Del homicidio considerado como una de las bellas artes
Una modesta proposici¨®n destinada a evitar que los ni?os de IIrlanda sean una carga para sus padres, el pa¨ªs es el t¨ªtulo de un remoto y poco conocido op¨²sculo en el que Swift suger¨ªa una soluci¨®n bastante dr¨¢stica al exceso de poblaci¨®n irlandesa: cocinar a los ni?os y com¨¦rselos. Thomas de Quincey, en sus conferencias sobre el asesinato considerado como una de las bellas artes, afinaba a¨²n m¨¢s su percepci¨®n de la moralidad; bien en uno de sus parlamentos ante la Sociedadpara el Fomento del Vicio, bien ante la Sociedad para la Supresi¨®n de la Virtud, afirmaba que ?...si uno empieza por permitirse un asesinato. pronto no le da importancia a robar, del robo pasa a la bebida y, a la inobservancia del d¨ªa del Se?or y, se acaba por faltar a la buena educaci¨®n y, por dejar las cosas para el d¨ªa siguiente?.Por lo que respecta al tratamiento parlamentario del envenenamiento de m¨¢s de 15.000 espa?oles, el Gobierno y su oposici¨®n no est¨¢n dejando las cosas para el d¨ªa siguiente. Las formas y, la buena crianza han quedado salvadas. Pero en pocas ocasiones como ¨¦sta quedar¨¢ tan patente la doble moralidad de algiuna parte de nuestra clase pol¨ªtica. as¨ª como el err¨®neo entendimiento de que la raz¨®n de Estado es una piedra sacrificial sobre la que es l¨ªcito inmolar los m¨¢s elementales derechos ciudadanos: la salud la vida.
En ocasiones como ¨¦sta. conversar con los se?ores diputados conlleva una importante lecci¨®n de humildad, as¨ª, cuando alg¨²n diputado centrista argumenta en los pasillos del Congreso, con dulzura franclscana, sobre la responsabilidad que ata?e a los consumidores por ingerir productos de dudosa procedencia -?claro que esto no se puede decir en p¨²blico?-. No menos edificante es la actitud del Gobiemo, que, ante toda esta historia de s¨®rdido tercermuiidisnio que desfila ante el Congreso, como si la carrera de San Jer¨®nimo fuera un aduar, se defiende poco menos que argumentando que ellos -el Gobierno- ni han vendido ni han adulterado el aceite. Descartes hubiera quedado anonadado. Y el doblemente envenenado desv¨ªo de responsabilidades hacia ayuntamientos y comunidades aut¨®nomas evidencia hasta el hueso todas las posibilidades que pueden extraerse de la rec¨¢mara gubernamental.
Por lo dem¨¢s -s¨¦pase-, un eran n¨²mero de diputados colocan el list¨®n de la colza en los quinientos muertos; asienten gravemente a los pesimistas pron¨®sticos de Grande Covi¨¢n, y coinciden -parlamentarios del partido del Gobierno y de la oposici¨®n- en que hasta que se vea el juicio por los sucesos del 23 de febrero aqu¨ª no se puede levantar la voz, ni aunque medien 15.000 envenenados. Diputados socialistas admiten que este 15 de septiembre hab¨ªa m¨¢s argumentos para presentar una moci¨®n de censura contra el Gobierno, que el 2 de mayo del pasado a?o contra el Gabinete de Adolfo Su¨¢rez.-Pero, a lo que parece, Tejero sigue echando gente al suelo. Que existe un pacto soterrado entre el Gobierno y la oposici¨®n para no extraer del Pleno de la colza todas sus posibilidades sociales y pol¨ªticas (la ausencia de una exacta medida del Estado, la ineficacia administrativa, la permanencia de h¨¢bitos de corrupci¨®n fraguados en el anterior r¨¦imen. etc¨¦tera) es evidente y hasta vergonzante: llenas a rebosar las tribunas de Prensa y p¨²blico y, no m¨¢s all¨¢ de media entrada en el peluche de los diputados; sugerencias franquistas a la radio y l¨¢ televisi¨®n para poner sordina al debate y hasta una ins¨®lita retransmisi¨®n deportiva en el primer d¨ªa del Pleno. Por una vez, el Congreso se asemejaba a aquellas Cortes, para satisfacc¨ª¨®n de todos los que las a?oran. Y as¨ª, entre acusaciones sectoriales hacia el Gobierno y el yo no he sido que ,e emana del banco azul, se est¨¢ arrojando por la borda el gran debate que los ingenuos ciudadanos esperaban.
Todo, en suma, resulta tolerable mientras primen los valores convenclontles y entendidos de la buena educaci¨®n, la rnesura, la prudencia pol¨ªtica y eso que tanto se usa en las conversaciones de caf¨¦ y que pasa por estrategia de Estado. Los muertos, los enfermos, los lisiados, los preocupados no son m¨¢s que sumandos de ese medio mill¨®ii de votos que se supone que pueden trasladirse de partido en funci¨®n de este debate, presumiblemente perdido para la democracia. Porque, aunque la iron¨ªa de Swift y de Quincey se nutra de la utop¨ªa del cambio social que persigue gran parte de la oposici¨®n al Gobierno, esta semana se ha producido la constelaci¨®n de los astros que permite que el homicidio -ya que no el asesinato- pueda una vez m¨¢s, ser considerado como una de las bellas artes. Por lo menos en este pa¨ªs es judicialmente barato y pol¨ªticamente negociable.
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