Cogida del banderillero Antonio Brice?o

Los novillos escurialenses lidiados en la segunda novillada no ten¨ªan trap¨ªo ni presencia, pero eso no quiere decir que fueran inofensivos. Un toro no lo es nunca. Y por esta circunstancia el primero cogi¨® al banderillero Antonio Briceno cuando cuadraba espl¨¦ndidamente en la cara al poner un par, no sabemos si consciente o no de que el novillo empujaba en tablas. Tanto si lo vio como si no, el caso es que sali¨® prendido y corneado en el muslo izquierdo, donde sufre una herida de pron¨®stico menos grave.Los dem¨¢s novillos salieron con parecido estilo, lo que quiere decir que ninguno fue bueno. El de peor juego fue el segundo, al que Juan Mora no intent¨® dominar en ning¨²n instante, probablemente porque no sab¨ªa hacerlo. Muy mal ha estado Mora en su segunda actuaci¨®n, pues adem¨¢s de no poder hacerse con su primer enemigo se dedic¨® a dar pases por todo, el ruedo al quinto.

Casi todos los muletazos fueron aprovechando la querencia del bicho, que, como todos sus hermanos, buscaba constantemente el refugio de los tableros. Hubo algunos a quienes este aburrimiento les agrad¨® y pidieron la oreja en visible minor¨ªa. Minor¨ªa no tan visible para el presidente, que la concedi¨® de modo autom¨¢tico. Las protestas de la mayor¨ªa se hicieron notar y el torero arroj¨® el trofeo al suelo, exponi¨¦ndose a ser multado.

Galindo ha sido el que mejor impresi¨®n ha causado con un toreo mand¨®n y templado en el cuarto, aunque con poca pureza y hondura en los muletazos. Pep¨ªn Jim¨¦nez, que sall¨® mermado de facultades, anduvo f¨¢cil con su lote, que le ven¨ªa chico, e hizo dos faenas en las que hubo de todo. Junto alg¨²n muletazo de calidad, alg¨²n que otro circular para la galer¨ªa. Al lado de unos pases de frente instrumentados en el sexto novillo, otros muchos en que la muleta sal¨ªa enganchada en los pitones.

Algunos le reprocharon el aparente afeitado de sus novillos pues especialmente el sexto parec¨ªa haber sido preparado para la actuaci¨®n de alg¨²n rejoneador, pero esto parece que es ya el pan nuestro cotidiano en todas las plazas.

El novillero Fernando Galindo brind¨® su primera actuaci¨®n a Ignacio Aguirre, que ocupaba una localidad de tendido bajo. Suponemos que este excelente afi?cionado habr¨¢ observado la sospechosa condici¨®n de los pitones de los novillos que correspondieron a Pep¨ªn y se concienciado para abordar la reforma del reglamento, a la que se ha referido en recientes declaraciones.