Premios inexplicables
Hubo un tiempo en el que el Festival de San Sebasti¨¢n sol¨ªa premiar asiduamente a las pel¨ªculas rusas. Nunca se supo bien qu¨¦ especial inter¨¦s despertaban en los miembros de los diversos jurados, pero es el caso que, una vez estrenadas, p¨²blico y cr¨ªtica sol¨ªan coincidir manifestando su rechazo.A veces los m¨¢s sorprendidos eran los sovi¨¦ticos, como en cierta ocasi¨®n en la que el galard¨®n les pill¨® de gira tur¨ªstica y a la vuelta no eran capaces de creerlo. Supon¨ªan que se trataba de una broma, broma que, una vez m¨¢s, se ha repetido este a?o a la hora de conceder los oscars.
Se supone que el cine sovi¨¦tico debe estar realizado para el pueblo, no s¨®lo desde el punto de vista doctrinal, sino desde esquemas est¨¦ticos. No es f¨¢cil reconocer los gustos de su p¨²blico, pero los ¨¦xitos de Raphael o Sara Montiel all¨ª como representantes del cine espa?ol aportan cierta luz acerca de sus predilecciones.
Mosc¨² no cree en las l¨¢grimas
Direcci¨®n: Vladimir Menshov. Gui¨®n: Valent¨ªn Chernij. F¨®lograf¨ªa: Igor Slabrevich. M¨²sica: Sergio Nikilina. Int¨¦rpretes: Vera Alentova, Alexel Batalov, Irina Muraviova. URRS. En el Cid Campeador y California.
Cuando los cines checo, polaco o yugoslavo destacan a un lado y otro de la frontera de los gustos pol¨ªticos, copando lugares de honor en cert¨¢menes y festivales, parece como si el sovi¨¦tico se hubiera detenido en el umbral de los a?os cuarenta. Afirmar hoy de un filme que t¨¦cnicamente est¨¢ bien resuelto es decir poco menos que nada, m¨¢xime cuando se cuenta con algo m¨¢s que los medios precisos; anotar que los actores se desenvuelven correctamente es como asegurar, que adem¨¢s son fotog¨¦nicos; admirar la fotograf¨ªa es a?adir notas elementales a lo que debe ser una pel¨ªcula. Pues lo malo de ¨¦sta no es su argumento, ni su falta de imaginaci¨®n, ni su duraci¨®n para p¨²blicos menos inquietos o m¨¢s tradicionales, ni su pasado ternurismo; lo peor es su antigua y vac¨ªa interpretaci¨®n de la mujer y el hombre, lejos de lo que se supone deber¨ªa ser en los pa¨ªses donde el cine no necesita recurrir para existir a evidentes servidumbres comerciales.
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