacional de la URSS, forzada incluso por una pol¨ªtica interior, est¨¢ basada en el retorno a la coexistencia, que, sin embargo, parece cada vez m¨¢s lejana. En esto coincide objetivamente con una opini¨®n mayoritaria europea, aunque ¨¦sta tenga otros objetivos y otra motivaci¨®n.La oposici¨®n visible entre Europa -expresada ahora, sobre todo, por Schmidt- y Reagan consiste en que Europa considera que la reducci¨®n de tensiones con la URSS de una manera estable y prolongada producir¨ªa en el tiempo una eliminaci¨®n de la agresividad sovi¨¦tica e incluso la desestalinizaci¨®n pr¨¢ctica de su r¨¦gimen, nunca terminada; mientras que el cerco y la amenaza la volver¨ªan a sus peores tiempos y no habr¨ªa m¨¢s salida que la guerra. Reagan mantiene la opini¨®n contraria: a partir de su viejo instinto de luchador y de su propia biograf¨ªa, considera que la URSS no va a perder nunca su condici¨®n de enemiga, a menos que sea derrotada; que la amenaza y la fuerza son los elementos b¨¢sicos para tratarla, y que si precisamente la URSS encuentra sus posibilidades de salida en la negociaci¨®n y la coexistencia, son esos los elementos que hay que negarle, por lo menos hasta que acepte condiciones que la aproximen a la derrota. No faltan en todo ello argumentos que sobrepasan la filosof¨ªa pol¨ªtica o el mero c¨¢lculo de posibilidades, y que se refieren a situaciones m¨¢s agudas. La opini¨®n americana que ha elevado al poder a Reagan desear¨ªa que la confrontaci¨®n definitiva con la URSS se produjera poniendo en m¨ªnimo riesgo el territorio de Estados Unidos, y cree que todav¨ªa no es tarde para ello, aun a costa de una conflagraci¨®n limitada en Europa. Por razones obvias, Europa no considera v¨¢lida esa salida.
La realidad es que la URSS est¨¢ atravesando el peor per¨ªodo de su historia, si se except¨²an los a?os de guerra civil y los de la guerra contra la Alemania nazi. Algunos de sus movimientos son ya desesperados y de ultima ratio, como la invasi¨®n de Afganist¨¢n o la de Camboya por utilizaci¨®n de los vietnamitas. Como todos los movimientos desesperados y extremos, produce situaciones contrarias a las deseadas: a cambio de muy poco, se ve -envuelta en situaciones de resistencia nacional, en el rechazo del Tercer Mundo -que ni siquiera Cuba puede restablecer, a pesar de los esfuerzos de Fidel Castro con los no alineados-, y especialmente de la opini¨®n isl¨¢miea, hoy tan poderosa; cr¨¦a en Asia una tensi¨®n por la que se aumenta la aproximaci¨®n de China a Estados Unidos y tambi¨¦n la de Jap¨®n, que en los ¨²ltimos a?os hab¨ªa comenzado a buscar una mayor independencia; se distancia m¨¢s de los partidos comunistas occidentales y de las conciencias intelectuales del mundo, que soportan mal el aherrojamiento de los peque?os pa¨ªses por las grandes potencias y, justamente, no distinguen en ello si el dominio procede de la URSS o de Estados Unidos. Y, sobre todo ello, pierde credibilidad en sus intentos de negociaci¨®n. La idea de que las invasiones est¨¢n hechas para romper un cerco no cuaja ni se admite, y deja brillar la tesis de Reagan de que elcerco es solamente una contenci¨®n frente al expansionismo. La complicaci¨®n polaca se superpone a todo. Aparte del problema de t¨¦cnica del riesgo de invadir o no invadir, est¨¢la muestra patente del fracaso del r¨¦gimen comunista y la clar¨ªsima sensaci¨®n de que ese tipo de r¨¦gimen s¨®lo se acepta por la fuerza, y que su imposici¨®n no consigue nunca profundizar: al cabo de a?os y a?os, el pensamiento religioso no s¨®lo no se ha eliminado, sino que se ha fortalecido; la ambici¨®n de libertad se ha acrecentado, y ni siquiera se ha logrado una situaci¨®n econ¨®mica aceptable. Nadie piensa que sea una situaci¨®n polaca -sobre todo, depu¨¦s de los Orecedentes de Hungr¨ªa y Checoslovaquia-, sino com¨²n al mundo comunista, incluyendo la propia Uni¨®n Sovi¨¦tica.
No parece que la URSS tenga en estos momentos nin guna clase de respuesta, moral o material, a esta situa ci¨®n de grave crisis. Las que emplea est¨¢n desgastadas. La figura de Breznev est¨¢ rota. Gobierna desde 1964. Ha negociado desde entonces, sucesivamente, con Johrison, N¨ªxon, Ford y Carter; ahora se enfrenta con Reagan. En todo este tiempo, en todo este transcurso de cinco presidentes de Estados Unidos, la situaci¨®n pol¨ªtica de la URSS se ha ido deteriorando y la fisica de Breznev haci¨¦ndose m¨¢s decr¨¦pita por la edad y por la enfermedad. Hay que pensar en que Breznev se mantiene porque el pa¨ªs no sabe encontrar alternativas; se est¨¢ cociendo en su propio caldo. El sistema, el r¨¦gimen, basado en la naturaleza cient¨ªfica de lo que no se puede perfeccionar, se ha deteriorado y ni siquiera puede responder de una manera coherente, sino compulsiva -Afganist¨¢n, Camboya-, a los nuevos desafios. Es evidente que la salida que ve como m¨¢s posible Mosc¨² es la del regreso a, la coexistencia; el reposo para rehacerse, la posibilidad de reducir sus gastos de armamento y defensa y dar al pue blo algo del consumo que pide, la de recuperar las adhe siones perdidas en la conciencia pol¨ªtica mundial. Probablemente algo ut¨®pico, porque la URSS no podr¨¢ nunca volver a tener la imagen que tuvo, est¨¢ demasiado vulnerada. Pero, por lo menos, una ¨²ltima ocasi¨®n. En estas circunstancias, Reagan no quiese perder la ocasi¨®n, que cree ver, de pasar a la historia como el presidente ameri cano que dobleg¨® a Rusia despu¨¦s de 74 a?os de es fuerzos.
Pero hay algo de una evidencia mucho mayor: la URSS ha perdido muchas cosas en estos ¨²ltimos a?os, pero, por el contrario, ha acrecentado su potencia militar, su arsenal, sus investigaciones cient¨ªfico-militares para la guerra. Es el producto de un pa¨ªs y de un sistema que han nacido cercados y amenazados y no han dejado de estarlo jam¨¢s, Mientras ca¨ªa su armaz¨®n pol¨ªtico e ideol¨®gico se fortalec¨ªan al m¨¢ximo sus posibilidades b¨¦licas. Cu¨¢ndo un pa¨ªs carece de flexibilidad pol¨ªtica y, en cambio, tiene seguridad en su fuerza f¨ªsica hay que temer que termine aceptando el enfrentamiento en ese terreno. Es esto lo que hace m¨¢s dudosa la posici¨®n de Reagan y del actual Estados Unidos.
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