Londres abandonar¨¢ la CEE si los laboristas llegan al poder
Si los laboristas ganan las pr¨®ximas elecciones generales, el Reino Unido podr¨ªa dejar de ser miembro de la Comunidad Econ¨®mica Europea (CEE), sin un refer¨¦ndum sobre la cuesti¨®n. El congreso laborista aprob¨® ayer por una mayor¨ªa abrumadora -6.213.000 votos contra 792.000- las recomendaciones de su ejecutiva en este sentido. Esta es, pues, la pol¨ªtica oricial del partido por segundo a?o consecutivo.
ENVIADO ESPECIAL, El congreso solicit¨® a la ejecutiva un informe completo para el pr¨®ximo a?o sobre las consecuencias pol¨ªticas y econ¨®micas de la retirada brit¨¢nica del Mercado Com¨²n y pidi¨® que se montara una campa?a de publicidad para informar a los brit¨¢nicos de estas intenciones. Simult¨¢neamente, la television comercial hizo p¨²blica una encuesta que mostr¨® que un 52% de la poblaci¨®n est¨¢ en contra de la CEE, frente a un 40% a favor. La mayor¨ªa de los encuestados, sin embargo, est¨¢n a favor de un refer¨¦ndum.El argumento laborista contra la CEE es tanto econ¨®m¨ªco como pol¨ªt¨ªco. La nueva pol¨ªtica econ¨®mica que promulga la ejecutiva laborista -con planificaci¨®n del comercio, control de las importaciones y de los precios y ayuda selectiva a la industria par¨¢ regenerar la manufactura en el Reino Unido- parece incompatible con la letra y la pr¨¢ctica del tratado de Roma.
Entre los anticomunitarios, la CEE se ha convertido en la cabeza de turco, junto a la pol¨ªtica de Margaret Thatcher para la inflaci¨®n, el paro y la decadencia industrial brit¨¢nica. El ingreso brit¨¢nico en la CEE, se dice, lleg¨® tarde y mal, coincidiendo con la crisis econ¨®mica internacional.
Resentimiento agr¨ªcola
Por otra parte, est¨¢ el argumento de que el Reino Unido paga m¨¢s a la CEE de lo que recibe de ella: un balance negativo de 3.000 millones de libras (516.000 millones de pesetas) en los ¨²ltimos cinco a?os y se espera de quinientos millones de libras (87.000 millones de pesetas) este a?o. Y la balanza comercial con la CEE, apuntan los laboristas, es tambi¨¦n desfavorable, a pesar de que un 42% de las exportaciones brit¨¢nicas vayan a la Comunidad (m¨¢s de un tercio de esto es en petr¨®leo y reexportaci¨®n de diamantes). En 1978 esta balanza comercial con la CEE fue negativa en 2.750 millones de libras, con especial incidencia en los bienes manufacturados y semimanufacturados en 1980, el d¨¦ficit hab¨ªa bajado a 78 millones de libras. Los laboristas atribuyen este hecho a la recesi¨®n.
En cuanto a los alimentos, los brit¨¢nicos -netos importadores- estaban acostumbrados a pagarlos baratos. El ingreso en la CEE ha encarecido la cesta de la compra. Es m¨¢s, la eficiente agricultura brit¨¢nica se resiente de la pol¨ªtica agr¨ªcola comunitaria.
Tiene, sin embargo, m¨¢s peso el argumento pol¨ªtico y cultural. Los brit¨¢nicos sienten que no tienen el peso suficiente para influir en la Comunidad, que la p¨¦rdida de parte de su soberan¨ªa ha erosionado su democracia. Westminster, el Parlamento de Londres, ya no tiene la ¨²ltima palabra en cuestiones de legislaci¨®n. Unas "instituciones poco leg¨ªtimas", en Bruselas, toman decisiones que afectan a esta naci¨®n.
Y no es que el laborismo sea antieurope¨ªsta. Tan s¨®lo est¨¢ en contra de que el Reino Unido siga en el Mercado Com¨²n. Y saben que la retirada no resolver¨¢ todos sus problemas econ¨®micos e industriales. La ejecutiva laborista est¨¢ ahora preparando un plan de retirada en tres fases. En un primer momento se enmendar¨ªa la ley de las Comunidades Europeas de 1972. Basta un voto en el Parlamento brit¨¢nico. Posteriormente se ¨ªr¨ªa a una "retirada negociada", similar al "ingreso negociado", y finalmente se repeler¨ªa la ley de Ingreso en la CEE sin refer¨¦ndum, aunque algunos moderados preferir¨ªan una consulta popular.
Los laboristas ya no creen en una renegociaci¨®n. La ¨²ltima dividi¨® al partido. Las instituciones y tratados comunitarios carecen, en su opini¨®n, de flexibilidad. La CEE podr¨ªa, sin embargo, cambiar en los pr¨®ximos dos a?os. "Lo tomar¨ªamos muy en cuenta", coment¨® Peter Shore, portavoz laborista para Asuntos Econ¨®micos, para quien, de todas formas, ser¨ªa necesario abolir el Tratado de Roma.
No hay que descontar, sin embargo, un posible cambio de actitud. "Vamos a observar con sumo inter¨¦s el impacto del Gobierno socialista del presidente Mitterrand sobre la CEE".
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