Cara y cruz de las reposiciones cinematogr¨¢ficas
Se desesperan a veces los exhibidores porque la gente no va al cine como antes. Sin embargo, no adaptan sus locales a las nuevas costumbres del p¨²blico, no estrenan las pel¨ªculas en varios lugares a la vez para permitir que cada uno elija el cine que le queda m¨¢s cerca, no utilizan la imaginaci¨®n para saber informar con exactitud de lo que venden en cada momento.Como todos lo que hacen poco o lo hacen mal, buscan culpables fuera.
Hace unas semanas aparec¨ªan en la Prensa unos anuncios protestando por la obligaci¨®n de exhibir cine espa?ol: ?Retiramos de cartel nuestro ¨¦xito americano porque la ley nos obliga?. La ley, sin embargo, no les obliga a exhibir las pel¨ªculas en un solo local, y, sobre todo, no les exige hacer tan mala publicidad de la pel¨ªcula espa?ola que comienza en ese momento su trayectoria. S¨ª son los propios exhibidores y distribuidores quienes as¨ª ofrecen al p¨²blico un nuevo t¨ªtulo, ?c¨®mo pretenden que corramos a verlo?
?C¨®mo pretenden, adem¨¢s, que el p¨²blico no se canse de ver viejas -muy viejas- copias de pel¨ªculas reestrenadas a precios de estreno? ?C¨®mo no va a sentirse defraudado el p¨²blico cuando se les anuncia la nueva versi¨®n de un t¨ªtulo reciente que s¨®lo incluye una secuencia m¨¢s que la versi¨®n anterior? Han le¨ªdo bien: s¨®lo una secuencia. ?C¨®mo va a ir la gente a ver pel¨ªculas que no se anuncian?
Tenemos, por ejemplo, el caso de El bosque del lobo, la excelente pel¨ªcula que Pedro Olea dirigi¨® en 1969 y que ahora, efectivamente, se reestrena por vez primera. Colocada en un discreto cine de Madrid -el California-, en pleno verano, la publicidad que tal hecho ha merecido elude tanto el nombre del cine como su caracter¨ªstica de reestreno. Quienes no tengan una informaci¨®n especializada o una memoria de elefante quedar¨¢n insensibles a la informaci¨®n que se les da. El bosque del lobo, premiada en festivales en su momento, fue la carta de presentaci¨®n del joven Pedro Olea, relatando con la discreci¨®n que la censura exig¨ªa entonces la historia de un buhonero que cae v¨ªctima de la superstici¨®n y de la estrecha moral de su entorno. Supuso la pel¨ªcula una confirmaci¨®n de la amplitud de registros interpretativos de Jos¨¦ Luis L¨®pez V¨¢zquez; una agradable sorpresa en el siempre amenazado panorama del cine espa?ol.
Como lo fue Arrebato, de Iv¨¢n Zulueta, que ahora tambi¨¦n se repone, buscando al p¨²blico que, en su momento, por mala publicidad y poca permanencia en cartel, no alcanz¨® a verlo. Arrebato fue la pel¨ªcula m¨¢s curiosa del pasado a?o en la producci¨®n espa?ola, acaparadora de comentarios elogiosos que la exhibici¨®n no supo leer a tiempo. La imaginativa puesta en escena de Zulueta, la ins¨®lita composici¨®n de los personajes y la original an¨¦cdota que narra, abierta a todo tipo de interpretaciones, convirti¨® Arrebato en la mejor pel¨ªcula de los nuevos autores espa?oles.
Balones fuera
Pero no estuvo en cartel el suficiente tiempo. Cuando los distribuidores y exhibidores protestan por las malas cr¨ªticas que reciben algunas de las pel¨ªculas que comercian tratan simplemente de arrojar balones fuera. Pero una reflexi¨®n sobre la actitud tomada por ellos frente a las pel¨ªculas que ofrecen demostrar¨ªa que son precisamente su falta de valor, la ausencia de b¨²squeda de f¨®rmulas nuevas y su af¨¢n de peseta f¨¢cil y r¨¢pida los culpables de la mayor¨ªa de los desaguisados que el cine sufre. La cr¨ªtica no va a cubrir la publicidad que ellos no hacen, no va a reemplazar la incomodidad de los locales, no va a facilitar las semanas de rodaje que se ahorraron creyendo que la gente no se enterar¨ªa. Si los juicios cr¨ªticos son injustos en ocasiones. no menos injustas son las actitudes de los profesonales. No subtitular, por ejemplo, las canciones de un nuevo musical estrenado a bombo y platillo; no protestar por la clasificaci¨®n ?S? que recibe La mujer de ministro, de Eloy de la Iglesia, que ser¨¢ as¨ª la primera ?S? de tipo pol¨ªtico que recibe el cine en Espa?a, con lo que el p¨²blico que dar¨¢ perfectamente desorientado no respetar, por ejemplo, los formatos originales de las pel¨ªcula que ahora reponen; no doblar esa reposiciones para que tengan, por fin, la versi¨®n completa que el p¨²blico paga; no impedir que alguna traducciones de t¨ªtulos hagan que la gente crea que se trata de pel¨ªculas bien diferentes a las que son. No trabajar, en fin, en una onda favorable al p¨²blico.
Hay, sin embargo, excepciones El bosque del lobo y Arrebato ha quedado ya se?aladas. Hay que a?adir Iv¨¢n el Terrible, de la que ahora se repone la primera parte Realizada en 1943 por S. M. El senstein, supone uno de los filme m¨¢s espectaculares del realizado sovi¨¦tico, ¨²ltimo de su carrera. La visi¨®n distanciada de la est¨¦tica de Eisenstein permite hoy una valoraci¨®n de su trabajo que llega tanto a la destrucci¨®n de sus valore como a la exageraci¨®n positiva d sus aciertos; extremismos apasionados que mantienen viva la creaci¨®n del legendario maestro.
Otra excepci¨®n ser¨¢ la de La se?ora Minniver, una de las mejores pel¨ªculas del desaparecido William Wyler. Melodrama ambientado en la segunda guerra mundial sit¨²a bien las caracter¨ªsticas del director, a medio camino entre la qualit¨¦ y el ternurismo. Si La se?ora Minniver aprovecha la publicida recibida por la obra de William Wyler a ra¨ªz de su muerte, otro distribuidores no adaptan sus ser vicios a la marcha de los festivales Tenemos as¨ª, por ejemplo, que salvo El cartero siempre llama dos veces, ninguna otra pel¨ªcula del Festival de Cannes -que concluy¨® e mayo- ha sido vista en nuestra pantallas.
Es el tiempo de las reposiciones de algunas justas y bien proyectadas, y de otras -muchas- deformadas, mutiladas, en viejas copia o, al menos, con p¨¦sima publicidad.
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