Urgencia para las "otras televisiones"

( ... ) Insistir en que el texto constitucional no s¨®lo perniite, sino que consagra -art¨ªculo 101, p¨¢rrafos a y d-, el derecho a la televisi¨®n privada resulta a estas alturas casi superfluo. No solamente es as¨ª, sino que la instalaci¨®n y puesta en funcionamiento de las que podr¨ªan denominarse esas "otras televisiones" se hace m¨¢s urgente a cada d¨ªa que pasa. Y ello precisamente, entre otras razones de fondo, por el estado de crisis en que se encuentra la televisi¨®n estatal. Crisis que no es cosa de hoy, ciertamente, sino que de una manera u otra data de a?os. Y que podr¨ªa decirse incluso que abarca de una manera u otra el cuarto de siglo que ese medio de expresi¨®n lleva implantado entre nosotros. ( ... )De ah¨ª que se ¨ªnsista en la urgencia de que se apruebe el decreto, y la urgencia no menor de que las cadenas privadas cuya concesi¨®n se otorgue entren en funcionamiento.

T¨¦ngase en cuenta adem¨¢s que cada vez parece menor el plazo que la t¨¦cnica requiere para que el sat¨¦lite europeo de comunicaciones emita programas que lleguen a nuestras peque?as pantallas. Quiz¨¢ llegue esto a ocurrir en 1985, sin ir m¨¢s lejos. Ser¨ªa de desear que al igual que nuestros aparatos de televisi¨®n captaran los programas for¨¢neos, llegaran los nuestros a los receptores de allende los Pirineos.

La pluralidad de televisiones podr¨ªa facilitar mucho las cosas en este sentido. Y en tantos otros, como ha quedado suficientemente expuesto. Por ello, ser¨ªa de desear que el decreto de autorizaci¨®n obtuviera cuanto antes su correspond¨ªente aprobaci¨®n.

24 de septiembre