La flor de la pita
Este a?o ha florecido de forma espectacular, sobre el promontorio rocoso en el que descanso en verano, una de las muchas pitas que brotan en tan azotado lugar El "¨¢gave americana" que puebla las tierras de M¨¦xico y la costa pac¨ªfica de aquel continente fue tra¨ªdo a Espa?a a finales del siglo XVI, como tantas otras especies bot¨¢nicas del nuevo mundo La pita abunda en la Espa?a c¨¢lida y se mantiene escasa en la costa cant¨¢brica. El ritmo de floraci¨®n, que en M¨¦xico es de ocho a diez a?os, se retarda en nuestra tierra a treinta, cuarenta y hasta sesenta a?os. Cuando le llega la hora de cumplir el mensaje que atesora su c¨®digo gen¨¦tico, en aquel conjunto de hojas mono c¨¢rpicas, con pencas duras, carnosas, erizadas de dientes y espinas, se yergue un largo tubo vegetal embudado que parece buscar el cielo en su desmedida estirada y que lleva consigo una gran serie de flores de cerco verde y corola amarilla. El pitac¨®n de nuestra roca alcanza casi los ocho metros, y los c¨¢lices de flor, no menos de treinta, dispuestos como un gran candelabro de muchas ofrendas votivas. Los playeros se extas¨ªan ante esta explosi¨®n de exotismo vegetal que le espera. Un enjambre numeroso de abejas liba en incesante relevo las panojas ub¨¦rrimas. Porque el ¨¢gave americana -etimol¨®gicamente la flor "admirable" de Am¨¦rica- es el origen del pulque, la bebida popular de M¨¦xico y de buena parte de las naciones del Pac¨ªfico. El pulque se logra fermentando el dulce l¨ªquido que contiene el tubo y que lleva cientos de litros por planta. Es un aguardiente lechoso y dulzarr¨®n de baja graduaci¨®n alcoh¨®lica y de infinitas y saludables virtudes, seg¨²n sus millones de usuarios. Tarda en subir al piso de la raz¨®n pero, cuando llega, sus intoxicaciones suelen ser ¨¦picas. No s¨¦ si los caseros de nuestra tierra habr¨¢n fabricado pulque dom¨¦stico en su variada colecci¨®n de pacharanes destilados a domicilio. Sospecho que s¨ª. En todo caso el ¨¢gave, realizada su misi¨®n est¨¦tica y reproductora, deja caer las semillas en el suelo contiguo y se apresta a morir. La flor de la pita es la despedida del ciclo vital, el tributo solemne y crom¨¢tico que esta planta de suelos ¨¢ridos ofrece a sus admiradores. Contemplada a distancia tiene una fuerte reminiscencia de ciertos grabados y pinturas orientales chinos y japoneses. La naturaleza no imita al arte.Los ¨¢rboles americanos trasplantados a Europa, ?conservan parte de sus ritmos biol¨®gicos originarios o los adaptan a su nuevo entorno? Me ha llamado la atenci¨®n la ¨¦poca de floraci¨®n del magnolio, por ejemplo, con sus grandes hojas r¨ªgidas, charoladas y sus flores de papiro blanco, en el que sol¨ªamos escribir de ni?os con un palito; y sus p¨¦talos en forma y color de paquete de f¨®sforos. Generalmente aparece florido en invierno y despojado en primavera. Tiene aire de ¨¢rbol perdido en Europa y no lo entend¨ª hasta que le¨ª un poema de Unamuno a la plaza Nueva de Bilbao -¨¢ntes "de la Constituci¨®n"-, cuando ten¨ªa unos magnolios soberbios en su recinto. Don Miguel escribe que las magnolias se alzaban desterradas all¨ª, "so?ando a Am¨¦rica" con nostalgia. Como le sucedi¨® a ¨¦l mismo, que por unas y otras razones nunca visit¨® la otra orilla hispanohablantes en la que resid¨ªan tantos lectores suyos y tantos amigos de su obra.
Dentro de la biosociedad en la que existimos tenemos algo del p¨¢jaro que vuela y del pez que nada y se sumerge en el oc¨¦ano. Pero ?no habr¨¢ tambi¨¦n en nosotros una nostalgia de la planta que brota de la tierra, crece, se estira, se abre en mil ramajes, florece, se carga de frutos y semilla y se dora o verdea en oto?o y en primavera? ?No seremos un poco ¨¢rboles y un poco plantas y no habr¨¢ en nuestro interior un secreto impulso que nos lleve a un esfuerzo est¨¦tico supremo cuando el tiempo vital cumple su ciclo? En realidad, aunque desde miles de siglos antes, el hombre conoc¨ªa el proceso del mundo verde; s¨®lo hace unos decenios entr¨® de lleno en saber los detalles exactos del sistema bot¨¢nico. Sistema que no es m¨¢gico y sencillo, sino complejo y largo de explicar. Pero es precisamente a trav¨¦s de esa complejidad recientemente descubierta c¨®mo se ha logrado dominar y conducir el proceso por la mano del hombre.
En la fitotecnolog¨ªa -escrib¨ªa Mark Cantley- el hecho de per turbar un proceso interno permite observarlo, y la observaci¨®n hace posible interferir en ¨¦l y dominarlo. Heisenberg, en su famoso principio, sosten¨ªa que la observaci¨®n de las part¨ªculas f¨ªsicas influ¨ªa en los fen¨®menos. Mirando la eclosi¨®n triunfante y mortal de la pita, influiremos acaso en su conciencia de planta del Nuevo Mundo venida a los suelos de Europa en una nave de la Arma da de Indias hace cuatro siglos? ?Tiene un lenguaje esot¨¦rico la morfolog¨ªa vegetal? Leyendo a Rilke en su Epistolario espa?ol observo la yuxtaposici¨®n de las vivencias o "Erlebnisse", m¨¢s profundos, con elementos del paisaje espa?ol. Una de estas experiencias de intimidad transcendente la sufre ante Lin bosque de almendros fiorecidos. Otra, la recibe mirando al horizonte, arrimado de espaldas al tronco de un ¨¢rbol.
"Era como si desde el interior del ¨¢rbol me llegaran vibraciones casi imperceptibles... Dentro de m¨ª crece el ¨¢rbol..." En otra ocasi¨®n fue la percepci¨®r del cielo estrellado de Andaluc¨ªa a trav¨¦s de un ramo de olivo lo que le llev¨® a intuir el todo, diluy¨¦ndose en la transparencia de su coraz¨®n; "era", escribe, "como sentir impreso en su esencia el sabor de la creaci¨®n". La unidad funda mental de lo creado como esfera interconectada de las vidas diversas que componen el conjunto del mundo sensible se hace m¨¢s palpable en la entrega a la naturaleza que acompa?a habitualmente a los d¨ªas de reflexi¨®n veraniega del hombre ciudadano. Pit¨¢goras fue quiz¨¢ el primero que habl¨® de la armon¨ªa de las esferas. El Renacimiento recogi¨® y profundiz¨® la idea con Pico de la Mir¨¢ndola. Y Schopenhauer, en su soberano aislamiento, defini¨® la misma noci¨®n en su voluntad de vivir. Pero es la fisica moderna la que se aproxima al concepto por otras v¨ªas, como demostr¨® brillantemente el talento dial¨¦ctico de Koestier. Whitehead, en su Naturaleza y vida llega a escribir: "Toda agitaci¨®n local sacude al universo entero". El fen¨®meno m¨¢s insignificante contribuye en su rodaje al conjunto general. Es lo que se ha llamado la conciencia universal.
Y, al hilo de esta disertaci¨®n que naci¨® en la pulquer¨ªa imaginativa de mi planta florida, acabo por preguntarme cu¨¢l ser¨¢ el ¨²ltimo prop¨®sito de esta extravagante y llamativa floraci¨®n dentro de lo que es el derroche y la generosidad gen¨¦ticas con que act¨²a el mundo biol¨®gico en orden a las formas externas y a la abundancia de los medios reproductores.
El pitac¨®n gigante, con sus treinta corimbos multicolores, se asoma desde la roca desnuda a la mar atl¨¢ntica para despedirse de la existencia. ?Cu¨¢l ser¨¢ el mensaje de este estandarte florido? ?Ser¨¢ el efimero portador de un capricho gen¨¦tico? ?O estar¨¢ la pita, como los magnolios de la antigua plaza bilba¨ªna, so?ando Am¨¦rica?.
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