Sadat, en Washington
LAS CONVERSACIONES de Sadat en Washington con Reagan y con Haig no han hecho progresar de manera visible las perspectivas de alguna soluci¨®n pac¨ªfica para la zona, entenebrecidas por la reaparici¨®n de Beguin al frente de Israel, con su espectacular afici¨®n a los actos de violencia y la formaci¨®n de un Gobierno a¨²n m¨¢s duro que el anterior, donde un ultra como Sharon ocupa el Ministerio de Defensa -encargado, por tanto, de, la gobernaci¨®n de los territorios ocupados, concretamente, de las zonas de Cisjordania y Gaza-, donde no hay ning¨²n moderado y donde el apoyo de los partidos religiosos refuerza una ortodoxia que aproxima al Gobierno del pa¨ªs a una teocracia.Los medios diplom¨¢ticos de Washington dicen que las reuniones han servido para reforzar los lazos de amistad de los dos pol¨ªticos. Son reales. El conjunto de reservas que inspira Beguin acent¨²a la solidaridad de Sadat y Reagan. Pero la idea que llevaba Sadat en su cartera de conseguir que Reagan escuchase por lo menos a Yasir Arafat y estableciese un principio de reconocimiento a la OLP (que cada vez encuentra m¨¢s audiencia en el mundo occidental) ha encontrado una oposici¨®n firme. Reagan ha explicado claramente que no har¨¢ nada en ese sentido: nada que pueda significar una ruptura con Israel ni nada que represente un reconocimiento de la Organizaci¨®n para la Liberaci¨®n de Palestina, por lo menos hasta que ¨¦sta reconozca oficialmente la existencia del Estado de Israel. En cambio, Reagan ha explicado a su interlocutor que el verdadero problema de la zona est¨¢ en la Uni¨®n Sovi¨¦tica y los pa¨ªses vicarios -surrogates- que la representan. Ha encontrado en este caso a alguien convencido. La oposici¨®n de Egipto a la URSS y al comunismo viene desde la ¨¦poca de Nasser, que persigui¨® a los comunistas con el mismo rigor que a los jud¨ªos en nombre de su revoluci¨®n isl¨¢mica y de la incompatibilidad absoluta del Cor¨¢n, sean cuales sean sus interpretaciones, con Marx. Este acuerdo conduc¨ªa, sobre todo, a la cuesti¨®n de la base militar de Ras Bana -sur de Egipto-, en la que Estados Unidos quiere aumentar su presencia, en lo que est¨¢ de acuerdo Sadat, con una condici¨®n: dinero americano, necesario para reconstruirla o modernizaria. No ha habido problemas.
La idea ahora es la de celebrar una nueva conferencia que contin¨²e la de los famosos principios de Camp David, nunca cumplidos. Una conferencia Sadat-Beguin-Reagan, para la cual, seg¨²n Haig, no hay fijada ninguna clase de objetivos concretos. Todo indica que la situaci¨®n sigue siendo muy difusa, que ninguna de las formas de negociaci¨®n est¨¢ aceptada por ninguna de las partes presentes y que lo que se espera, sobre todo, es ver c¨®mo Beguin maneja la situaci¨®n con su propio Gobierno.
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