La adolescente del cinemascope
Repet¨ªa Kazan que era mitad ni?a y mitad mujer. Hay una manera m¨¢s directa y gr¨¢fica de nombrarla: fue la adolescente provinciana de los a?os cincuenta. Empez¨® haciendo de ni?a prodigio (De ilusi¨®n tambi¨¦n se vive) y andaba ¨²ltimamente metida en papeles de cuarentona encantadora sin graves problemas de sexualidad (La ¨²ltima pareja). Pero la imagen de Natalie Wood, que est¨¢ inscrita en caracteres cinemasc¨®picos en el hemisferio occidental de un par de generaciones cin¨¦filas, es la de aquella accesible adolescente provinciana, con pelo casta?o cardado al aire de la posguerra, el can-can rigurosamente almido y un romanticismo, entre melo y teenager, capaz de enamorar por igual a Robert Wagner que a James Dean o a Sal Mineo.Era la chica por excelencia de aquel cine de provincias que los americanos del Norte nos vend¨ªan a mediados de los cincuenta y principios de la llamada d¨¦cada prodigiosa; cuando empezaba a manifestarse el conflicto generacional, los j¨®venes irrump¨ªan en el escenario de lo narrativo a oficiar todos los ritos fascinantes del consumismo y los padres desconfiaban seriamente de aquellos muchachos motorizados, despeinados, con cazadoras de cuero y sin se?as de vecindad.
Escucho en la radio y la televisi¨®n las primeras declaraciones apresuradas sobre Natalie Wood y con rara unanimidad, que sospecho de agencia de noticias, insisten en referirse a ella como ?el amor imposible de la d¨¦cada?. No puedo estar de acuerdo en esta a¨²n m¨¢s apresurada opini¨®n. Es precisamente todo lo contrario. Porque los amor¨ªos verdaderamente imposibles de la ¨¦poca estaban representados por aquellas muchachas que emit¨ªan sexualidad en cada gesto, di¨¢logo o mirada, como Carol Baker, Sandra Dee, Sofia Loren, Brigitte Bardot, Gina Lollobr¨ªgida o Marilyn Monroe.
El atractivo indiscutible de Natalie Wood no derivaba de su imposibilidad er¨®tica, sino de aquel cotidiano aire inconfundible de prima de provincias, compa?era de preuniversitario, vecina de toda la vida o adolescente encontrada como por acaso en un baile de severa vigilancia familiar. Esa bien trabajada accesibilidad modosa, de pasear incansablemente por la acera de lo provinciano un aburrido domingo al atardecer, era lo que nos seduc¨ªa inmediatamente y hac¨ªa de Natalie Wood la contrafigura perfecta de aquellas contempor¨¢neas suyas.
Lleg¨® tarde para ser la novia de Paul Newman y Marlon Brando, pero se lig¨® a James Dean. Hay que decir que aqu¨¦l fue un simple idilio de verano, porque, en el fondo, todos sab¨ªamos que despu¨¦s de las primeras rebeld¨ªas adolescentes acabar¨ªa cas¨¢ndose como Dios manda.
Babelia
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