Una espiral inacabable de atentados y ejecuciones
"En el nombre de Al¨¢, el compasivo, el misericordioso...". Esta frase encabeza todos los discursos del im¨¢n Jomeini y de los cl¨¦rigos iran¨ªes, as¨ª como los de algunos partidos isl¨¢micos de oposici¨®n al r¨¦gimen. Sin embargo, ni la compasi¨®n ni la misericordia parecen estar presentes en la vida pol¨ªtica de Ir¨¢n. Decenas de j¨®venes desfilan a diario ante los paredones de ejecuci¨®n o ante las horcas que los tribunales revolucionarios montan con una frecuencia ininterrumpida, mientras los atentados contra dignatarios y cl¨¦rigos se suceden sin interrupci¨®n."Tampoco ellos, los hip¨®critas, tienen compasi¨®n de sus v¨ªctimas, cuando realizan sus atentados con bombas que truncan decenas de vidas de nuestros hermanos y hermanas", repiten los dirigentes de la Rep¨²blica Isl¨¢mica de Ir¨¢n, para quienes las ejecuciones sumarias est¨¢n prescritas en el Cor¨¢n, "contra aquellos que atentan contra Al¨¢".
La prisi¨®n de Evin, al norte de Teher¨¢n, es el lugar donde se realiza la mayor parte de las ejecuciones. Es un oasis de casta?os enclavado en las faldas de los montes Alborz. Centenares de jovenc¨ªsimos pasdaran alardean en los accesos a la c¨¢rcel de sus armas autom¨¢ticas y de sus rev¨®lveres, que montan sin ning¨²n recato ante los visitantes, mientras en silencio conducen a los sospechosos detenidos que, en pocos minutos, con l¨¢grimas en los ojos y el coraz¨®n prieto, comparecer¨¢n ante el tribunal revolucionario que preside el ayatollah Gilani.
Paredones, atentados y horcas
El ayatollah Gilani es un hombre de modales refinados y cara afilada, con una mirada penetrante y helada. De prosa cantarina, adquirida durante sus largos estudios religiosos, no se cansa de repetir que "la aniquilaci¨®n de los monafaquin, los desviados, es un deber isl¨¢mico".
En la ventanilla posterior de su Mercedes verde, majestuoso, se aprecia la tela de ara?a cristalina producida por un disparo reciente que no logr¨® su objetivo. Cuando su coche se va, un joven de unos treinta a?os, con una gran calva, entra en Evin con el rostro entre las manos arrasado por el llanto. La horca, con certeza, le aguarda.
Muy cerca de la plaza de Bahrest¨¢n, los escombros de lo que fuera la sede del Partido de la Rep¨²blica Isl¨¢mica (PRI) muestran todav¨ªa los restos del sepulcro de 72 personas que murieron aplastadas bajo sus muros o quemadas, tras la explosi¨®n de una bomba el pasado mes de junio. Sayed Moharnad Bejesti, el creador del partido hegem¨®nico iran¨ª, muri¨® all¨ª abrasado junto a cuatro ministros, seis viceministros, veintisiete diputados del Parlamento de Teher¨¢n y 34 altos funcionarios y militantes de su partido y del Gobierno. Los atentados prosiguen, mientras las horcas y los paredones de ejecuci¨®n reciben a diario nuevos cuerpos de hombres y mujeres.
La oposici¨®n, contra el clero
?Qu¨¦ busca la oposici¨®n iran¨ª? La principal organizaci¨®n que combate al r¨¦gimen de Jomeini, los Mujaidin e Jalq, asegura que los principios que presidieron el curso de la revoluci¨®n iran¨ª han sido "escamoteados y falsificados por el clero ch¨ªta, con el prop¨®sito de adue?arse del poder restringiendo las libertades democr¨¢ticas, vulnerando la Constituci¨®n y apuntalando un sistema teocr¨¢tico, profundamente reaccionario, opuesto al deseado por el pueblo iran¨ª".
Partidarios de un poder laico, los muyahidin cuentan con una organizaci¨®n clandestina provista de armas, disciplinada, en la que militan muchas mujeres j¨®venes y estudiantes de grado medio y universitario. Poseen, seg¨²n dicen, un elevado grado de infiltraci¨®n en los ¨®rganos dirigentes de la Rep¨²blica Isl¨¢mica Iran¨ª y se atribuyen la mayor parte de los atentados contra dignatarlos religiosos y dirigentes del Partido de la Rep¨²blica Isl¨¢mica, que les acusan de "trabajar para el poder sat¨¢nico de Am¨¦rica".
Las autoridades de Teher¨¢n calculaban en 200.000 el n¨²mero de militantes y simpatizantes de esta poderosa organizaci¨®n, si bien los efectos de la represi¨®n aplicada contra ellos -1.733 ejecuciones reconocidas ayer por el ayatollah Ardebili, Jefe de los tribunales revolucionarios desde el mes de junio, miles de arrestos, centenares de sedes clandestinas descubiertas- permiten estimar un descenso en su actividad.
La organizaci¨®n de los Mujaidin e Jalq intent¨® tras la destituci¨®n del presidente Abolhassan Banisadr forzar un proceso de masas similar al empleado para derrocar al sha Pahlevi, pero en esta ocasi¨®n contra el r¨¦gimen de Jomeini. La experiencia se sald¨® con decenas de muertes en las calles y poderosos golpes contra sus estructuras organizativas clandestinas, mientras continuaban sus reivindicaciones de los atentados contra el presidente Al¨ª Rayai y su primer ministro, Javad Bahonar.
Decenas de sus militantes, protegidos por comandos armados, recorr¨ªan las arterias m¨¢s concurridas de Teher¨¢n mientras lanzaban propaganda escrita contra el r¨¦gimen, a la espera de la llegada de los guardianes de la revoluci¨®n. Los tiroteos tardaban pocos minutos en producirse, con v¨ªctimas entre manifestantes, pasdaran y tambi¨¦n viandantes.
Cambio de t¨¢ctica
La organizaci¨®n de los Mujaidin e Jalq parece haber cambiado de t¨¢ctica. Los procesos de masas no han encontrado gran eco, por razones obvias. Actualmente preconiza una forma "republicana y democr¨¢tica", con un poder civil progresista que aleje al clero de las decis¨ªones. Apoya al ex presidente Banisadr, a quien ayud¨® a huir de Ir¨¢n junto a su l¨ªder Radjavi.
El r¨¦gimen de Teher¨¢n teme m¨¢s las infiltraciones en la Administraci¨®n y en las fuerzas armadas de esta organizaci¨®n, que los actos de masas en las calles. Sorprendentemente, durante las exequias del general Valiollah Fallahi, vicecomandante en jefe de las Fuerzas Armadas de la Rep¨²blica Isl¨¢mica muerto a finales de septiembre en un accidente a¨¦reo de extra?as causas, un compa?ero de armas dijo que Fallahi "quer¨ªa ser enterrado junto al ayatollah Taleghani".
Talleghani, una de las figuras m¨¢s influyentes de la primera fase de la revoluci¨®n, y un hombre de izquierda, es considerado por los Mujaidin e Jalq como su gu¨ªa y su inspirador. Una inc¨®gnita m¨¢s, o quiz¨¢ una casualidad fortuita, a a?adir a la inextricable situaci¨®n pol¨ªtica iran¨ª, donde la muerte y el luto son, en las filas del r¨¦gimen y en las de la oposici¨®n, dos constantes que no se dan tregua.
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