Genesis, el triunfo de la t¨¦cnica
G¨¦nesis, grupo ingl¨¦s de m¨²sica pop, ha venido a Espa?a sin recalar en Madrid. De Barcelona, donde actu¨® el pasado d¨ªa 25, salt¨® a San Sebasti¨¢n, el d¨ªa 27, donde una muchedumbre llen¨® casi por completo el palacio de los deportes de AnoetaCualquier sombra de duda sobre la bondad de aquel concierto, cualquier afirmaci¨®n de que fue un enga?o bien urdido, parece implicar que las m¨¢s de 10.000 personas que vitorearon fren¨¦ticamente, aplaudieron a rabiar y corearon con entrega, estaban equivocadas, que eran unos ingenuos o unos tontos. Y no es eso. Sucede que el concierto de G¨¦nesis pod¨ªa verse al menos desde dos ¨¢ngulos: uno entregado,dispuesto a pas¨¢rselo como nunca y a alucinar cuanto m¨¢s mejor, y otro, m¨¢s fr¨ªo y dispuesto a aceptar lo que hay detr¨¢s de la fachada. Postura esta menos gratificadora que la primera.
Porque Genesis enga?a, pero, eso s¨ª, y como pasa con muchos enga?os, produce un cierto placer. ? Por qu¨¦ miente como grupo de rock? Bueno, suceden cosas. Como comprobar que desde hace tres a?os la presencia esc¨¦nica de Genesis no ha variado lo m¨¢s m¨ªnimo. Observar c¨®mo las presentaciones de Phill Collins son un calco fidedigno de las de hace tres a?os. Escuchar exactamente los mismos solos y arreglos que hace tres a?os (y a¨²n m¨¢s, en algunos casos). Que esas luces maravillosas son las id¨¦nticas e incluso llegan a su cl¨ªmax en el mismo instante.
Todo es igual menos, por supuesto, las nuevas canciones. Toda esta falta de inquietud en ofrecer algo diferente, en llegar a alg¨²n sitio distinto, se reflejaba en la cara de los protagonistas. Phill Collins le pon¨ªa la misma unci¨®n y parecida mueca en una canci¨®n tr¨¢gica que en una alegre. Rutheford parec¨ªa esforzarse en que todo le saliera como estaba pensado, Tony Banks tocaba los teclados como si fuera un expendedor de billetes y a los dos americanos adosados al grupo s¨®lo les faltaba mirar al reloj. All¨ª no hab¨ªa vida, aunque, y ah¨ª radica el enga?o, se pretenda que la haya. All¨ª s¨®lo hab¨ªa repetici¨®n de trucos muy conocidos y, eso s¨ª, perfecci¨®n.
Perfecci¨®n. Un bello montaje que puede rodear muy poco. Genesis aprendi¨® hace ya mucho c¨®mo se hacen canciones bonitas y de ¨¦xito. Y con el tiempo ha aprendido m¨¢s, a rodearlas del oropel de la t¨¦cnica. Dif¨ªcilmente se va a escuchar mejor sonido, mejores luces, mayor puntualidad con los instrumentos y en la voz. Todo estaba bien medido y era enorme, capaz de aturdir al m¨¢s pintado.
Pero todo era previsible; en ning¨²n momento pod¨ªa saltar una chispa de inspiraci¨®n, de improvisaci¨®n, de creaci¨®n verdadera. A la gente se la aplasta con lo nunca visto, se la apabulla con los grandes efectos, y la gente l¨®gicamente responde. Como m¨²sica, como vivencia, tiene poco de rock. Es otra cosa, tal vez una pel¨ªcula o, mejor, un inmenso circo musical. S¨®lo que en el circo hay peligro y esfuerzo. Aqu¨ª s¨®lo hay tecnolog¨ªa.
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