La huella espa?ola de un realizador inquieto
Conoc¨ª a Glauber Rocha en el Festival de Cannes de 1967. Presentaba a concurso Terra em transe, su tercer largometraje, en un momento donde el cine latinoamericano en general y el brasile?o en particular empezaban a estar de moda entre la cr¨ªtica europea, que ve¨ªa en ellos la ¨²ltima posibilidad de redenci¨®n. Rocha era una persona extremadamente amable, simp¨¢tica y divertida.Por aquella ¨¦poca, Rocha se hab¨ªa convertido en una especie de representante en Europa del movimiento cinematogr¨¢fico brasile?o Cinetna N¨®vo, viv¨ªa largas temporadas en Par¨ªs y s¨®lo acud¨ªa a Brasil cuando ten¨ªa un proyecto cinematogr¨¢fico concreto. Yo frecuentaba con asiduidad los festivales cinematogr¨¢ficos y en ellos se fue consolidando nuestra amistad. En Venecia, en 1967, al d¨ªa siguiente que Luis Bu?uel ganase el Le¨®n de Oro por Belle de jour, asist¨ª a una cur¨ªosa entrevista entre ¨¦l y Rocha, donde uno actuaba como gran maestro del cine latinoamericano y el otro como alumno aventajado en una divertida conversaci¨®n.
Despu¨¦s de ganar el premio a la mejor direcci¨®n en Cannes, en 1969, por Antonio das Mortes, Rocha recibi¨® la oferta de hacer una pel¨ªcula en Espa?a. Su situaci¨®n pol¨ªtica en Brasil era delicada, estudiaba la posibilidad de rodar en el extranjero, pero dec¨ªa que ¨²nicamente podr¨ªa hacerlo en Portugal, Espa?a o Africa. Finalmente se le presentaba la ocasi¨®n id¨®nea. Pere I. Fag¨¦s y Ricardo Mu?oz Suay le ofrecieron 100.000 d¨®lares de la ¨¦poca para hacer una pel¨ªcula en condiciones de absoluta libertad y sobre el tema que quisiera. Pens¨® en una adaptaci¨®n de Bodas de sangre, de Garc¨ªa Lorca, o de Tirano Banderas, de Valle-Incl¨¢n.
Le volv¨ª a ver en Venecia y entonces el proyecto estaba en marcha. Hab¨ªa escrito una personal adaptaci¨®n de Macbeth, de Shakespeare, donde hab¨ªa convertido al protagonista en un dictador latinoamericano. Poco tiempo despu¨¦s el gui¨®n, que no cubr¨ªa m¨¢s de unas veinticinco p¨¢ginas, no s¨®lo era autorizado por la censura, sino que se declaraba de inter¨¦s especial, lo que inmediatamente supon¨ªa una importante subvenci¨®n oficial. Me habl¨® de la posibilidad de trabajar en la pel¨ªcula y yo acept¨¦ encantado. El rodaje se retras¨® porque antes hizo en el Congo Der Leonen llave Sept Cabe?as, una coproducci¨®n entre Italia y Francia. Finalmente, el rodaje de Cabezas cortadas comenz¨® el 1 de marzo de 1970 en la Biblioteca Central de la Diputaci¨®n de Barcelona. Durante todo el mes sigui¨® en Rosas, Ampurias, el monasterio de San Pedro de Roda y el cabo de Creus.
Der Leonen Have Sept Cabe?as se present¨® en el Festival de Venecia, y Cabezas cortadas, en el de San Sebasti¨¢n. A pesar del indudable inter¨¦s de ambas, fueron mal recibidas por una cr¨ªtica que cre¨ªa que deb¨ªa haberse quedado en Brasil luchando por la amenazada libertad del Cinenia Novo. No se repiti¨® el ¨¦xito Internacional de Deus e o Diabo na Terra do Sol (1963) ni el de Antonio das Mories, y Rocha comenz¨® un largo peregrinaje en busca de un pa¨ªs donde vivir y de dinero para hacer nuevas pel¨ªculas.
Durante algunos a?os le segu¨ª viendo con alguna regularidad porque hizo en Cuba un largo documental, ABC del Brasil (1972), y curiosamente Madrid era el ¨²nico lugar de Europa que ten¨ªa vuelos directos con La Habana. De alguna manera Rocha era consciente de que sus a?os de fama mundial hab¨ªan pasado. El cine latinoamericano volv¨ªa a su gran sue?o y se sent¨ªa mucho m¨¢s interesado por las drogas que por el cine.
Sus ¨²ltimas pel¨ªculas tienen mucho menor inter¨¦s. O Cancer (1971) no es m¨¢s que un ensayo realizado antes de Antonio das Mortes para aprender a manejar el sonido directo. Claro (1975) y Jorjamundo no cinema (1979) nunca llegan a Europa. A cidade na terra (1980), su ¨²ltima producci¨®n, se present¨® en el Festival de Venecia ante una cr¨ªtica que llevaba a?os sin saber nada de ¨¦l, que recibi¨® mal la pel¨ªcula y que la encontr¨® confusa por ser excesivamente localista.
Te¨®rico del Cinema N¨®vo a trav¨¦s de sus textos, gran patriarca del cine brasile?o, en uni¨®n de Ruy Guerra y Carlos Diegues, Glauber Rocha ha pasado a la historia del cine por tres pel¨ªculas: Deus e o Diabo na Terra do Sol, Terra en Transe y Antonio das Mortes, que resultan imprescindibles para el conocimiento de la cultura latinoamericana y brasile?a.
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