El Gayo
Grandes lienzos de noche movidos por la m¨²sica. Ese ruido de ropa que hace septiembre en el cielo. Madrugada del Gayo Vallecano. San Diego por los aires bendiciendo a los tocados de la colza.Hab¨ªa anoche m¨²sica en beneficio de los afectados (Legan¨¦s), y la movida era una tormenta de verano en oto?o, m¨¢s la voz de Serrat, de Aute, de los Suburbanos, el astro estrellado del jazz/rock y el sonido alegre y triste de Ptolomeo bajo el pl¨¢stico ordeante de la nada. Hubo un minuto de silencio por los muertos. Pastor, Moncho Alpuente, Juan Margallo. Al fondo de la ,ran cancha de baloncesto, en el Brooklin madrile?o de los espacios solos, el cemento bald¨ªo y las traseras, botes de cocacola, de cerveza, y la bombilla triste, baconiana, candela de las v¨ªctimas que callan. o las tiras moradas de una rifa. O la llamada septembrina de Hoyo de Manzanares. El festival del luto, dinero para los damnificados. Cielo damnificado, rock de barrio. ?Descubiertas tres nuevas marcas no aptas para el consumo?. Serrat es ya como un cl¨¢sico del neorromanticismo. Aute va de perdedor. La colza de la melancol¨ªa acent¨²a su voz. Los Suburbano tienen sahariana caqui y mucha marcha. ?La cifra de muertos se eleva a 142?. La astrolog¨ªa en luz de Ptolomeo llora bajo el pl¨¢stico traiisparente, y Moncho Alpuente tiene detr¨¢s un hurac¨¢n de muerto ?La Administraci¨®n, desbordada ante el alcance del envenenamiento por aceite adulterado?. Pido un bote de coca y me lo tomo contra la pared. Vienen chicas del rollo, viudas adolescentes de la guerra incruenta.
Jes¨²s Gomariz es un nuevo implicado en el mal rollo, pero los ministros r¨¦probos van a ser absueltos sin esperar A?o Santo, Congreso Eucar¨ªstico, cambio de Papa ni 18 de julio. ?Puede la min¨ªstra pedir divorcio del ministro por r¨¦probo querido Pacord¨®?ez? Aqu¨ª est¨¢ la respuesta de la gente al debate infructuoso de las Cortes. Felipe no fue a fondo, al rojer¨ªo le ha quitado pegada, Sancho Rof /Sancho el Fuerte/Sancho la mortal no quiere dimitir (los fuertes no dimiten), y entonces el personal, tanto como por reunir dinero, ayuda a los da?ados, se ha venido a la noche funeral, a este rock f¨²nebre, para que conste al menos su protesta. Cazadoras de astronauta, personal ciue no pasa y las muchachas con chaqueta de hombre, compravendida en el Rastro. Hay una comisi¨®n, hay una junta, algo, uni cosa parlamentaria e investigativa que navega en papel de barba, leve lancha, hacia el esclarecimiento de los hechos, pero la noche aqu¨ª est¨¢ m¨¢s oscura, pasan nubes moradas de tormenta, como una migraci¨®n de barriadas, y lo que no es pol¨ªtica, partidos, militancia de nadie contra nadie, es la evidencia campamental de un pueblo que hace guerras pac¨ªficas, revoluciones de m¨²sica, para morir cantando ?me voy con toda la basca a la Corte monegasca?, en el martirologio n¨²bil del desgobierno pulcro de uced¨¦. Hemos pasado de 11.000 a m¨¢s de 15.000 enfermos estad¨ªsticos. Lo dicen los cient¨ªficos:
-No entendemos el caso. Es una enferinedad estad¨ªstica.
Sabenlos que la colza mata porque la gente se muere. Ni nuestra pol¨ªtica ni nuestra ciencia, ni nuestra ciencia pol¨ªtica nos dicen otra cosa en tantos meses. Ancha cancha de baloncesto. Tierra bald¨ªa donde suena la noche a rock/chapuza. El bocata de ?pan y cuchillo? en la madrugada. Madrid, ciudad muy castigada por la colza, dice que no en sus barrios al Gobierno. Estoy contra una tapia, amaneciendo, con el bote de coca fr¨ªa en la mano. Y vienen chorvos con su rollo legal y su protesta. La gente est¨¢ en sus reservas de enfermedad y m¨²sica. El cielo era una guerra de guerrillas. La madera en la calle, por si acaso, y Snoopy, entre los senos de una chica.
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