La libertad de la palabra
LA CONCESION del Premio Cervantes de 1981 a Octavio Paz, que inscribe su nombre en la lista anteriormente honrada por Jorge Guill¨¦n, Alejo Carpentier, D¨¢maso Alonso, Jorge Luis Borges, Gerardo Diego y Juan Carlos Onetti, ratifica el loable prop¨®sito de vincular este importante galard¨®n a la unidad profunda de la literatura escrita en espa?ol y al reconocimiento de obras maduras e indiscutibles. El ¨¢rea idiom¨¢tica nacida del castellano desconoce las fronteras estatales y salva las distancias entre los continentes, a la vez que sit¨²a en pie de igualdad las modalidades ling¨¹¨ªsticas que el paso del tiempo y las realidades nacionales han desarrollado a partir de unas ra¨ªces comunes. Por esa raz¨®n, la historia de las letras espa?olas no coincide con la historia de la literatura castellana, que es s¨®lo una de las que existen en Espa?a y que se suma como un afluente a esa vasta corriente en la que confluyen las literaturas americanas.A los tres espa?oles, un argentino, un uruguayo y un cubano premiados anteriormente con el Cervantes, se une ahora un escritor mexicano cuya obra, tan amplia como diversa, ha superado cualquier particularismo nacional o gen¨¦rico, ha viajado por todas las regiones de la cultura universal y se ha interesado por experiencias y conocimientos de tiempos y espacios diferentes. Octavio Paz no es s¨®lo uno de los m¨¢s grandes poetas de nuestra ¨¦poca y uno de los escritores con mayor sensibilidad para la palabra. "Creo que la poes¨ªa", ha dicho en una ocasi¨®n, "es el fruto de la colaboraci¨®n o del choque entre la mitad oscura y la mitad l¨²cida del hombre". El autor de Libertad bajo palabra tambi¨¦n ha reflexionado sobre el sentido de la creaci¨®n art¨ªstica, tanto po¨¦tica como pict¨®rica, y ha desentra?ado las claves de la historia del pensamiento y la literatura. Desempe?ando en M¨¦xico un papel comparable al de Jos¨¦ Ortega y Gasset en la Espa?a del primer tercio de siglo, Paz ha sido un infatigable modernizador de la vida cultural de su pa¨ªs, asumiendo la tarea de incorporar las corrientes art¨ªsticas y las aportaciones de pensamiento -desde el superrealismo y las culturas orientales tales hasta el estructuralismo- m¨¢s acordes con su propia sensibilidad. Octavio Paz, de a?adidura, se encuentra en los ant¨ªpodas de la figura del escritor dedicado exclusivamente a la perfecci¨®n -sin embargo, conseguida- de su obra de creaci¨®n. Las reflexiones sobre las ra¨ªces culturales de su pa¨ªs y sobre su historia, iniciadas con El laberinto de la soledad, se han prolongado en su activa preocupaci¨®n por los problemas del M¨¦xico contempor¨¢neo y de nuestra ¨¦poca de revoluciones frustradas y totalitarismos rampantes. Y Octavio Paz ha sabido dar tambi¨¦n testimonio personal de sus convicciones y de sus compromisos ¨¦ticos y pol¨ªticos, desde su respaldo, la legalidad republicana espa?ola durante la guerra civil hasta su dimisi¨®n como embajador de M¨¦xico en la India, tras la matanza de Tlatelolco en octubre de 1968, cuando era presidente Gustavo D¨ªaz-Ordaz. El Premio Cervantes, as¨ª pues, tiene un nuevo motivo para enorgullecerse de los rectos criterios que est¨¢n guiando a los jurados que los conceden.
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