Los sublevados tratan de atribuir al Rey la intenci¨®n de acabar con los "excesos" del cambio pol¨ªtico

Una decena de los defensores de los procesados por los sucesos del 23 de febrero han incluido en sus conclusiones provisionales un pre¨¢mbulo com¨²n, que publicamos ¨ªntegro. A continuaci¨®n del mismo, ofrecemos un resumen de las alegaciones de cada defensor sobre su defendido, distribuidas por Europaa Press.

?En la firme convicci¨®n y plena seguridad de dar fiel cumplimiento a consignas emanadas de S. M. el Rey, comandante supremo de las, Fuerzas Armadas, seg¨²n mandato constitucional, determinada fracci¨®n de las mismas, con intervenci¨®n de prestigiosos generales, especial y reconocidamente adictos a la instituci¨®n mon¨¢rquica, y a la persona del Monarca, fracci¨®n centrada en la Capitan¨ªa General de Valencia, efectivos de la Guardia Civil de Madrid y Divisi¨®n Acorazada Brunete n¨²mero 1, radicada en El Pardo -todos bajo la direcci¨®n del general don Alfonso Armada Comyn, ante la invocaci¨®n por ¨¦ste del encargo regio por ¨¦l recibido- emprende, el 23 de febrero de 1981, una operaci¨®n militar prevista como totalmente incruenta, como as¨ª result¨®, que en el caso de haber sido secundada, como se esperaba, por el resto de las Fuerzas Armadas nacionales, deber¨ªa haber conducido al logro de sus finalidades.Acci¨®n tendente, en el ¨¢nimo de los iniciadores, a tenor del comunicado pensamiento regio, a un golpe de tim¨®n bajo la autoridad de S. M. -no destructivo de las paredes maestras del sistema-, que, a modo de inmediato revulsivo, sirviese para atajar el separatismo desbordado, erradicar el terrorismo -que ven¨ªa eligiendo, preferentemente, sus v¨ªctimas de entre los cuadros castrenses, con especial intensidad de la Guardi¨¢ Civil, orden p¨²blico y polic¨ªa-, restaurar el principio de autoridad, en total quiebra, y remediar, en la posible medida, la honda crisis econ¨®mica, con su secuela de creciente paro, intensificado por la provocada discordia entre los factores productivos, artificialmente exacerbada por organizaciones sindicales de partido, m¨¢s interesadas por lo pol¨ªtico que por lo socioecon¨®mico, males pronosticablemente irreversibles a falta de una en¨¦rgica actuaci¨®n de quienes tuvieran medios para llevarla a cabo, antes de que fuese demasiado tarde.Por conducto absolutamente fiable -cual era el del general Armada, tan allegado al Rey y depositario de sus confidencias- se consideraba al Monarca, capit¨¢n general de los Ej¨¦rcitos, percatado por suficiente experiencia propia de la ineficacia de cualquier intento corrector por los cauces regulares, con lo que parec¨ªa cerrada toda salida normal a la cr¨ªtica situaci¨®n creada; s¨®lida creencia en la viva preocupaci¨®n soberana, reforzada en vista de hechos y situaciones intolerables -algunos en la propia real presencia, como la ?afrenta de Guernica?-, que se estimaba hab¨ªan venido a herir dolorosamente la sensibilidad de SM el Rey, verdadero ?motor.? en su d¨ªa, en fin de cuentas, del cambio pol¨ªtico determinante, en sus excesos, de tales indeseadas consecuencias.

A?adido a todo ello, como claro exponente de la resuelta disposic¨ª¨®n regia, el antecedente, concluyentemente significativo, de la at¨ªpica e inexplicada fulminaci¨®n pol¨ªtica extraparlamentaria del Presidente Su¨¢rez, acabada de producirse a la saz¨®n.

Todo denotaba la certeza de la decisi¨®n regia dada, por lo dem¨¢s, a conocer expl¨ªcitamente al teniente general Milans y al teniente coronel Tejero -y por ¨¦stos a sus propios colaboradores- por el ya mentado general Armada, tan ligado siempre al Rey y reci¨¦n nombrado, por enc¨ªma de todas las dificultades, segundo jefe de Estado Mayor del Ej¨¦rcito de Tierra; certidumbre de impulso regio decisiva para los elegidos para participar en la operaci¨®n, cuyo car¨¢cter, cuidadosamente reservado en su planteamiento, tan s¨®lo obedec¨ªa a razones t¨¢cticas de sorpresa, elementales en la materia, y no a otras diferentes y menos que a ninguna a cualquier duda o recelo inicial de la licitud de la empresa, legitimada en su ra¨ªz por la revelada resoluci¨®n del comandante supremo de las Fuerzas Armadas, al servicio del bien com¨²n que, en su entender, reclamaba la inmediata y transitoria formacion de un Gobierno de salvaci¨®n nacional.

As¨ª las cosas, tiene lugar el 23 de febrero la irrupci¨®n en el palacio de las Cortes de las fuerzas de la Guardia Civil, al mando del teniente coronel Tejero Molina, al grito de ??Viva el Rey!?, en tanto que era declarado el estado de excepci¨®n en Valencia por virtud del bando del capit¨¢n general de aquella regi¨®n militar y ocurren los acontecimientos que m¨¢s adelante se narrar¨¢n, a sus propios fines procesales, sucedidos en la Divisi¨®n Acorazada de Madrid; operaci¨®n toda ella fallida a poco de iniciada por el aislamiento en que quedaron las fuerzas empe?adas en ella, precisamente por la sobrevenida e inesperada intervenci¨®n obstativa del Jefe del Estado; lo que determin¨®, con el cese del intento, la prosecuci¨®n del statu quo y de la legalidad formal en vigor.

Dentro del cuadro acabado de describir, se desarrollan, en concreto, por lo que concierne a la presente calificaci¨®n, los presentes hechos atenientes al procesado que en ella figura?.