El poder en Polonia
EN EL congreso de Solidaridad, que est¨¢ celebrando su segunda fase hasta el 4 de octubre, hay como un miedo al ¨¦xito que est¨¢ al alcance de la mano. El prestigio del inventor de este enorme movimiento, Lech Walesa, y el de la Iglesia, que forma lo esencial de su retaguardia ideol¨®gica y de su organizaci¨®n, trata de evitar que se llegue demasiado lejos: simplemente, que se tome lo que est¨¢ al alcance de la mano. Y lo que est¨¢ al alcance de la mano es el poder. Lo que no se sabe es lo que hay despu¨¦s.En la primera parte del congreso se plantearon unos desaf¨ªos abiertos contra el partido ¨²nico. Ahora, los desaf¨ªos han llegado a tener la calidad de s¨ªmbolos. Un obispo de Estados Unidos, George Higgins, celebr¨® la misa y pronunci¨® una homil¨ªa ofreciendo la solidaridad del movimiento social y obrero de los Estados Unidos ("sindicatos libres y aut¨®nomos son un elemento indispensable en la lucha por la justicia, humana"); y el presidente del Congreso de Sindicatos de Estados Unidos AFL-CIO, cuya entrada en el pa¨ªs prohibieron las autoridades, envi¨® un mensaje: "Vosotros no s¨®lo hab¨¦is tra¨ªdo la renovaci¨®n a Polonia, sino que hab¨¦is renovado el esp¨ªritu de los trabajadores en el mundo entero".
Unos d¨ªas antes, Solidaridad hab¨ªa llegado a ciertos acuerdos con el Gobierno y el Parlamento acerca de los temas de autogesti¨®n. Abierta la sesi¨®n del jueves pasado, el primer ministro, Stanislaw Kania, intent¨® volverse atr¨¢s en algunos de los acuerdos conseguidos; despu¨¦s de un descanso en los debates parlamentarios, la presi¨®n de numerosos diputados oblig¨® a mantener el texto inicial del consenso. Lo que esto significa, grandes rasgos, es que Solidaridad est¨¢ presente en el Parlamento, que representa ya un partido de oposici¨®n y, con tal fuerza, que quien ha quedado en la oposici¨®n es el Gobierno mismo y la comisi¨®n del partido que intentaba limitar los acuerdos. Acuerdos que, de hecho, suponen una apertura de Solidaridad hacia las responsabilidades mismas del poder, puesto que de lo que se trata es de que participe en las decisiones pol¨ªticas y econ¨®micas capaces de. modificar el r¨¦gimen. "El poder ya no es un c¨ªrculo cerrado", ha terminado por exclamar Kania. Y no lo es en el sentido de que se trata ahora de formar lo que se llama "un equipo de expertos", integrado por representantes "de las diferentes organizaciones pol¨ªticas, sociales y sindicales" para tratar el tema de la autogesti¨®n; pero la autogesti¨®n est¨¢ relacionada, con la direcci¨®n pol¨ªtica -nombramiento de directores y cuadros en las empresas-, con la econ¨®mica -planes generales de producci¨®n- y con la laboral -precios y salarios-.
Si este acuerdo no fue satisfactorio para los reservistas duros del partido ¨²nico -que, como se ve, deja autom¨¢ticamente de ser ¨²nico-, no est¨¢ provocando menos discusiones en el seno mismo del congreso de Solidaridad, donde la mayor¨ªa lo considera blando e insuficiente. Quedan en ¨¦l, en efecto, posibilidades de limitaci¨®n de la autogesti¨®n en manos del Gobierno -el nombramiento de directores de algunas grandes empresas-; y los radicales de Solidaridad discuten que sea v¨¢lido.
Para comprender el alcance de esta revoluci¨®n polaca habr¨ªa que trasladar la situaci¨®n a un pa¨ªs de Occidente: es dif¨ªcil imaginar que una fuerza salida de la nada, ajena a las constituciones y a los reglamentos del poder, hubiese llegado en un a?o a dominar la pol¨ªtica desbordando largamente su car¨¢cter sindical. Mucho m¨¢s dif¨ªcil de explicar es que esta protesta surja en un pa¨ªs regido por una dictadura, sin reconocimiento de las libertades p¨²blicas y ligado estrechamente a un pacto militar y econ¨®mico con otro conjunto de dictaduras, entre ellas la m¨¢s fuerte del mundo, la sovi¨¦tica. La ¨²nica explicaci¨®n posible es la de la decrepitud de un r¨¦gimen que ha consumido, al mismo tiempo que sus promesas ideol¨®gicas, su capacidad de gobernar con bien, y que se muere al primer soplo. La propuesta de Solidaridad se centra ahora en un Parlamento pluralista (y ya lo sucedido el jueves indica que est¨¢ funcionando como tal), en el derecho de los trabajadores a nombrar sus directores -no s¨®lo los t¨¦cnicos, sino los pol¨ªticos- y la instauraci¨®n de una serie de libertades.
El triunfo est¨¢ al alcance de la mano. Pero m¨¢s all¨¢ de esa mano est¨¢ la URSS. Sin el espectro de la URSS, Polonia ser¨ªa ya a estas horas un pa¨ªs occidental neutral -del corte de Austria o de Finlandia- para llegar a ser despu¨¦s un pa¨ªs occidental a secas. La parte radical del congreso de Solidaridad estima, sin embargo, que la imposibilidad de la URSS de reaccionar est¨¢ suficientemente establecida como para poder actuar libremente y tomar el poder. La parte moderada -Walesa, la Iglesia- teme que en un momento dado Mosc¨² recurra a su pol¨ªtica de confianza en la fuerza militar, y que la temida invasi¨®n de, Polonia sea el primer paso. Es de esta facci¨®n la idea de apaciguar, de ir ganando puntos, de seguir por el camino emprendido sin pretender llegar a soluciones dr¨¢sticas. Por ello, de la permanencia de Walesa en el liderazgo del movimiento que ¨¦l mismo cre¨® -y nada augura que. esta permanencia vaya a ser discutida- depende en gran parte una actitud de moderaci¨®n que evite, quiz¨¢s, lo que podr¨ªa ser e? primer gran choque frontal entre los bloques en esta era de la dura sonrisa de Reagan.
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