Caprichos de la nueva censura
Estamos ante la primera pel¨ªcula espa?ola clasificada con una S por la nueva censura. La raz¨®n parece residir en una secuencia en la que se caricaturizan los modismos del antiguo presidente del Gobierno, Adolfo Su¨¢rez. Esta decisi¨®n no ha cubierto precisamente de gloria a la censura, ya que en una pel¨ªcula anterior, Al tercer a?o resucit¨®, se hac¨ªan caricaturas, m¨¢s feroces e intencionadas, de los l¨ªderes de la actual oposici¨®n. Este capricho censor indica que a¨²n no hemos llegado a una libertad m¨ªnima en lo que a la cinematograf¨ªa, al menos, se refiere. Precisamente en esta decisi¨®n censora se basa la publicidad de La mujer del ministro, y en ella justamente, reside su m¨¢ximo inter¨¦s. Pocas veces ofrece el cine una oportunidad tan clara de conocer la realidad en que nos encontramos.Es esta la decimosexta pel¨ªcula de Eloy de la Iglesia. Con tan amplia filmograf¨ªa puede hablarse claramente ya de la trayectoria de un autor. El mismo se refiere a pel¨ªculas suyas anteriores: la breve secuencia en la que Pastor Serrador diserta a favor de la democracia es una buena prueba de ello. Hay ejemplos, igualmente f¨¢ciles, en Miedo a salir de noche o en El diputado.
La mujer del ministro
Director: Eloy de la Iglesia. Guionistas: Gonzalo Goicoechea, Eloy de la Iglesia y ?ngel Sastre. Producci¨®n: Oscar Guarido. Fotograf¨ªa: Carlos Su¨¢rez. Int¨¦rpretes: Amparo Mu?oz, Manuel Torres, Sim¨®n Andreu, Julieta Serrano, Pastor Serrador. Drama pol¨ªtico. Local de estreno: Palace.
Autor sincero y pol¨¦mico.
Otros aspectos de la pel¨ªcula remiten igualmente a cierta picard¨ªa que algunos cr¨ªticos han considerado escandalosa y otros s¨®lo inteligible a trav¨¦s del humor: es evidente que De la Iglesia es, en ciertos c¨ªrculos, un autor pol¨¦mico. La ingenuidad con la que suele plantear situaciones de la realidad espa?ola ha indignado a los que piensan que siempre es necesario un mayor rigor o una credibilidad dram¨¢tica m¨¢s elaborada; esa misma ingenuidad ha parecido a otros la base de un lenguaje necesario en una cinematograf¨ªa, como la espa?ola, que suele dividirse dr¨¢sticamente, bien en un cine minoritario de autor o en otro popular, que expone en primer lugar un derechismo pol¨ªtico siempre discutible.En cualquier caso, no estamos ante una de las mejores pel¨ªculas del autor. A mi juicio, ¨¦stas son La semana del asesino, cuyo enloquecimiento argumental exig¨ªa, efectivamente, la complicidad humor¨ªstica del espectador, y Los placeres ocultos, donde el descubrimiento de determinadas vidas secretas en nuestra aparentemente ortodoxa realidad correspond¨ªa a planteamientos militantes de inter¨¦s. La mujer del ministro toma de ambas pel¨ªculas aspectos parciales.
Por un lado, interpreta la necesidad del humor en una abracadabrante explicaci¨®n final que no siempre se hace comprensible para el espectador, pero que da una idea clara de lo que el autor piensa de los complejos manejos interiores de las actuales fuerzas del poder; de otro, simpatiza con el personaje del marginado, que, en esta ocasi¨®n, es un vulgar play boy involucrado en mundos que desconoce y en el que aparecen falsos terroristas o en el que sus legales se?ores se complican la vida de forma harto preocupante. En este sentido, es claro que las preocupaciones de Eloy de la Iglesia no se ocultan. Al margen de discutibles didactismos se refiere a situaciones que intuye bien y que, si quisi¨¦ramos, los dem¨¢s tambi¨¦n afrontar¨ªamos.
L¨¢stima, no obstante, que el autor no se impida a s¨ª mismo la tentaci¨®n de trucos f¨¢ciles. No siempre el cine popular es el que defiende situaciones que est¨¢n negadas para reflejar situaciones m¨¢s ricas: la verdad no es siempre la apariencia. Por ejemplo, la versi¨®n que La mujer del ministro ofrece de la homosexualidad femenina es un dato sin importancia que s¨®lo quiere animar a espectadores ajenos, aunque el autor lo disimule con alguna intenci¨®n pol¨ªtica. Y se trata, claro est¨¢, de una pel¨ªcula con ambiciones pol¨ªticas, que est¨¢n claras aunque la habitual ambig¨¹edad elegida por el autor contradiga, en cierto modo, su claro panfleto: los pasajes reaccionarios que pronuncia en esta pel¨ªcula el personaje interpretado por Mar¨ªa Mart¨ªn, comunes, por otra parte, a otros de Navajeros, son posiblemente peligrosos en esa pretendida l¨ªnea de cine pol¨ªtico.
Babelia
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