El presidente Obiang se revela incapaz de frenar el deterioro de la situaci¨®n del pa¨ªs
El pueblo guineano, que para el observador imparcial est¨¢ totalmente ausente del proceso pol¨ªtico que actualmente vive Guinea Ecuatorial, ha heredado de Espa?a, entre otras cosas, un sentido de cr¨ªtica a la vez humor¨ªstica y resignada ante la omnipresencia de la Administraci¨®n p¨²blica. Y lo mismo que los espa?oles en ¨¦pocas pasadas bautizaron a las matr¨ªculas de los coches oficiales PMM para mi mujer, en Guinea han encontrado el equivalente para las matr¨ªculas CMS, Consejo Militar Supremo.
El equivalente encontrado, que circula insistentemente a nivel popular, es con Mongomo siempre. Mongomo es el pueblo en R¨ªo Muni, cerca de la frontera con Gab¨®n, patria chica del dictador Mac¨ªas, de su sucesor Teodoro Obiang y, del clan que gobierna los destinos de esta peque?a rep¨²blica pr¨¢cticamente desde la independencia. Como siempre ocurre en estos casos, no s¨®lo se trata de un chiste f¨¢cil, sino del reflejo ver¨ªdico de una situaci¨®n. Los puestos claves del Gobierno est¨¢n asignados a gente que procede de esa regi¨®n y los cargos se distribuyen arbitrariamente sin tener en cuenta la preparaci¨®n o val¨ªa personal. S¨®lo cuenta el pertenecer a la tribu esangui, de la etnia fang, en la regi¨®n anteriormente citada. Una vez m¨¢s, en ?frica los lazos tribales y los intereses personales pueden m¨¢s que el sentido o inter¨¦s nacionales.
Y este hecho indudable, que se puede contrastar simplemente preguntando el lugar de nacimiento de los responsables del Gobierno o desgobierno de Guinea Ecuatorial, es tan fuerte que su tela de ara?a ha cogido entre sus redes al propio presidente de la Rep¨²blica. Porque si hay una cosa cierta Y evidente en la antigua colonia espa?ola es que el coronel Teocloro Obiang Nguema, presidente de la Rep¨²blica y del Consejo Militar Supremo, jefe del Gobierno y comandante en jefe de las Fuerzas Armadas, a pesar de sus ostentosos t¨ªtulos, est¨¢ preso en esa tela de ara?a y no puede o no se atreve a, por lo menos, intentar desenmara?arla. Su ¨²ltimo discurso, pronunciado el martes ante la totalidad de los altos cargos de Gobierno, la Administraci¨®n y las Fuerzas Armadas, as¨ª lo prueba.
Echar tierra
Cuando todo el mundo esperaba ceses fulminantes, e incluso detenciones, entre los presuntos responsables de la corrupci¨®n denunciada por Obiang la pasada semana, con la ya c¨¦lebre frase del "golpe de Estado econ¨®mico contra Guuinea", el presidente de la Rep¨²blica en un discurso improv¨ªsado, de hora y media, dicho de forma lenta y reposada, casi abacial, se limit¨® a pedir a sus compa?eros de Gobierno "una profunda reflexi¨®n" sobre los males que aquejan a la Rep¨²blica. El discurso constituy¨® un rosario de lamentaciones sobre los males que padece Guinea desde la pre-independencia. Parece, dijo que este pa¨ªs est¨¢ llamado a sufrir para a?adir luego que "los problemas econ¨®micos nos llevan por la calle de la amargura". Despu¨¦s de denunciar la incompetencia de los funcionarios que "no saben negociar y algunos llegan borrachos a las negociaciones", el presidente invit¨® a una seria reflexi¨®n sobre estos problemas para que Guinea no caiga en el despotismo pasado.
Hubo, s¨ª, conatos de amenaza contra aquellos que "trabajan con intenciones traidoras", pero esas amenazas no se han concretado en ninguna medida que pueda indicar que las cosas van a marchar en sentido distinto de como van ahora. Obiang tuvo mucho cuidado de no herir con sus cr¨ªticas a los militares y puso a las Fuerzas Armadas como ejemplo de eficacia para la Administraci¨®n civil. La milicia es como una religi¨®n, y los militares son los ¨²nicos que tienen disciplina, despliegan eficacia y acatan las ¨®rdenes. Evidentemente, el l¨ªder guineano no puede permitirse el lujo de atacar al mismo tiempo a civiles y militares, porque si lo hiciera es muy posible que durase muy poco tiempo en su puesto.
El discurso de Obiang ha demostrado a los observadores pol¨ªticos la debilidad del jefe del Estado para hacer frente a una situaci¨®n econ¨®mica que se deteriora por momentos y que puede tener consecuencias imprevisibles. Porque la incapacidad de Obiang para hacer frente a estos problemas no hace sino dar la raz¨®n a aquellos que pronosticaban grandes males ante la adopci¨®n del sistema de econom¨ªa de mercado y que pretenden volver a la estatalizaci¨®n total de la econom¨ªa.
El tema de la inseguridad en que viven los extranjeros en este pa¨ªs fue tratado tambi¨¦n por Obiang, que se manifest¨® "harto" de las denuncias que continuamente recibe sobre los malos tratos de que son objeto los nacionales de otros pa¨ª.ses por parte de los servicios de seguriciad del Estado. Este es un tema que no s¨®lo preocupa a la colonia espa?ola, sino tambi¨¦n a miembros de otras comunidades extranjeras, como, por ejemplo, la nigeriana, uno de cuyos diplom¨¢ticos fue apaleado recientemente por funcionarios de esos servic¨ªos. El incidente tuvo una amplia repercusi¨®n en la vecina Nigeria, el gigante de ?frica, cuyo presidente hizo saber a Obiang que lo primero que necesita para progresar pol¨ªtica y econ¨®micamente es poner fin a los desmanes de sus. polic¨ªas.
Mano de obra nigeriana
El incidente hizo fracasar, al mismo tiempo, las conversaciones entre los dos pa¨ªses para la importaci¨®n de mano de obra nigeriana que pueda recoger la cosecha de cacao que est¨¢ en los ¨¢rboles. Los nigerianos no vendr¨¢n en tanto no se les asegure paz y tranquilidad, lo que significa que Guinea no podr¨¢ aprovechar al m¨¢ximo las tremendas posibilidades que tiene como pa¨ªs exportador de cacao. La producci¨®n de cacao, que en los ¨²ltimos tiempos de la colonia hab¨ªa llegado a las 40.000 toneladas, descendi¨® durante el r¨¦gimen de Mac¨ªas a 5.000. Para este a?o se calcula que se producir¨¢n entre 8.000 y 9.000 toneladas. Lo mismo pasa con las exportaciones de madera procedentes de R¨ªo Muni y donde, de una producci¨®n de 300.000 toneladas entonces, se ha pasado a una previsi¨®n para el presente a?o de 60.000, que nadie espera se pueda cumplir, principalmente por las dificultades de orden administrativo que se ponen a las empresas madereras. La vida diaria en Malabo transcurre entre la desidia, la ineficacia y la desorganizaci¨®n m¨¢s absoluta. Desde el lunes pasado, el servicio de suministro el¨¦ctrico a la capital no funciona y no se sabe cu¨¢ndo se volver¨¢ a restablecer. La ciudad, por la noche, est¨¢ sumida en la m¨¢s ardiente oscuridad, con s¨®lo unos pocos edificios iluminados que pertenecen a embajadas y a la residencia del presidente, que cuentan con grupos generadores. Como consecuencia, las comunicaciones telef¨®nicas con el exterior est¨¢n casi siempre interrumpidas y, los pocos servicios de telex punto a punto, va que no existe un telex p¨²blico, han dejado de funcionar.
Los escasos comercios abiertos al p¨²blico est¨¢n totalmente desabastecidos y s¨®lo exhiben algunas prendas de vestir, impresentables, procedentes d e Corea del Norte, con tinos precios que hacen parecer baratos los de la Quinta Avenida neoyorquina.
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