Documental sobre la vida en un psiqui¨¢trico, presentado en la Semana de Cine de Valladolid
La segunda pel¨ªcula espa?ola presentada a concurso en la Semana Internacional de Cine de Valladolid -Animaci¨®n en la sala de espera- caus¨® un fuerte impacto en la noche de su estreno. Carlos Rodr¨ªguez Sanz y Manuel Coronado, tras tres a?os de trabajos, m¨²ltiples entrevistas y muchos metros rodados, han logrado un documental dram¨¢tico, duro, desgarrado y tierno sobre la vida en un psiqui¨¢trico y las vivencias de los internados.
El filme, de ochenta minutos de duraci¨®n, est¨¢ realizado con un gran sentido cinematogr¨¢fico. Pese a su car¨¢cter documental, la tensi¨®n dram¨¢tica se mantiene en todo momento y deja huella en el espectador. Es imposible asistir con indiferencia a una pel¨ªcula donde, adem¨¢s, las grabaciones magnetof¨®nicas y las conversaciones con los internados est¨¢n perfectamente dosificadas y encajadas en el esquema general del filme.Los autores han preferido no sacar conclusiones, sino dejar que sea la propia subjetividad del espectador quien asimile, madure y medite lo que se le ha dado en la pel¨ªcula.
Rodr¨ªguez Sanz y Coronado tambi¨¦n han sido, junto al operador, Miguel Angel Trujillo, los productores de la obra, ?ya que no hemos contado con otro tipo de ayudas?. ?Esto, sin embargo?, a?ade, ?nos ha permitido trabajar con entera libertad y sin mediatizaciones de ning¨²n tipo?.
La idea central de la pel¨ªcula, seg¨²n sus autores, es luchar contra el miedo que hay dentro de cada ser humano respecto a su parte negra y escondida. Los directores piensan que su filme puede ser ¨²til.
El realizador iran¨ª Baharam Beyzai, al igual que ocurri¨® el a?o pasado con el turco Yilmaz Guney, est¨¢ siendo otra de las revelaciones. de la Seminci. Sus pel¨ªculas El extranjero, El viaje y La balada de Tara tienen todas las connotaciones de ese cine tercermundista hecho con escasos medios, pero que, a cambio, posee una fuerza dram¨¢tica importante.
La Seminci mantiene as¨ª su tradici¨®n de proyectar filmes de autores y pa¨ªses cuyo cine es pr¨¢cticamente desconocido en Espa?a. En algunos casos, las obras presentan escas¨ªsimos alicientes, como sucede con Padre e hijo, de Fong Yuk Ping (Hong Kong), mientras que, en otros, las obras tienen un elevado inter¨¦s. As¨ª ocurre con La p¨¢lida luz del dolor, del rumano Julian Miju. En tono po¨¦tico y con una gran sensibilidad, que, a veces, queda difuminada por la lentitud y ciertas dosis de ingenuidad, Miju narra los avatares de un matrimonio de maestros enviados en 1913 por el Partido Socialista Rumano a una aldea remota. Su intento por cambiar la vida de los campesinos choca con el universo cerrado del pueblo, la miseria, la guerra mundial y las epidemias.
La funci¨®n de la cr¨ªtica
?Los cines nacionales se hundir¨¢n cuando en los pr¨®ximos a?os se extienda la revoluci¨®n tecnol¨®gica. Espa?a no est¨¢ preparada para entrar en ese mundo nuevo de los ingenios electr¨®nicos, a no ser que entre como colonizada. Creo, por tanto, que el cine espa?ol desaparecer¨¢ cuando el cine se haga masivamente de forma electr¨®nica?, afirm¨® Ignacio Ramonet, cr¨ªtico de cine de Le Monde Diplomatique, en la segunda jornada de las 221 Conversaciones Internacionales sobre Cine.El tema elegido -La funci¨®n de la cr¨ªtica de cine- despert¨® el inter¨¦s de muchos de los profesionales desplazados a Valladolid. Aspectos como la raz¨®n de ser aqu¨ª y ahora del cr¨ªtico de cine, su formaci¨®n, su funci¨®n o la pol¨¦mica entre cr¨ªticos de elite-cr¨ªticos de masas, planteada por Aurora Santuari, cr¨ªtica de Paese Sera, motivaron constantes discusiones y una larga pol¨¦mica en la que tomaron parte, entre otros, Roman Gubern, Alvaro del Amo, la inglesa Anne Head, cr¨ªtica de The Observer; Francisco Llin¨¢s, Manolo Alcal¨¢, Mat¨ªas Antol¨ªn, C¨¦sar Santos Fontela y G¨®mez Mesa.
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