Las navajeras hermanas Hurtado
Disparatadas y mucho m¨¢s palpables que nunca, las tres hermanas Hurtado tejen un esperpento madrugador en la madrile?a sala de fiestas Lido, en modo alguno acomplejadas por el meneo seductor de las Bluebell Girls. Ellas se saben guapas, reservadas y virtuosas. Y hacen de ese saber el precalentamiento para reconocerse, al t¨¦rmino, eb¨²rneas y cachondas, arrulladas de aplausos por su embestida brutal.Las dos gemelas y la viruta acu¨¦rdense del cuento quevedesco y del que, enfadado de que los ratones le ro¨ªan papelillos y mendrugos de pan, y cortezas de queso americano y los zapatos viejos de tanta marcha pacifista, trajo gatos que le cazasen los ratones; y viendo que los gatos se com¨ªan los ratones y juntamente un d¨ªa le sacaban la carne adulterada de la sart¨¦n sin mango, otro se la desensartaban del asador, que ya le cog¨ªan una paloma, ya una pierna de cordero, mat¨® los gatos y dijo: ?Vuelvan los ratones?. Y ellas, las hermanas Hurtado, se dieron al instante por aludidas, ocupando el espacio que dejaran Mar¨ªa Jos¨¦ Cantudo, Nadiuska y B¨¢rbara Rey.
Lo admirable es que su roer lo desenvainan con aleteo de cabras locas, gorje¨¢ndonos de melindres burr¨ªsimos, con resabios de una Nati Mistral reencarnada en Urtain junto a la ribera del Manzanares, pregunt¨¢ndose con las nalgas qu¨¦ tiene Charo Baeza que ellas no tengan, vestidas de nol¨ª me tangere para el picor de cantarle a una mariposita inglesa y de tigresas para buscarse la raja navajera con el delito del rock. Escupen por el colmillo. Le dan a la pandereta, a la botella y al almirez para acabar con la sequ¨ªa. Son f¨²nebres, ahorcables, abrojo puro y sudor de quijada. Es decir, en bicicleta o a pie, en plan flamenco o en plan corrido mexicano, tienen la astucia ins¨®lita de parecerlo.
Ellas profesan un g¨¦nero chill¨®n. Pero a nadie se le oculta que para dar esa imagen de antiguallas destartaladas es preciso poseer el sigiloso rumor de la inteligencia.
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