Benn y Healey, enfrentados en la elecci¨®n del "n¨²mero dos" del laborismo brit¨¢nico
Los delegados laboristas comenzaron ayer a llegar a Brighton para su congreso anual que comienza hoy. Todas las miradas se concentran sin embargo, sobre lo que ocurrir¨¢ esta tarde cuando se celebre la votaci¨®n para elegir el vicel¨ªder del partido. ?Ser¨¢ Denis Healey o Tony Benn?. La decisi¨®n podr¨ªa estar en manos de los que apoyen, en una primera votaci¨®n, al tercer candidato, John Silkin.
Cualquiera que sea el resultado, la lucha por el Control del Partido Laborista continuar¨¢; es dif¨ªcil predecir el resultado que arrojar¨¢ el colegio electoral, compuesto en un 40% por los sindicatos y en un 30%, respectivamente, por el grupo parlamentario y las organizaciones locales de base. Una encuesta del programa informativo Newshight, de la BBC, da como vencedor a Healey, y seg¨²n otra encuesta publicada el viernes por el diario The Guardian, un 61 % de los electores laboristas apoyar¨ªa a este ¨²ltimo, frente a un 20% a Benn y un 12% a Silkin.Anthony Wedgwood Benn, un hombre temido en este pa¨ªs fundamentalmente conservador, es un arist¨®crata que renunci¨® a su t¨ªtulo en los a?os sesenta, para ocupar un esca?o eri la C¨¢mara de los Comunes y defender una pol¨ªtica esencialmente izquierdista desde dentro del Partido Laborista. Siendo uno de los mejores, oradores pol¨ªticos del momento, durante a?os Benn ha trabajado en las organizaciones de base del partido, locales y sindicales, que constituyen su centro de poder.
Este no es el caso de Denis Healey, cuya fuerza real reposa en el grupo parlamentario laborista. Healey, uno de los diputados de mayor talla intelectual del actual Parlamento brit¨¢nico, tiene una oratoria que falla por momentos, al decir lo que piensa de un modo que resulta por momentos brusco.
La lucha entre estos dos hombres ha venido a simbolizar la lucha entre dos concepciones del Partido Laborista, una izquierdista y otra tradicional, aunque esta divisi¨®n tiene ra¨ªces que se remontan lejos en la historia. La derrota laborista en las elecciones de mayo de 1979 la ha acentuado. El triunfo de Benn podr¨ªa provocar una nueva fisura, llevando m¨¢s diputados laboristas al SPD.
Las encuestas y los programas
A¨²n est¨¢ por ver misma encuesta de The Guardian muestra que aunque los electores laboristas no apoyen a Benn, s¨ª est¨¢n de acuerdo con su programa pol¨ªtico. M¨¢s del 50% apoya la retirada brit¨¢nica de la Comunidad Europea, de Irlanda del Norte y el desarme nuclear unilateral, temas que se volver¨¢n a de batir en este congreso. Por ello, la victoria de Healey no garantizar¨ªa que el Partido Laborista volviera a sus moderados cauces habituales e hist¨®ricos. Aunque opuesto a la mayor¨ªa del partido en el tema del desarme, Healey se muestra cada vez m¨¢s cercano a las otras pol¨ªticas, incluida su nada clara actitud respecto al Mercado Com¨²n. La victoria de Benn llevar¨ªa a un mayor control a¨²n del manifiesto electoral por el pleno del congreso del partido, pudiendo incluso exigir que los diputados siguieran este mandato. La derrota de Benn, en s¨ª misma, no resolver¨ªa gran cosa, pues la lucha y la divisi¨®n del laborismo se proseguir¨ªa, incluso hasta las pr¨®ximas elecciones, que, a lo sumo, se celebrar¨¢n en mayo de 1984. Habr¨¢ que examinar asimismo lo que ocurre con el comit¨¦ ejecutivo nacional, donde la derecha espera recuperar una plataforma de poder y empezar desde all¨ª su labor de reconstrucci¨®n del partido.
La derrota de Benn podr¨ªa, parad¨®jicamente, venir provocada por parte de la izquierda del partido, especialmente por los sectores que apoyan a John Silkin. Numerosos son los laboristas descontentos con las t¨¢cticas bennistas, y un ejemplo es el del poderoso sindicato de los trabajadores del transporte y generales (TGWU), que, seg¨²n Healey, vot¨® mayoritariamente por ¨¦l en sus otganizaciones locales.
Esta ser¨ªa la primera ocasi¨®n en que los sindicatos ejercitaran su nuevo poder para la elecci¨®n del vicel¨ªder laborista, que consiguieron en el congreso extraordinario de Wembley, en enero. El voto en bloque de estos sindicat¨®s, que en el pasado favoreci¨® a la derecha del laborismo, se ha vuelto ahora en su contra, en un per¨ªodo hist¨®rico en que el Partido Laborista ha dejado de ser un partido de masas. En 1951 este partido contaba con un mill¨®n de afiliados; ahora'son tan s¨®lo 200.000, y con el desario de la alianza entre liberales y socialdem¨®cratas, el apoyo al partido laborista se podr¨ªa ver relegado a las zonas industrialmente m¨¢s deprimidas del Reino Unido, perdiendo as¨ª la ocasi¨®n que le brinda el descontento popular hacia el Partido Conservador.
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