Las personas disminuidas
Son 450 millones de seres humanos, es decir, el 10% de la humanidad. Las personas minusv¨¢lidas f¨ªsicas, sensoriales y ps¨ªquicas suman el doble de la poblaci¨®n de la Uni¨®n Sovi¨¦tica o de Estados Unidos. Es. una estimaci¨®n prudente, En efecto, datos recientes de la Organizaci¨®n Mundial de la Salud sit¨²an la cifra en 630 millones (13% de la poblaci¨®n). Y las perspectivas no son menos sombr¨ªas: los accidentes de tr¨¢fico y laborales, la guerra que no cesa -hay una docena y media de n¨²cleos de lucha armada en estos momentos), la malnutrici¨®n, especialmente de las gestantes y de los lactantes: las enfermedades parasitarias e infecciosas que asolan todav¨ªa a una parte considerable de la humanidad (el 80% de las minusval¨ªas se localizan en el Tercer Mundo), el abuso del alcohol, la drogadicci¨®n.... todo ello enmarca un panorama de dimensiones y horizontes escalofriantes.Sin embargo, no existe el grado de consciencia social que corresponde y, en consecuencia, los poderes p¨²blicos no han adoptado, en general, las medidas que ser¨ªan de esperar frente a problemas que afectan a m¨¢s del 25% de la poblaci¨®n (sobre la base de familias de cuatro miembros). Es cierto que, especialmente en el caso de las minusval¨ªas que cursan con retraso mental, ha existido, y todav¨ªa existe en muchos pa¨ªses, una clara resistencia a poner de manifiesto la existencia en el seno familiar de personas disminuidas ps¨ªquicas.
A la consciencia y compromiso social y a la voluntad pol¨ªtica debe unirse la competencia profesional. Las m¨²ltiples facetas que recubren un tema tan complejo (prevenci¨®n, educaci¨®n, rehabilitaci¨®n, integraci¨®n, etc¨¦tera), requieren un planteamiento interdisciplinario, con una secuencia bien ordenada de acciones, de acuerdo con los criterios de prioridad que, seg¨²n el relieve, la urgencia y la irreversibilidad relativa de los distintos casos, se establezcan.
Y todo ello cumplido diligentemente como un deber que corresponde al ejercicio de un derecho fundamental, sin aires de beneficencia y mucho menos de festival caritativo, lo que no debe restar, bien entendido, calor y devoci¨®n a dedicaci¨®n tan densamente humana y a menudo tan ardua. Es esta una premisa que debe presidir toda consideraci¨®n y estrategia a este respecto: si alguien merece el pleno ejercicio de los derechos humanos es quien, por razones cong¨¦nitas o adquiridas, se halla incapacitado, parcial o totalmente, para el disfrute de alguno de ellos. Por esta raz¨®n, encuentro apropiada y justa la denominaci¨®n original, en ingl¨¦s y en franc¨¦s, del A?o Internacional de las Personas Disminuidas, y tan poco afortunada e inexacta la traducci¨®n al espa?ol -a veces es cierto lo de traduttore, traditore- de A?o Internacional de los Impedidos. Se ha esfumado, nada m¨¢s y nada menos, la persona, el centro de toda estrategia y de toda acci¨®n.
Primero, prevenir
Con la aplicaci¨®n del conocimiento ya disponible podr¨ªa evitarse un porcentaje de minusval¨ªas superior al 50%, en el caso de afecciones cong¨¦nitas o adquiridas en las primeras etapas del desarrollo posnatal. Asimismo, si se aplicaran estrictamente las medidas de seguridad en el tr¨¢fico y en el trabajo podr¨ªa reducirse sustancialmente el n¨²mero de personas minusv¨¢lidas f¨ªsicas. Las cat¨¢strofes naturales quedar¨ªan -porque la guerra est¨¢ tambi¨¦n en la mano del hombre eliminarla- como la ¨²nica causa imprevisible de incapacitaci¨®n. Es, por tanto, en la prevenci¨®n en donde deben volcarse todos los esfuerzos y donde deben establecerse todas las estrategias que el conocimiento y la imaginaci¨®n permitan para no s¨®lo disminuir sustancialmente el n¨²mero de personas disminuidas, sino permitir la mejor asistencia y cercan¨ªa a aquellas que no ha sido posible proteger. El primer derecho de toda persona minusv¨¢lida es no serlo. Las medidas preventivas abarcan desde las disposiciones constitucionales hasta el asesoramiento gen¨¦tico, desde las vacunaciones antes de la fecundaci¨®n hasta las determinaciones bioqu¨ªmicas posnatales. En su conjunto, forman parte de las disposiciones que tienden a mejorar la calidad del sustrato biol¨®gico que -y esto es muy importante como criterio prioritario- pueden lesionar irreversiblemente. Es esta, en consecuencia, una tarea apremiante porque no sirven muy a menudo los esfuerzos que podr¨ªan realizarse ulteriormente. ?La diferencia entre los pol¨ªticos y los estadistas?, citaba sir W. Liley recientemente, ?consiste en que los primeros piensan en las pr¨®ximas elecciones, y los segundos, en las pr¨®ximas generaciones.
Asegurar, con todos los conocimientos cient¨ªficos y t¨¦cnicos al alcance, la calidad de la vida es, pues, una acci¨®n esencial a nivel de Estado?.
Para prevenir es necesario conocer. No nos damos cuenta de los inmensos beneficios de la investigaci¨®n cient¨ªfica y t¨¦cnica hasta que pensamos, por ejemplo, en las personas minusv¨¢lidas que ha evitado la vacuna antipolio o la inmunizaci¨®n anti-Rh. S¨®lo a trav¨¦s del mejor conocimiento de las causas de las distintas alteraciones ser¨¢ posible una mejor prevenci¨®n y/o tratamiento.
Educaci¨®n especial... de la sociedad
Cuando no haya sido posible evitar debemos estar preparados para prestar la atenci¨®n que requieran las personas m¨¢s severamente afectadas, para rehabilitar con la mayor eficacia a las que sean susceptibles de mejora, desarrollar su potencial f¨ªsico e intelectual y educar, finalmente, favoreciendo la mayo r integraci¨®n que sea posible en cada caso es el entorno social que corresponda a cada etapa. Es en la personalizaci¨®n progresiva de la educaci¨®n y atenci¨®n -pues cada persona es ¨²nica, biol¨®gica y socialmente- en donde se halla la soluci¨®n y la justicia.
Pero este es un punto muy importante y en el que los medios de comunicaci¨®n deben colaborar muy particularmente, es la sociedad la que debe ser educada especialmente para integrar con toda normalidad a las personas minusv¨¢lidas. Barreras fuera, s¨ª, desde luego, pero teniendo en cuenta que es m¨¢s f¨¢cil rebajar un bordillo y suprimir barreras arquitect¨®nicas que eliminarlas en el interior de cada uno de nosotros.
Ayudar a las personas disminuidas, a los padres y familiares, a los maestros y educadores, a desarrollar las val¨ªas y a no hacer hincapi¨¦ en las deficiencias, porque tendemos a convertir a los disminuidos en incapacitados.
Espa?a ha sido sede de la Conferencia Mundial sobre Acciones y Estrategias para la Educaci¨®n, Prevenci¨®n e Integraci¨®n que, en el marco del A?o Internacional, acaba de celebrarse en Torremolinos. Constituye el acontecimiento m¨¢s relevante y esperanzador de este a?o, y ha sido su majestad la Reina de Espa?a la que, como correspond¨ªa a la personal atenci¨®n que viene prestando a este tema desde hace muchos a?os, ha presidido la conferencia y ha procedido a su inauguraci¨®n. La iniciativa del Gobierno espa?ol ha contado con el patrocinio de la Unesco y la colaboraci¨®n de la OMS, FAO, OIT, Unicef, OCDE y de las organizaciones internacionales no gubernamentales m¨¢s importantes y representativas de las personas minusv¨¢lidas. M¨¢s de cien pa¨ªses han enviado representantes, lo que demuestra el inter¨¦s que ha suscitado en todo el mundo. Se trata de proponer, conjuntamente, soluciones.... y no s¨®lo resoluciones (?si se hubiera llevado a la pr¨¢ctica s¨®lo el 10% de las recomendaciones de las conferencias y congresos!). El lema del A?o Internacional es Igualdad y participaci¨®n plenas; para conseguirlo, son necesarias grandes dosis de imaginaci¨®n y coraje.
La Conferencia Mundial de Torremolinos podr¨¢ aportar soluciones concretas a Espa?a, porque se han ido fraguando, especialmente en los ¨²ltimos doce a?os, el conocimiento p¨²blico de las dimensiones del problema, unos instrumentos de acci¨®n (de los que el Plan de Prevenci¨®n de la Subnormalidad es el mejor ejemplo), unos cauces jur¨ªdicos, unas instituciones promotoras y coordinadoras, una infraestructura de investigaci¨®n de primer orden... Es much¨ªsimo lo que queda por hacer, pero se ha recorrido ya un largo camino. Con aciertos y errores...; pero las faltas de comisi¨®n son siempre m¨¢s justificables que las de omisi¨®n.
Espa?a cuenta, adem¨¢s, con el art¨ªculo 49 de la Constituci¨®n, y la ley sobre la Integraci¨®n Social de las Personas Minusv¨¢lidas se acaba de discutir en las Cortes... Los augurios son buenos. Para que la conferencia ayude realmente a las personas minusv¨¢lidas de nuestra naci¨®n y de otras muchas -?Quinientos millones de personas disminuidas esperan un futuro mejor?, dijo su majestad la Reina- es preciso que el eco de su mensaje, que se presentar¨¢ en el mes de diciembre ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, sea de tal naturaleza que alcance sus altos objetivos de solidaridad humana. Y es que la soluci¨®n de esta gran empresa, como de toda empresa humana, se halla en el amor.
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