Inquietud en Portugal ante la posible subordinaci¨®n Militar a Espa?a
, Tres cuestiones han llevado los militares a una evidencia: con la entrada de Espa?a Portugal perder¨¢ parte de su importancia estrat¨¦gica en el sistema atl¨¢ntico. Los tres, a su vez, han alertado a los pol¨ªticos acerca de la posible de perder los dividendos pol¨ªticos, econ¨®micos y militares, que Portugal esperaba sacar de esta posici¨®n estrat¨¦gica. De all¨ª una serie de presiones ejercidas por Lisboa, movilizando medios internos yexternos para intentar obtener de los aliados una serie de garant¨ªas previas a la formalizaci¨®n de la adhesi¨®n espa?ola.
En un pa¨ªs donde el enemigo hist¨®rico es Espa?a -como Francia para Espa?a, y para Francia, Alemania o Inglaterra- es siempre f¨¢cil preocupar a la opini¨®n p¨²blica con el peligro, real o supuesto, de una subalternizaci¨®n de sus ej¨¦rcitos al vecino.
De ah¨ª que se insista frecuentemente en los medios militaes y pol¨ªticos portugueses sobre la aplastante superioridad militar de Espa?a. Superioridad en efectivos -normal, teniendo en cuenta la desproporci¨®n demogr¨¢fica y territorial de los dos pa¨ªses-, pero tambi¨¦n superioridad por el volumen y la calidad de los medios t¨¦cnicos y humanos. Los mandos militares lusos, a pesar de las ?excelentes relaciones de cooperaci¨®n y amistad existentes entre los estados mayores peninsulares?, no dudan nunca en invocar el ejemplo de la vecina Espa?a para conseguir del Gobierno de Lisboa un esfuerzo suplentario en materia de gastos militares.
El tratado de amistad luso-americano de 1976 les ha proporcionado un argument¨® nuevo: el espacio a¨¦reo portugu¨¦s y buena parte de su zona econ¨®mica exclusiva dentro de una zona de inter¨¦s com¨²n ser¨¢n defendidos por Espa?a, un hecho que es considerado como inaceptable por la Aviaci¨®n y la Armada portuguesas. Esta ¨²ltima interroga a los responsables nacionales sobre la eventualidad de tener que aceptar que los puertos portugueses pasen a ser protegidos por barcos de guerra espa?oles, en base a la cr¨®nica carencia de medios de la flota portuguesa.
M¨¢s seria y m¨¢s compleja parece ser la cuesti¨®n del lugar que corresponder¨¢ a Portugal, en los mandos integrados aliados, despu¨¦s de la necesaria reestructuraci¨®n de los mismos como consecuencia de la entrada de Espa?a.
Una red compleja de interdependencias
La fuerza a¨¦rea y la Armada portuguesas est¨¢n integradas, dentro del dispositivo OTAN, en el Comiberlant (Comando Iberoatl¨¢ntico), cuyo cuartel general est¨¢ situado cerca de Lisboa, y que depende del Saclant (Comando del Atl¨¢ntico Sur). Dentro de las tareas gen¨¦ricas del Saclant, el Comiberlant est¨¢ precisamente encargado de la vigilancia de la costa, de la lucha antiminas y antisubmarina y de mantener libre el acceso a los puertos y aeropuertos portugueses.
Dada su importancia estrat¨¦gica, la regi¨®n azoriana no est¨¢ integrada en el Comiberlant. Con su base de Lages -alquilada a Estados Unidos desde 1959- y los dep¨®sitos de combustibles para nav¨ªos de Ponta Delgada, el archipi¨¦lago de las Azores depende de los mandos de la OTAN instalados en Norfolk.
Finalmente, la brigada mixta del Ej¨¦rcito de Tierra luso, estacionada en Santa Margarida, en el centro de Portugal, depende directamente del Saceur (mando aliado para la Europa Central).
Para los militares portugueses-que siguen de cerca las negociaciones hispano-americanas -Alianza Atl¨¢ntica- parece evidente que Espa?a exigir¨¢ -y Estados Unidos apoyar¨¢- una reformulaci¨®n de las estructuras de mando de la OTAN en la pen¨ªnsula.
Muy temprano han tomado posici¨®n contra la creaci¨®n de un mando ¨²nico naval ib¨¦rico, que sustituir¨ªa al Iberlant, integrar¨ªa las costas atl¨¢nticas de Espa?a y Portugal, Madeira, Canarias y Azores y ser¨ªa confiado a un almirante espa?ol.
M¨¢s en¨¦rgicamente se oponen a la creaci¨®n de un mando unificado ib¨¦rico, cuyo cuartel general deber¨ªa, fatalmente, situarse en Madrid o sus alrededores y que concentrar¨ªa, tambi¨¦n bajo mando de un general espa?ol, todos los medios terrestres, a¨¦reos y navales de la pen¨ªnsula.
La colaboraci¨®n eventualmente ofrecida por Espa?a a Portugal en el seno de estos mandos integrados tampoco sirve para tranquilizar a los especialistas lusos. Argumentan que esta cooperaci¨®n ser¨ªa m¨¢s formal que real y dejar¨ªa a los oficiales portugueses pocas posibilidades de part icipar activamente a la elaboraci¨®n y ejecuci¨®n de programas que comprometer¨ªan totalmente sus Fuerzas Armadas y el territorio nacional.
Para conjurar estos peligros, reales o supuestos, de subordinaci¨®n a Espa?a, los militares portugueses parecen haber obtenido de los responsables gubernamentales y de los tres mayores partidos pol¨ªticos lusos (socialistas, socialdem¨®cratas y democristianos) garant¨ªas formales de que no aceptar¨¢n la creaci¨®n de un mando ¨²nico ib¨¦rico (decisi¨®n que no puede ser tomada sin acuerdo un¨¢nime de los catorce miembros de la Alianza).
Para reforzar su posici¨®n en el al seno de la OTAN, Portugal intentar¨ªa obtener el reconocimiento de la unidad del famoso tri¨¢ngulo estrat¨¦gico portugu¨¦s. Con la inclusi¨®n de las Azores, el nuevo espacio as¨ª definido, llamado Comportland, sustituir¨ªa al Comiberlant y quedar¨ªa dependiendo del Saclant. Su mando podr¨ªa ser americano o ingl¨¦s. Quedar¨ªa por resolver el problema de Canarias. Aunque algunos especialistas navales lusos no ven con malos ojos la integraci¨®n de Canarias en este nuevo dispositivo, comprenden perfectamente que Espa?a quiera mantener tambi¨¦n su unidad de mando nacional e integre Canarias en el mando del Mediterr¨¢neo occidental, disuelto desde la separaci¨®n de Francia, y a reconstruir con la entrada de Espa?a. En su opini¨®n, las islas Canarias est¨¢n especialmente bien situadas para el control del norte de Africa y de la entrada del Mediterr¨¢neo, posici¨®n que se ver¨ªa reforzada con la devoluci¨®n de Gibraltar.
Finalmente, y para evitar cualquier aprovechamiento posterior, Portugal al no est¨¢ dispuesto a reconocer, despu¨¦s del eventual ingreso de Espa?a en la OTAN, el tratado de 1976 entre Estados Unidos y Espa?a.
El m¨¢s fiel aliado
El pasado, lejano y pr¨®ximo, ha ense?ado a Portugal que la amistad, los argumentos hist¨®ricos o t¨¦cnicos, no pesan mucho cuando est¨¢n en juego grandes intereses estrat¨¦gicos. No es, fundamentalmente, en,la mesa de las reuniones atl¨¢nticas donde Lisboa espera hacer prevalecer sus pretensiones y respetatsus preocupaciones de independencia nacional.
Consciente de que su ¨²nico triunfo es la carta pol¨ªtica de ser el m¨¢s fiel aliado de Estados Unidos en Europa, est¨¢ dispuesto a aceptar pesados encargos que confirmen este papel insustituible en el seno de la Alianza, que no le puede ser arrebatado por Espa?a.
Portugal es miembro de la Alianza desde su fundaci¨®n. M¨¢s a¨²n, se puede decir que desde siempre, Inglaterra ha sido el punto de re ferencia del Ej¨¦rcito luso, hasta el extremo de que el propio Salazar, a pesar de sus simpat¨ªas hacia Alemania, no pudo negar al Ej¨¦rcito ingl¨¦s la utilizaci¨®n de las Azores durante la segunda guerra mundial, y la RAF fue la primera potencia que utiliz¨® la base de Lajes, ahora alquilada a Estados Unidos.
La revoluci¨®n de 1974 no cuestion¨® nunca seriamente la participaci¨®n de Portugal en la OTAN. La presencia de barcos aliados en el r¨ªo Tajo, en los momentos m¨¢s ¨¢lgidos de la revoluci¨®n, fue considerada como molesta, pero inevitable, y no motiv¨® protestas oficiales.
Despu¨¦s de la normalizaci¨®n democr¨¢tica, la intensificaci¨®n de la participaci¨®n activa de Portugal en la OTAN fue considerada como un imperativo por los tres mayores partidos pol¨ªticos portugueses, socialdem¨®crata, socialista y democristiano, que pasaron a considerar la Alianza como una garant¨ªa contra cualquier intento de los comunistas de volver al poder.
Se inici¨® la organizaci¨®n y el equipamiento de la brigada mixta, primera contribuci¨®n efectiva a la OTAN de un ej¨¦rcito portugu¨¦s, hasta ahora totalmente dedicado a la guerra colonial en Africa, y se pidi¨® ayuda a los aliados para la reconversi¨®n de los militares a sus funciones europeas y atl¨¢nticas.
Si la contribuci¨®n directa de Portugal es modesta, su importancia log¨ªstica para la OTAN es inmensa. Incluye, adem¨¢s de las instalaciones del Comiberlant, un complejo dispositivo de bases y dep¨®sitos de carburantes y municiones.
Los aer¨®dromos de Ovar y Montijo y la base de Porto Santo (Madeira) no son utilizados habitualmente, pero pueden entrar en servicio en pocas horas. Hay dep¨®sitos de carburantes y municiones en toda la zona del estuario del Tajo y en las Azores, donde tienen su base submarinos nucleares Trident y Poseidon.
Grandes concesiones
Naturalmente, Portugal no recibe ninguna contrapartida por la cesi¨®n de estas instalaciones dentro del marco OTAN, lo que hac¨ªa decir a un militar portugu¨¦s que despu¨¦s de entrar en la OTAN ?Espa?a no s¨®lo dejar¨ªa de recibir el alquiler de las bases americanas en su territorio, sino que tendr¨ªa que contribuir a los gastos de permanencia de los aliados en estas bases?. Una contribuci¨®n a la medida de cada uno: la contribuci¨®n de Portugal a la manutenci¨®n de las bases de la Alianza es del 0,2% (contra el 26% de Estados Unidos).
La base de Lajes, objeto de un acuerdo bilateral que ser¨¢ renego diadIo en noviembre, entre Portugal y Estados Unidos, puede ser considerada tambi¨¦n parte de la estructura de la OTAN en Portugal, ya que Washington no precisa de la autorizaci¨®n de Lisboa para utilizarla dentro del esquema de fensivo de la OTAN. Est¨¢n inclu¨ªdas en estas tareas atl¨¢nticas: la defensa de las rutas mar¨ªtimas atl¨¢nticas, el servicio y abastecimiento de aviones, las acciones de reconocimiento y patrullas antisubmarinas, sin contar con el hecho de que todos los aviones de ataque e intercepci¨®n con menos de 2.500 kil¨®metros de autonom¨ªa deben, necesariamente, hacer escala en Lajes para cualquier vuelo con destino a Israel, Alemania o Italia, a partir del territorio americano.
Rumores insistentes hablan de la presencia de armas nucleares dentro de la base, pero esto ha sido siempre negado.
Francia dispone tambi¨¦n, en la m¨¢s occidental de las islas Azores (Flores), de una staci¨®n de rastreo de objetos bal¨ªsticos no nucleares, y Alemania ha alquilado la base de Beja, en el sur de Portugal, para entrenamiento de sus pilotos de aviones supers¨®nicos.
A pesar de esta importante contr¨ªbuci¨®n, el Gobierno portugu¨¦s ha prestado siempre la m¨¢s benevolente atenci¨®n a los eventuales deseos de sus aliados. Que se hable del estacionamiento de un portaviones nuclear en.el puerto de Sines, al sur de Lisboa, de la construcci¨®n de un oleoducto gigari¨ªe para unir las principales bases de la OTAN en el norte de Europa a la terminal de hidrocarburos de Sines, de la ampliaci¨®n de la base a¨¦rea de Porto Santo y de la construcci¨®n en esta isla de una base acronaval, de la utilizaci¨®n de la base de Beja, la mejor de Europa, para estacionar aviones americanos que Espa?a considera indeseables en su territorio, el Gobierno portugu¨¦s est¨¢ dispuesto a proporcionar las mayores facilidades.
Plantea una ¨²nica condici¨®n, sin embargo: que no le pidan dinero. M¨¢s a¨²n, Portugal considera que su buena voluntad est¨¢ siendo mal retribuida y que los aliados se muestran muy poco comprensivos cuando se trata de ayudar a Portugal a comprar equipos modernos para sus tropas, este es el principal motivo de frustraci¨®n de los militares portugueses, por formaci¨®n y tradici¨®n fervientes atlantistas. Esto ha provocado, sobre todo en la Marina, el surgimiento de una tendencia que preconiza que Portugal se vuelve resueltamente hacia el mar y sus aliados tradicionales, Estados Unidos e Inglaterra, y dar la espalda a una Europa con la cual tiene pocos lazos y que le regatea la entrada en la CEE.
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