Getafe
Getafe. 250.000 currantes y un grupo teatral -Taormina- que lleva casi veinte a?os en el rollo. Ahora ponen Yerma, de Lorca, y el personal llena el teatro para enterarse. Un Ayuntamiento socialista/comunista y la nueva moda espa?ola de la fromagerie, que tenemos ya una en cada esquina, como el estanco de los quesos.En la fromagerie de Getafe, la tabla de quesos es una paleta de pintor. Getafe, muchos cuarteles y una se?orita de veinte a?os, cara de ni?a, pero muy encuerpada, que se llama To?i. Mientras aqu¨ª viven la aventura an¨®nima, modesta, altruista, alegre y desinteresada del teatro, en Madrid, en los grandes circuitos comerciales, se anuncia una obra, Caim¨¢n, de Buero, en sus cien representaciones, utilizando publicitariamente textos (m¨ªos y de otros) que no eran publicitarios. La gloria inmarcesible de Buero no necesita tomar al abordaje filibustero mi alcanc¨ªa ingenua de gacetillero, mi poquedad, para enriquecer sus caudales de prestigio y vender unas cuantas butacas. Uno ha rechazado repetidamente millones de pesetas, una pela larga, por salir en la telestatal anunciando champa?a, caf¨¦ y otras intendencias. Uno no quiere anunciar, ni gratis ni cobrando, una funci¨®n. La f¨¦rrea geometr¨ªa ¨¦tica de Caim¨¢n contrasta ir¨®nicamente con los confusos procedimientos utilizados para vendernos la exhortaci¨®n de Bueno. Los escen¨®crafos de esta Yerma han abrumado el escenario con dos inmensos senos de mujer que suben y bajan.
Un obrero ya entrado me dice que no entiende lo de la barra. Cuando sustitu¨ª, en esta columna, la barra de pan por la barra tipogr¨¢fica de los economistas, que luego ha sido de los estructuralistas, no hac¨ªa sino sustituir una iron¨ªa por otra, denunciar aprovech¨¢ndolo el exceso de tecnicismo en que ha entrado la ciencia de la literatura, que no es una ciencia. Y le explico a mi amigo de Getafe:
-Cuando yo escribo Reagan/ Breznev, as¨ª, con barra, estoy dando un bloque de poder y connotaciones de influencia, dos nombres que se unen y se contraponen, la uni¨®n de contrarios, la reversibilidad amor/odio (otra barra, perd¨®n), para que el lector se acostumbre a identificar a esos dos ancianos como un solo ente de terror y poder que tiene dos cabezas, cual el ¨¢guila bic¨¦fala, pero que al fin nos picotear¨¢ con uno de sus dos picos.
Se siente uno gustoso hablando con la gente, hablando entre la gente, tratando al personal, alternando con la pomada de Getafe. Los reba?os sueltos de gamberros arrancan los carteles teatrales a la media hora de haber sido puestos, cuando todav¨ªa el engrudo est¨¢ tierno. Son zonas errantes y ¨²ltimas de incivilidad a las que hay que llegar con un trabajo continuo, con una contumacia enamorada. No s¨¦ si lo hace el Ayuntamiento socialista /comunista de Getafe. Si no, otros los hacen por el Ayuntamiento, aunque el peri¨®dico local sea de un se?or muy conservatista. El estudiantado, hijos de los obreros de cuarenta a?os, va a tener ya un futuro mejor, si es que tiene un futuro. (Ferrer-Salat me confesaba la otra noche que no encuentra la manera de dar un primer empleo a los j¨®venes: pues qu¨¦ falta de imaginaci¨®n, hombre, cuando hay gente haciendo doble jornada por sobrevivir.)
Getafe, estando tan cerca, est¨¢ m¨¢s lejos de Madrid que Madrid de Barcelona. Son 250.000 madrile?os perif¨¦ricos de quienes el monstruo/Azca se desentiende. En Getafe ponen Yerma y Getafe, entre f¨¢bricas y cuarteles, es la Yerma clamante y marginada del secarral manchego. Silverio Lanza, ?el hombre raro de Getafe?, el anti/98, duerme su muerte de piedra y protesta bajo la glaciaci¨®n geol¨®gica del hierro.
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