Los liberales
Los liberales que ahora han salido debieran llamarse radicales o alguna otra cosa. Son, una vez m¨¢s, la derecha que no se atreve a decir su nombre.Anoche, un tal Santill¨¢n, hijo del cenetista Abad de Santill¨¢n, nos estren¨® una Comedia impresentable (salvo los buenos oficios de Toni Cort¨¦s). Si el anarquismo degenera en este liberalismo de buhardilla y apa?o que nos encarna Elisa Ram¨ªrez, hay que pensar que el liberalismo de Jovellanos, Blanco White, Morat¨ªn, Giner, Ortega y La¨ªn (que hoy me remite un admirable ensayo sobre Oscar Wilde) ha degenerado en el liberalismo cortefiel de Ignacio Camu?as. En el nefando/nefasto estreno, un gran liberal, un gran escritor, Francisco Ayala, y un arc¨¢ngel manierista: Martita Cort¨¦s. (A m¨¢s de Nin¨ª Monti¨¢n, profundamente dormida desde las primeras r¨¦plicas: la mejor cr¨ªtica a ¨²na comedia es el sue?o.) Jos¨¦ Carretero, liberal de Ponferrada, quiere llevarme all¨ª a hablar del rollo. Francisco Bustos, liberal de Alcoy, otro tanto. Paco Vera, alcalde de Majadahonda, se ha montado en el pueblo unas cenas auton¨®micas (¨¦l dice gastron¨®micas, con deliciosa tautolog¨ªa) que son ya todo un proyecto federalista culinario para Espa?a. Luis Enrique Esteban, de Amigos de la Unesco, me ofrece a la firma un hermoso e inerme documento en favor de la paz. O sea que el raigal liberalismo espaf¨ªol (no hace falta recordar que aqu¨ª inventamos la palabra) anda repartido por nuestra geograf¨ªa, pero los monederos falsos del liberalismo uced¨¦ no son sino la colza blasonada del partido/ Gobierno, que quiere nobilizarse mediante el apellido (Garrigues) del bello Antonio.
Antonio Garrigues-Walker no debe caer en esa trampa de tramperos de Arkansas. Si el otro d¨ªa hemos hablado aqu¨ª de c¨®mo ¨¦l se ha montado la formidable y espantosa m¨¢quina liberal, con la sombra ilustre de Joaqu¨ªn y su propia marcha, hoy debemos mirar la papela a contraluz, analizar la cuesti¨®n desde el otro lado y esculpir esto: un liberalismo Font¨¢n/Camu?as es un machihembrado contra/natura (como los anos ortop¨¦dicos que venden en Carretas), y el ¨¢ngel trilateral de los Garrigues no debe bajar a bendecir eso (ni mucho menos el ¨¢ngel manierista llamado Martita). Liberales del Opus, suaristas infieles a Su¨¢rez, centristas aquejados por la p¨¦rdida del centro, se constituyen en caballeros de la tabla cuadrada, como los de esa pel¨ªcula inglesa que anda por ah¨ª, y parten hacia las Cruzadas electorales contra los movimentistas, los seuistas, los democristianos, los nacionalcat¨®licos y los socialdem¨®cratas. El nacionalcat¨®lico ?lvarez-?lvarez, cuando alguien le pregunta por qu¨¦ no dimite alg¨²n ministro de la colza, va, coge, agarra y dice:
-Ustedes los periodistas siempre necesitan un culpable.
Cuando han muerto ciento veint¨ªtantos obreros e hijos de obreros, culpablemente, parece que el otro dato del problema no puede estar sino en el culpable, para despejar la inc¨®gnita. Pero el liberalismo marengo que patrocina, dicen, Calvo-Sotelo puede hasta echar el manto de la libertad de mercado sobre ese mont¨®n de cad¨¢veres. Lo cual que han tomado el liberalismo (son nuevos, claro) como un punto de llegada, un ala del castillo de la Moneloa donde fortificarse para siempre. Pero el liberalismo es un punto de partida. El liberalismo, como dec¨ªa Sartre del ate¨ªsmo, es una larga tarea. No se improvisan liberalesen un probador de El Corte Ingl¨¦s, plantajuvenil.
Ni se arman caballeros liberales velando armas trilaterales en una noche de septiembre sin sue?o. Si el anarquismo cenetista de los Santill¨¢n se ha devaluado familiarmente en una comedia rosa sub/Ruiz Iriarte, el viejo liberal¨ªsmo hist¨®rico, que todav¨ªa yergue cabezas muy nobles y claras, no puede devaluarse en unos billares ideol¨®gicos pedrojotizados. Que al Este claman empresarios.
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