Los curas
En el espacio televisivo La clave, del 28 de agosto ¨²ltimo, Jos¨¦ Lu¨ªs Balb¨ªn nos regal¨® con un espect¨¢culo ins¨®lito, desde hace siglos, en la convivencia de los espa?olitos. Precisamente esos d¨ªas andaba yo haciendo lectura espiritual en un libro del imp¨ªo (?) Voltaire, llamado Tratado de la tolerancia, y de todas sus afirmaciones hab¨ªa subrayado especialmente ¨¦sta: "Cuanto m¨¢s divina es la religi¨®n cristiana, menos le corresponde al hombre imponerla; si Dios la ha hecho, Dios la sostendr¨¢ sin vosotros. Sab¨¦is que la intolerancia no produce m¨¢s que hip¨®critas o rebeldes. ?Qu¨¦ funesta alternativa! En fin, ?querr¨ªais sostener con verdugos la religi¨®n de un Dios a quien los verdugos hicieron perecer y que s¨®lo predic¨® la dulzura y la paciencia?". Y m¨¢s adelante concluye: "?Cu¨¢l es de derecho divino: la tolerancia o la intolerancia? Si quer¨¦is pareceros a Jesucristo, sed m¨¢rtires, no verdugos".Pues bien, lanzar a las ondas visuales un tema tan descarnado como los curas en esta Espa?a, luz de Trento, martillo de herejes y ruta obligada por el imperio hacia Dios, parecer¨ªa, a primera vista, de una audacia extrema y de escasas posibilidades de ¨¦xito. Sin embargo, el programa se llev¨® adelante con calma, con educaci¨®n, sin levantar la voz y, sobre todo, en un clima incre¨ªble de tolerancia mutua. Esto quiere decir que el proceso democr¨¢tico de la sociedad espa?ola (independientemente del Estado o Gobierno de turno) es una realidad esperanzadora.
No obstante, quedaron muchos cabos sueltos, como siempre pasa. La clave es tan golosa que suele saber a poco. Como es inevitable, flotaba en el ambiente, quiz¨¢ de manera soterrada, el viejo planteamiento maniqueo que ha helado el coraz¨®n de cada espa?olito, seg¨²n la Espa?a en que naciera. Alfredo Ma?as insist¨ªa en su tremenda realidad personal, de la que emerg¨ªa la figura horrible del cura cazarrojos y delator eficiente de los desgraciados vencidos. Por otra parte, el cura secularizado Jos¨¦ Mar¨ªa Lorenzo sacaba de su memoria casos completamente contrarios: curas que hab¨ªan salido eficazmente a la defensa de los vencidos, logrando salvar sus vidas.
Yo mismo, que en mi vida eclesi¨¢stica he sufrido actitudes conflictivas de parte de los responsables jer¨¢rquicos, he podido superar la tentaci¨®n de rebeld¨ªa, quiz¨¢ por un hecho de tipo freudiano. Para m¨ª, un obispo era lo que hab¨ªa visto en mi propia casa apenas abr¨ª los ojos a la vida: un ser delicioso y amable, con grandes ojos azules como de ni?o, que me acariciaba, que jugaba conmigo, que trotaba por los barrios m¨¢s humildes de la ciudad de la que era obispo, que ten¨ªa comunicaci¨®n casi telep¨¢tica con los chaveas, por muy barriobajeros que fueran, que fue incomprendido, perseguido, obligado a emigrar a Madrid, refugiarse en un pisito prestado por unos amigos y lanzado finalmente al exilio fuera de su inolvidable Andaluc¨ªa. Claro que aquel obispo era... mi t¨ªo Manolo. Ese era para m¨ª el obispo t¨ªpico. M¨¢s tarde, cuando me top¨¦ de bruces con otros obispos de distintas y contrarias caracter¨ªsticas, pens¨¦ que se trataba de obispos at¨ªpicos (a veces descubr¨ª que eran m¨¢s bien t¨®xicos).
A Alfredo Ma?as me atrever¨ªa a insinuarle que hiciera el mismo esfuerzo que yo he hecho: no universalizar, no tipificar lo que para cada uno de nosotros ha sido, una experiencia traumatizante o gratificante, sino recurrir a las estad¨ªsticas o simplemente a la informaci¨®n esencial, para averiguar lo que hay en el otro lado de nuestra circunstancia personal, entendida en el sentido orteguiano.
Otro cabo suelto fue la afirmaci¨®n del mismo Alfredo Ma?as sobre la inteligencia de los responsables jer¨¢rquicos de la Iglesia. ?Ojal¨¢ fuera as¨ª! Pues yo creo que muchas veces por la inteligencia se llega a situaciones racionales, aun cuando el primer impulso no haya sido la actitud ¨¦tica. Y me refiero a dos cosas:
La primera es que, seg¨²n Ma?as, las jerarqu¨ªas cat¨®licas han fichado para sus filas a los listillos". Desgraciad¨¢merite, durante ciertas ¨¦pocas de la dictadura inmediatamente pasada se buscaba para altos cargos a personas aut¨¦nticamente mediocres, que no se inclina ni a babor ni a estribor. Para ello s¨®lo bastaba con dorar un poco su biograf¨ªa: t¨ªtulos acad¨¦micos, cargos rimbombantes y pretendidas virtudes de cualquier clase.
La segunda cosa es que las jerarqu¨ªas cat¨®licas no fueron tan inteligentes como para predecir el futuro democr¨¢tico y preparar para ¨¦l a sus peones. De eso podemos hablar los que recibimos golpes en nuestras espaldas. Si esa astucia eclesi¨¢stica hubiera sido una realidad, ?c¨®mo es posible que los propios superiores eclesi¨¢sticos trataran con tanta dureza a esos futuros peones del poder que vendr¨ªa? ?No ser¨ªa m¨¢s razonable que los hubieran mimado, los hubieran defendido e incluso los hubieran estimulado?
No, mi querido y admirado Ma?as, la cosa no fue as¨ª: nuestras costillas, nuestros est¨®magos ulcerosos e incluso nuestros hipot¨¢lamos (del m¨ªo doy fe, am¨¦n de la que t¨¦cnicamente pueda dar la Cl¨ªnica Puerta de Hierro) est¨¢n ah¨ª para demostrar la realidad de la inocencia de las jerarqu¨ªas cat¨®licas en una posible conjura contra el franquismo.. Y cuando digo jerarqu¨ªas no incluyo aqu¨ª a todos los jerarcas: afortunadamente, en los ¨²ltimos lustros hubo m¨¢s de un obispo que se jugaba el pectoral por ponerse al lado de los vencidos, sin pensar en que un d¨ªa pr¨®ximo ¨¦stos fueran los vencedores.
Y la prueba est¨¢ en que, cuando de alguna manera se ha cambiado la tortilla, muchos, much¨ªsimos, de los que entonces tomarnos peligrosas actitudes cr¨ªticas, no hemos pedido que ahora la izquierda ascendente nos d¨¦ una ping¨¹e capellan¨ªa en el Palacio de Invierno, que quiz¨¢ est¨¦ a punto de ocupar.
Por otra parte, no niego que el poder siga tentando a la Iglesia: lo hizo con el propio Jesucristo, ?c¨®mo no lo va a hacer con unos hombres puramente humanos? Por eso sigo denunciando las motivaciones de algunos jerarcas que hoy por hoy pactan con la otra Espa?a, en tanto en cuanto prev¨¦n que puedan ganar la partida.
Aunque no siempre pasa as¨ª: ah¨ª est¨¢ el caso de Nicaragua: los obispos han exigido de los curas, que son ministros del Gobierno somocista, que al menos suspendan sus funciones sacerdotales mientras manejan el poder triunfante. ?Vivir para ver!
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