Balance nulo tras seis meses de gesti¨®n del presidente argentino Roberto Viola
El presidente argentino Roberto Viola no ha hecho honor a la caliricaci¨®n de "muy pol¨ªtico" con que le etiquetaron con entusiasmo tirios y troyanos al comienzo de su gesti¨®n, de la que se cumplen seis meses en estos d¨ªas, pese a que nadie le niega la mejor de las intenciones.
El consenso general estima que no puede mostrar logros significativos desde que el 29 de marzo reemplaz¨® a su compa?ero de armas Jorge Videla, el primer conductor de? proceso que los militares denominan de "reorganizaci¨®n nacional", iniciado el 24 de marzo de 1976, cuando las fuerzas arma das se instalaron en el poder me diante un golpe de Estado,que de saloj¨® a la entonces presidenta constitucional, Mar¨ªa Estela- Mart¨ªnez de Per¨®n.Si bien durante el Gobierno de Videla se termin¨® de yugular la subversi¨®n, en lo que los militares argentinos consideran que fue una guerra -cuyas secuelas permanecen-, la pol¨ªtica- econ¨®mica y social de esa primera parte del Gobierno militar fue rechazada, y lo sigue siendo, por los sectores econ¨®micos, conscientes de la hiperinflaci¨®n, la recesi¨®n, el desempleo, las ca¨ªdas del salario real y el producto bruto, y el incremento del d¨¦ficit fiscal, por citar los indicadores m¨¢s ilustrativos de una situaci¨®n de crisis en extremo preo cupante, agudizada durante la gesti¨®n de Viola.
Precisamente, la posible soluci¨®n de esa crisis constituy¨® una de las esperanzas depositadas en el general Viola, un militar de gabinete que contaba incluso con un cierto consenso civil, y a quien se supon¨ªa lo suficientemente "pol¨ªtico" como para iniciar una apertura, tibiamente esbozada por su an tecesor en los ¨²ltimos tiempos de su rnandato.
El nuevo presidente despert¨® las expectativas de flexibilizaci¨®n de la actividad pol¨ªtica, congelada, como la sindical, a ra¨ªz del acceso al Gobierno de los militares, pero diluy¨® la esperanza de una convo catoria a elecciones libres para 1984. Sobre todo desde el punto y hora en que el f¨¦rreo y esquem¨¢tico ex ministro pol¨ªtico de Videla el general Albano Harguindeguy -actual asesor personal de Viola-, declar¨® p¨²blicamente que en 1984 no habr¨¢ comicios, sin que el, triunvirato militar -m¨¢ximo or ganism o de poder del Estado, inte grado por los jefes supremos de los tres ej¨¦rcitos, que nombr¨® pri mero a Videla y luego a Viola para ejercer la primera magistratura de
la Rep¨²blica- ser¨¢ quien designe un nuevo presidente militar, cuyo mandato se extender¨¢ hasta 1987.
Abrir el juego pol¨ªtico
D¨ªas antes, el ministro del Inte rior de Viola hab¨ªa hecho hincapi¨¦ sobre la necesidad de entreabrir, al menos, el juego pol¨ªtico, flexibilizando las normas, poco despu¨¦s de que portavoces gubernamentales anunciaran el lanzamiento del estatuto de los partidos pol¨ªticos para febrero de 1982.
Se desencaden¨® la tormenta, como era de esperar, y se puso de manifiesto una vez m¨¢s una constante de la pol¨ªtica argentina: la de moverse en t¨¦rminos m¨¢s fant¨¢sticos que reales, enmara?arse en contradicciones y en un flujo constante de marchas y contramarchas fomentadas por sus propios protagonistas.
Tal vez para contentar a los halcones, que se oponen tenazmente a la fijaci¨®n de un calendario electoral, el general Videla sali¨® a la palestra para dar la raz¨®n a su asesor, y no a su ministro pol¨ªtico, y decir que, efectivamente, la Junta decidir¨¢ lo que hay que hacer en 1984. As¨ª, la manoseada apertura
pol¨ªtica se queda en agua de borrajas. Mientras tanto, siguen escociendo las llagas abiertas por la guerra sucia -como se denomina a la lucha contra la subversi¨®n-, excitada por las secuelas del tema de los detenidos-desaparecidos, que organizaciones de defensa de los derechos humanos aseguran que ascienden a decenas de miles.A ello se une la inc¨®gnita que plantean las alianzas con los sectores civiles orientadas a buscar un esquema com¨²n que perm¨ªta avanzar en otros objetivos; y as¨ª, la llamada convocatoria multipartidaria, que aglutina al peronismo y al radicalismo -las principales fuerzas pol¨ªticas- y al desarrollismo y la democracia cristiana, no logra adquirir la representatividad y fuerza necesarias, adem¨¢s de autolimitarse ante el temor de un endurecimiento del proceso.
En el frente externo no se ha avanzado en el prolongado contencioso chileno-argentino por la posesi¨®n de islas y espacios insulares en el extremo Sur del continente, en la zona del canal de Beagle, sujeto a la mediaci¨®n del Vaticano.
Un ministro de Exteriores din¨¢m¨ªco, Oscar Camilion, trata en estos momentos en Estados Unidos de conseguir la derogaci¨®n de la enmienda Humphrey-Kennedy, que impide el suministro a Argentina de material b¨¦lico y de ayuda financiera destinada a su adquisici¨®n. Ello pasa por la nueva relaci¨®n con el pa¨ªs del Norte que se vincula con la asociaci¨®n que hace la actual Administraci¨®n republicana entre la gesti¨®n de Viola y la recuperaci¨®n institucional argentina, base no muy firme...
Por otra parte, el renovado ¨¦nfasis puesto en la reclamaci¨®n. sobre las islas Malvinas -el Gibraltar argentino- ha sido acompa?ado por un significativo avance en el di¨¢logo mantenido entre los ministros argentino y brit¨¢nico.
Pero el producto bruto sigue cayendo, la industria manufacturera est¨¢ en los niveles de producci¨®n de hace una d¨¦cada, el d¨¦ficit fiscal crece d¨ªa a d¨ªa como un tumor maligno, la deuda externa supera los 30.000 millones de d¨®lares y el salario real desciende a la mitad del nivel de 1975; en el ppimer semestre del a?o, las quiebras superan en un 252% las de 1980, la inflaci¨®n mantiene un ritmo pr¨®ximo al 10% mensual, y c¨¢si nadie cree en una cacareada reactivaci¨®n, prometida para el segundo semestre por el ministerio de Hacienda.
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