Hay 11.000 paral¨ªticos en Marruecos a consecuencia de la adulteraci¨®n de aceite en 1959
Una ma?ana de septiembre de 1959, un tejedor de alfombras de la ciudad de Mequinez, en el centro de Marruecos, despert¨® con la terrible sorpresa de ver que no pod¨ªa mover ni brazos ni piernas. A la ca¨ªda de la tarde del mismo d¨ªa, su mujer quedaba tambi¨¦n postrada para siempre. Unos d¨ªas antes hab¨ªan sentido unos extra?os dolores musculares en las extremidades y en la espalda, que, no obstante, hab¨ªan desaparecido. Este primer caso dar¨ªa la se?al de alarma de lo que en pocos d¨ªas iba a convertirse en una aut¨¦ntica tragedia nacional. Esa misma ma?ana, decenas de familias de la ciudad de Mequinez, y luego de Rabat. quedaban paral¨ªticas, v¨ªctimas de una enfermedad desconocida y extra?a.
Los hechos, vistos retrospectivamente, ocurrieron as¨ª: en el mes de septiembre de 1959, Marruecos, como todos los pa¨ªses musulmanes, se dispon¨ªa a celebrar las festividades del Mulud An Nabi o aniversario del nacimiento del profeta Mohamed.A la ciudad de Mequinez hab¨ªa acudido ese a?o tal cantidad de visitantes que no hab¨ªa aceite suficiente para safisfacer la demanda. Unos comerciantes sin escr¨²pulos no encontraron nada mejor, para hacer negocio redondo, que mezclar unos excedentes de aceite de motor de avi¨®n que hab¨ªan sido subastados p¨²blicamente en la entonces base militar norteamericana de Nouasseur, cercana a Casablanca.
Para hacer m¨¢s aceptable el aceite adulterado le llamaron Le Cerf, y le colocaron etiquetas con ese nombre, que, pronunciado en ¨¢rabe, es fon¨¦ticamente muy parecido al aceite franc¨¦s de mayor calidad vendido entonces en Marruecos, Lessieur.
Al principio se pens¨® que pod¨ªa tratarse de una epidemia de pollomielitis, pero la hip¨®tesis fue descartada r¨¢pidamente por los especialistas. Luego, pensando que pod¨ªa ser una enfermedad contagiosa, para evitar la promiscuidad de las grandes concentraciones, el Gobierno suspendi¨® la fiesta del Mulud. Las autoridades marroqu¨ªes, que andaban por su tercer a?o de independencia, se ve¨ªan totalmente desbordadas e impotentes.
Estado de desastre nacional
En septiembre de 1959, Marruecos s¨®lo dispon¨ªa de novecientos m¨¦dicos para una poblaci¨®n de once millones de habitantes. El 23 de septiembre de ese a?o, el ministro marroqu¨ª de Salud, Yussef Bel Abbes, proclam¨® oficialmente el estado de desastre nacional e hizo un angustiado llarmamiento a la Cruz Roja Internacional, a la Organizaci¨®n Mundial de la Salud, a la Unicef y a las Naciones Unidas.
M¨¢s de quince pa¨ªses acudieron inmediatamente en ayuda de Marruecos. Cuando los or¨ªgenes de la extra?a par¨¢lisis pudieron ser determinados se hab¨ªan registrado ya en todo Marruecos 10.932 casos, de los cuales seiscientos eran sin soluci¨®n, y 8.000, seg¨²n los especialistas, podr¨ªan alcanzar una rehabilitaci¨®n parcial tras un prolongado tratamiento, aunque quedar¨ªan minusv¨¢lidos para toda la vida.
Una paciente de un m¨¦dico franc¨¦s del instituto Pasteur contar¨ªa un incidente que dio la clave del enigma. En el curso del interrogatorio a que iue sometida por el m¨¦dico para establecer su hoja cl¨ªnica, la mujer dijo que lo ¨²nico que le hab¨ªa llamado la atenci¨®n era que el aceite de cocinar le pareci¨® un d¨ªa m¨¢s oscuro que de costumbre. Para estar m¨¢s segura, hab¨ªa hecho con ¨¦l unos bu?uelos, que dio a probar primero a su perro. Como los efectos no fueron inmediatos, la mujer sigui¨® preparando los alimentos de su familia con el aceite en cuesti¨®n. A la semana. todos ellos, incluido el perro, quedaron paral¨ªticos.
Con esta revelaci¨®n se orden¨® el an¨¢lisis inmediato del aceite Le Cerf y se encontr¨® que conten¨ªa nada menos que tri-orto-cresil-fosfato, un veneno que afecta directamente a los sistemas nerviosos central y perif¨¦rico.
Aceite suficiente para envenenar a todo el pa¨ªs
El Gobierno marroqu¨ª advirti¨® a la poblaci¨®n contra el peligro de consumir ese aceite, y se dispuso a censar las existencias en el mercado para su retirada. Un mill¨®n de litros, suficiente para dejar paral¨ªticos a los once millones de marroqu¨ªes, fueron incautados.
Viendo que nadie compraba ya el aceite en Mequinez, Rabat o las grandes ciudades, se apresuraron a quitarle las etiquetas y enviarlo para su venta a las aldeas m¨¢s remotas del pa¨ªs, adonde todav¨ªa no hab¨ªa llegado la noticia de la tragedia. El resultado fue que empezaron a aparecer nuevos casos de par¨¢lisis.
Este comercio criminal s¨®lo termin¨® cuando el Parlamento marroqu¨ª, a propuestas del rey Mohamed V, vot¨® una ley de emergencia, con car¨¢cter retroactivo, que sancionaba con la pena de muerte la fabricaci¨®n o distribuci¨®n consciente de aceite adulterado, delito que quedaba tipificado como ?crimen contra la salud de la naci¨®n?.
Veintisiete comerciantes fueron detenidos en virtud de esa ley. El 27 de abril de 1960, despu¨¦s de una exhaustiva investigaci¨®n, cinco comerciantes fueron condenados a la pena de muerte y tres a cadena perpetua por la corte suprema de Rabat en uno de los juicios m¨¢s espectaculares de toda la historia de Marruecos.
El Gobierno marroqu¨ª vot¨® con car¨¢cter de urgencia un presupuesto especial de doscientos millones de francos para indemnizar a los damnificados, que recibieron a raz¨®n de 10.000 francos, unas 2.000 pesetas, los jefes de familia, m¨¢s mil francos (doscientas pesetas) por mujer y cada hijo.
Veintitr¨¦s a?os despu¨¦s a¨²n se pueden ver en las calles de Mequinez y Casablanca algunos de aquellos paral¨ªticos, el 50% de los cuales fueron ni?os y adolescentes.
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