La bisagra
No est¨¢ mal tra¨ªda la comparaci¨®n con la bisagra propuesta por algunos partidos como imagen de la funci¨®n pol¨ªtica que les gustar¨ªa cumplir. Bisagra es, entre la socialdemocracia y la democracia cristiana, el partido liberal alem¨¢n. Bisagra era el partido liberal ingl¨¦s entre laboristas y conservadores, y no recuerdo si lleg¨® a serlo el partido socialdem¨®crata italiano, aquel de Saragat, que ni pinch¨® ni cort¨®, porque all¨ª lo que pinchaba y cortaba, lo que sigue pinchando y cortando, a pesar de los pesares -que no son pocos-, es la democracia cristiana, casi tan subdividida como aqu¨ª la UCD, pero con una coherencia de intereses que pasa por todo, incluido el mafiosismo interno, muy bien descrito por Sciasela en Todo modo, con tal de mantenerse en el Gobierno a fin de que no gobierne nunca el Partido Comunista italiano.Pero es de los partidos bisagra de lo que se trata -est¨¢ el t¨¦rmino de moda desde que lo ha puesto al d¨ªa Fern¨¢ndez Ord¨®?ez- y no de un partido como la democracia cristiana italiana, que ninguna bisagra es capaz de mover. Porque en Italia, la Iglesia, a la salida del fascismo, lejos de impedir, como aqu¨ª, la existencia de un partido confesional, tal como lo exig¨ªa y lo sigue exigiendo la realidad socioecon¨®mica, lo suscit¨®, lo promovi¨®, lo mantiene, aunque haya de cerrar los Ojos, la nariz y los o¨ªdos para poder negar su corrupci¨®n. Aqu¨ª, en cambio, pretextando que quer¨ªa liberarse de su colaboraci¨®n con el franquismo, la Iglesia decidi¨® no apoyar ninguna opci¨®n pol¨ªtica con la etiqueta de cristiana. Es decir, que colabor¨® con el franquismo y no ha querido colaborar con esta transici¨®n que llaman democracia. Los efectos, por supuesto -lo estamos viendo-, fueron completamente opuestos a los que vaya usted a saber si se esperaban. Y as¨ª result¨® que los elementos democristianos m¨¢s o menos compro metidos contra el franquismo desaparecieron de la escena pol¨ªtica y en su lugar aparecieron los que, por llamarlos de alguna manera, podr¨ªamos denominar franquistas transicionales. Florecieron partidos como hongos,
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partidos de franquistas m¨¢s o menos avergonzantes, todos los cuales fueron a parar a la UCD que ahora se descompone.
Tambi¨¦n en esa UCD, puesto que detentaba el control de un excipiente electoral hinchado por la ley de Hont hasta m¨¢s all¨¢ de su propia realidad, desembocaron los escasos proyectos de partidos interclasistas que no hab¨ªan nacido con el pecado original franquista, es decir, que llegaban, m¨¢s o menos, desde la oposici¨®n, bautizados ya en la democracia. Esto aument¨® la confusi¨®n, puesto que introduc¨ªa cantidades heterog¨¦neas dif¨ªciles de sumar. En efecto, los intereses de las clases medias son y no son los mismos que los de la clase dominante. No lo son en cuanto que no representan a la oligarqu¨ªa, pero lo pueden ser en cuanto depositarios de? miedo a perder un estado social que hab¨ªan logrado con el franquismo, y cuya conservaci¨®n estaba mejor asegurada con el arrimo a la sombra olig¨¢rquica. La clase media es, sin embargo, muy heterog¨¦nea y permeable a la mala conciencia que en parte de ella suscita el disfrute de algunos modestos privilegios. Eso explica que algunos ucedistas se hayan salido del donut por la izquierda, camino del PSOE, mientras que por la derecha se escapan hacia AP los m¨¢s moderados entre los de la plataforma moderada. Es decir, que por la izquierda se le va la derecha del PSOE, y por la derecha se le va la izquierda de Alianza Popular. Dicho sea todo eso de derecha e izquierda en el sentido de su posici¨®n geom¨¦trica respecto del donut, el PSOE y AP, y no respecto de la dial¨¦ctica de la historia, que suele ser mucho m¨¢s precisa.
El espect¨¢culo de la UCD es, desde hace tiempo, grotesco, y no quito nada del calificativo, a' pesar del componente dram¨¢tico que le proporciona el riesgo de la proclamada involuci¨®n que, seg¨²n sus profetas, se autojustificar¨ªa con lo del vac¨ªo de poder. La UCD llevaba en su germen ese riesgo, en la medida en que ven¨ªa a ser, cara a las fuerzas f¨¢cticas, una garant¨ªa de que el continuismo franquista dejar¨ªa existir a los partidos sin los cuales no pod¨ªa exhibirse una etiqueta democr¨¢tica, pero no los dejar¨ªa gobernar. La UCD eran Su¨¢rez, Abril, Mart¨ªn Villa y compa?eros m¨¢rtires. Pero en cuanto Su¨¢rez fue devorado por la antropofagia mec¨¢nica que funciona en todos los partidos y se produjeron veleidades legislativas como las de Fern¨¢ndez Ord¨®?ez, que desde la UCD contaba con la izquierda para sacar adelante las leyes de reforma fiscal y del divorcio, plantaron las orejas los moderados, por una parte, es decir, la DC, que se ve¨ªa venir, detr¨¢s del divorcio, la LAU y Dios sabe qu¨¦ otras leyes contra la familia, y por otra, los intereses directos -la CEOE-, que prefieren no optar pol¨ªticamente por si hubiera que optar por la involuci¨®n monda y lironda.En este sentido, me parece significativo -y no he visto que nadie lo haya destacado eso de que Calvo Sotelo, la tarde misma de la crisis, cuando Fern¨¢ndez Ord¨®?ez y los suyos anunciaron que se marchaban, adem¨¢s de recibir a un n¨²mero determinado de ministros del Gobierno y visitar al Rey, recibiera a Ferrer Salat. Demasiada casualidad ser¨ªa que fuera casualidad una visita tan significativa en aquella tarde tan movida.
Es grotesco, digo, aunque adem¨¢s puede llegar a ser tr¨¢gico, ver discutir contra la derechizaci¨®n del partido centrista a personajes como Abril Martorell o Mart¨ªn Villa, que vienen de donde vienen -como el mismo Su¨¢rez- y no desde anteayer, sino de ayer mismo, oponi¨¦ndose a: los representantes del humanismo cristiano que merodearon el franquismo quiz¨¢ para vor si desment¨ªan aquello de que las manzanas podridas pueden sobre las sanas. Pero, ?qui¨¦n sabe cu¨¢les son las sanas y cu¨¢les las podridas si est¨¢n todas metidas en el mismo saco? Por lo dem¨¢s, discusiones bizantinas como esa son ¨²nicamente posibles cuando tanto da que sean galgos como podencos, puesto que nadie va a comerse la liebre del poder, a menos que no pertenezca a la familia donde, en ¨²ltima instancia, acaban estando todos, unos con camisa azul y otros de paisano, pero todos. El PCE porque vive su propia involuci¨®n -discutiendo qu¨¦ euros son m¨¢s euros-, y el PSOE porque est¨¢ resuelto a todas las unanimidades congresuales con tal de tranquilizar a los que se le opondr¨ªan si es que no tiene m¨¢s remedio que gobernar malgr¨¦ lui, desde luego.
As¨ª las cosas -y a¨²n peor, seg¨²n las denuncias involucionistas del secretario general del PSOE-, llega Fern¨¢ndez Ord¨®?ez y propone constituir un partido bisagra. Pero, ?qu¨¦ puertas va a abrir y cerrar esa bisagra? Este es el problema, seg¨²n todas las apariencias. Porque la UCD existe ¨²nicamente sobre el papel, pero es dudoso que exista ya para las papeletas electorales, que es el fin para el que fue creada. El PSOE, por su parte, ha puesto entre par¨¦ntesis, no se sabe si a Fin de amortizarlos poco a poco, a sus pabloiglesistas y es todo socialdemocracia, aunque algunos socialdem¨®cratas lo hayan abandonado porque les parec¨ªa poco socialdemocratizado todav¨ªa. En esas circunstancias, con la involuci¨®n avanzando m¨¢s descaradamente cada vez, ?de qu¨¦ partidos podr¨ªa ser bisagra el partido del se?or Fern¨¢ndez Ord¨®?ez?
Aqu¨ª, como la izquierda exiliada de los que deber¨ªan ser sus partidos no se integre -dentro del juego parlamentario, por supuesto, ?faltar¨ªa m¨¢s!-, el funcionamiento de la bisagra va a ser dif¨ªcil. S¨®lo queda, por tanto, hacer lo posible y lo imposible para que, en sustituci¨®n de un innecesario partido bisagra, nadie tome el partido de cerrar, con un golpe seco, ese otro sistema de ventanas en las que no hay puertas con bisagras: las llamadas de guillotina. Rodar¨ªan las cabezas auton¨®micas, que quedar¨ªan fuera del recinto, cerrado a cal y canto, y dentro, los de siempre quedar¨ªan del lado de siempre, como ya record¨® el se?or Bandr¨¦s al se?or Calvo Sotelo cuando el se?or Calvo Sotelo, por esa misma causa, dedic¨® al se?or Bandr¨¦s su m¨¢s peque?o desprecio. Unos con los involucionistas y otros en manos de los involucionistas.
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