Los problemas financieros forzaron la venta de Fernando A. de Terry al grupo Serra
Jerez de la Frontera, cuna tradicional de grandes fortunas, patricios y formas casi feudales de entender la vida, est¨¢ siendo sometido a una profunda crisis que ha dado lugar a un cambio casi total de las estructuras empresariales y, con ello, sociales de la zona. La industria del vino de Jerez, a la que luego se a?adir¨ªa la de la elaboraci¨®n de brandies hasta formar uno de los mayores complejos bodegueros de Europa, se encuentra en crisis. Los criterios tradicionales de gesti¨®n familiar est¨¢n siendo desbordados por los nuevos profesionales del marketing y las finanzas. Fernando A. de Terry, una de las grandes bodegas del lugar, ha pasado de manos de los herederos de su fundador a las de un grupo financiero catal¨¢n, por unos 4.300 millones de pesetas, que conf¨ªa en poder ganar dinero donde los ?tradicionales? lo perd¨ªan.
La historia de Fernando A. de Terry no difiere demasiado de las del resto de las empresas del marco de Jerez. Unos mercados tradicionales, principalmente brit¨¢nicos, consolidados por el paso del tiempo, garantizaban la rentabilidad de sus vinos. La creciente pujanza del mercado nacional de brandies a lo largo de la d¨¦cada de los sesenta viene a a?adir nuevos ingresos a un negocio tradicionalmente rentable.Pero llegaron los primeros a?os de la d¨¦cada de los setenta, y con ellos se dispararon las demandas de vino, sobre todo en los mercados internacionales. Los importantes beneficios que generaron estas ventas masivas y el temor a no poder abastecer a los clientes habituales en las campa?as sucesivas indujeron a las empresas del sector a desarrollar unas pol¨ªticas megalom¨¢nicas de inversiones, que luego se revelar¨ªan como sus verdugos, Fernando A. de Terry enfil¨® un programa de nueva inversi¨®n que represent¨® unos 2.000 millones de pesetas. S¨®lo la planta de vinificaci¨®n integral de El Puerto de Santa Mar¨ªa supuso casi mil millones.
Aquellas inversiones realizadas a¨²n al calor de los ?felices sesenta? se financiaron casi siempre con cargo a pr¨¦stamos bancarios. Estos pr¨¦stamos parec¨ªan entonces f¨¢ciles de devolver, as¨ª lo pensaban hasta los propios bancos. Pero la crisis mundial de 1974 trajo, aparte de un galopante encarecimiento del precio de los productos energ¨¦ticos, una aut¨¦ntica convulsi¨®n en los mercados financieros, que aunque tard¨® m¨¢s de dos a?os en ser repercutida en Espa?a aport¨® dos efectos negativos para las empresas jerezanas.
Por una parte, se produjo un encarecimiento del dinero, que oblig¨® a los almacenistas extranjeros a acortar los cielos de permanencia de los vinos de Jerez en sus dep¨®sitos; con ello, la demanda cay¨® de forma sustancial. En paralelo, las conmociones de los mercados financieros internacionales llegaron a la banca espa?ola, quien repercuti¨® autom¨¢ticamente sobre sus clientes de activo la subida de los tipos de inter¨¦s y el aumento de los riesgos en sus operaciones; en definitiva, se produjo un endurecimiento sustancial en las condiciones de financiaci¨®n.
Comoquiera que Fernando A. de Terry, una vez m¨¢s igual que casi todas las bodegas del marco, ten¨ªa una dependencia excesiva, cuando no total, de la Financiaci¨®n bancaria, las dificultades financieras empezaron a sucederse. La empresa realiz¨® una ampliaci¨®n de capital en 1979 de unos cuatrocientos millones de pesetas para intentar paliar su deficiente situaci¨®n patrimonial. La contrapartida de esta operaci¨®n fue la aportaci¨®n de la finca de San Jos¨¦ del Pedroso, perteneciente tradicionalmente a la familia y valorada en 408 millones de pesetas. A partir de este momento, en la sociedad aparecen dos socios: la viuda de Fernando A. de Terry, con un 11%, y la sociedad an¨®nima San Jos¨¦ del Pedroso, con un 89%, y en la que figuraban los diez herederos.
Esta operaci¨®n no fue sin embargo suficiente y, a pesar de que los acreedores retuvieron esta finca como garant¨ªa de las deudas de la empresa, era evidente que los dos millones de pesetas diarios a que ascend¨ªan los gastos financieros acabar¨ªan por comerse el activo de la sociedad.
A partir de ese momento, algunos bancos comenzaron a solicitar garant¨ªas personales sobre los propios patrimonios de los accionistas para respaldar el riesgo creciente que manten¨ªan en la empresa. Se iniciaron gestiones para proceder a la venta de la parte de la bodega que se encuentra en el casco viejo de El Puerto de Santa Mar¨ªa. Pero las dificultades administrativas para derribar el complejo lo hicieron inviable. Adem¨¢s, las p¨¦rdidas del a?o pasado superaron los ochocientos millones de pesetas.
Los accionistas se plantearon entonces la necesidad de vender la empresa antes de que ¨¦sta terminase con sus propios patrimonios. Tras una serie de contactos infructuosos con diversas compa?¨ªas multinacionales, entre las que, al parecer, se encontraban Philip Morris y Pernod-Ricard. el departamento de fusiones y, adquisiciones del Banco Urquijo conect¨® a los representantes de la familia Terry con un grupo catal¨¢n que encabeza Antonio Serra Santamans, quien se mostr¨® dispuesto comprar la empresa jerezana, con fiando en sus posibilidades de futuro.
Las negociaciones se desarrollaron muy velozmente. En poco m¨¢s de dos meses, los hombres del Urquijo, actuando en representaci¨®n de la familia Terry, y Antonio Corbella, por el grupo catal¨¢n, llegan a un acuerdo, que fue Firmado el pasado 11 de agosto. Los compradores har¨¢n efectivo el pago de 250 o trescientos millones de pesetas y se encargar¨¢n de las deudas totales de la empresa, que pueden superar los 4.000 millones, renegoci¨¢ndola con los acreedores, entidades bancarias y Seguridad Social principalmente. A cambio se quedan con el ciento por ciento del paquete accionarial y todas las participaciones
En dos meses se cerr¨® la operaci¨®n
La premura en las negociaciones vino determinada, seg¨²n diversas fuentes del sector consultadas por EL PA?S, por el hecho de que los propios socios de la empresa se hab¨ªan visto obligados a avalar personalmente algunos pr¨¦stamos, y ten¨ªa que estar por tanto respondiendo a los pagos de intereses.
A mediados de agosto fue dado a conocer el nuevo Consejo de Administraci¨®n de Fernando A. de Terry, SA, una vez que se formaliz¨® la operaci¨®n, y aparecieron como compradores dos empresas del grupo Serra, Serbay e Impisa Dos. En ¨¦l, junto con Antonio Serra, figuran personas que han tenido tradicionalmente contactos con las empresas del sector, y que por diversas razones no ocupaban actualmente puestos en la gerencia de ninguna de ellas. Este es, por ejemplo, el caso de Antonio Corbella, anterior gerente de Osborne, fichado despu¨¦s por Rumasa, quien le coloc¨® al frente de la Uni¨®n de Exportadores.
Fue precisamente la personalidad de Corbella, y sus anteriores vinculaciones a Rumasa, aparte de las caracter¨ªsticas de la operaci¨®n, lo que dio lugar a que en el marco de Jerez se dispararan las especulaciones sobre la posibilidad de que quien realmente estuviese detr¨¢s de la operaci¨®n fuese el holding jerezano. La tradici¨®n de la marca, la fama de la cuadra de caballos, y las posibilidades de conjugar la estricta operaci¨®n de compra de la bodega con un negocio inmobiliario siguiendo la senda iniciada por la familia propietaria y consiguiendo autorizaci¨®n para derribar el n¨²cleo del centro de El Puerto de Santa Mar¨ªa, parec¨ªan constituir un negocio de los que gusta realizar al grupo de empresas que capitanea Ruiz Mateos.
Sin embargo, y hasta la fecha, el fantasma de Rumasa no ha hecho acto de presencia, y el consorcio bodeguero formado por Domecq, Gonz¨¢lez Byass y Osborne, para defenderse de los ataques de la abejita, ha respirado satisfecho.
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