Un arma para la controversia
Supongamos que fuera posible aumentar la efectividad militar de un arma del teatro de batalla y, al mismo tiempo, reducir sustancialmente el n¨²mero de civiles que morir¨ªan por su utilizaci¨®n s¨®lo por la mala suerte de vivir cerca del lugar donde se estaba produciendo la guerra.Supongamos adem¨¢s que dicha arma fuera pensada para detener una invasi¨®n masiva de fuerzas blindadas del enemigo, que, de otra forma, arrollar¨ªan como un rel¨¢mpago a trav¨¦s de la Europa democratica y el territorio de nuestros principales aliados.
Suponganios por ¨²ltimo que, aparte de la capacidad de dicha arma para ayudar a detener una invasi¨®n de Europa y salvar miles de vidas de civiles inocentes, ¨¦sta fuera m¨¢s segura, tuviera un radio de acci¨®n mayor y reemplazara armas m¨¢s viejas de forma que se redujera el n¨²mero total de armamentos.
Las armas neutr¨®nicas, que el presidente Reagan ha decidido producir, tienen precisamente estas caracter¨ªsticas. Adem¨¢s, tienen una caracter¨ªstica crucial que es m¨¢s importante que cualquier otra: reducir¨¢n la probabilidad de que, incluso en una crisis, los sovi¨¦ticos se sintieran tentados a lanzar un ataque contra nuestros aliados europeos. En consecuencia, las bombas N aumentan la credibilidad de nuestra capacidad de disuasion y, por tanto, reducen la probabilidad de que las bombas nucleares sean jam¨¢s usadas en una guerra europea.
Resulta ir¨®nico que gran parte de la oposici¨®n a la bomba de neutrones se base en la creencia de que es inmoral, a pesar de su papel disuasorio, a la vez que hace a las democracias occidentales m¨¢s seguras para sus libertades individuales y su expresi¨®n moral. La explicaci¨®n reside en la abundante desinformaci¨®n acerca de las bombas neutr¨®nicas, en parte inocentemente basada en la ignorancia de los hechos, pero la mayor parte de la misma deliberadamente diseminada por una campa?a de propaganda bien orquestada originada en Mosc¨². As¨ª, la decisi¨®n presidencial de producir la bomba de neutrones para almacenarla en territorio norteamericano estaba destinada a ser pol¨¦mica, especialmente en Europa, que ha sido el centro de una campa?a de propaganda sovi¨¦tica que comenz¨® en la anterior Administraci¨®n y que explot¨® simult¨¢neamente el miedo europeo y la desafortunada impresi¨®n de la indecisi¨®n de Estados Unidos.
La decisi¨®n del presidente tiene como objetivo establecer un prudente equilibrio entre las sensibilidades europeas, por un lado, y, por otro, la necesidad de adoptar dif¨ªciles decisiones que afectan a las fuerzas de EE UU.
La toma de estas decisiones no puede ser repercutida ni incluso a nuestros aliados m¨¢s fieles, aunque cualquier despliegue definitivo de las armas neutr¨®nicas a cualquier pa¨ªs se producir¨ªa ¨²nicamente despu¨¦s de consultar con los Gobiernos afectados.
Mientras tanto, es posible que evolucione la actitud de los europeos hacia las armas de neutrones y que surja una mayor compresi¨®n hacia su despliegue, en contra de los esfuerzos sovi¨¦ticos de tergiversar nuestra propuesta y oscurecer los hechos.
Los hechos cruciales son estos:
1. El masivo crecimiento del armamento sovi¨¦tico durante varios a?os ha deshecho el equilibrio europeo en contra del Oeste, lo que requiere la modernizaci¨®n de las fuerzas disuasorias de la OTAN tanto como nuestra propia capacidad de disuadir las amenazas sovi¨¦ticas en otros teatros.
2. Una mayor capacidad de la OTAN para detener una invasi¨®n sovi¨¦tica ampliar¨¢ nuestra capacidad disuasora y reducir¨¢ adem¨¢s la posibilidad de una guerra convencional o nuclear.
3. Las armas de neutrones son m¨¢s efectivas y causar¨ªan menores da?os a la poblaci¨®n civil que las armas a las que sustituyen.
El rearme sovi¨¦tico de la pasada d¨¦cada va en contra de los deseos de Rusia de lograr una detente con el Oeste; es una burla la indignaci¨®n de que han hecho gala los rusos al atacar esta decisi¨®n de mantener nuestra capacidad de disuasi¨®n.
Hay quien se preocupa porque las armas de neutrones, al no causar da?os masivos a la poblaci¨®n civil pr¨®xima al campo de batalla, pueden ser usadas con mayor probabilidad que las armas a las que reemplazan. La conclusi¨®n l¨®gica de este razonamiento es que deber¨ªamos construir armas lo m¨¢s da?inas posible, y as¨ª nos ver¨ªamos disuadidos a usarlas, no es la clase de disuasi¨®n que mantendr¨¢ la paz.
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