El cine sovi¨¦tico de los a?os treinta, en un ciclo especial de la Filmoteca Nacional
La Filmoteca Nacional inaugura hoy, en su sede de Madrid (calle del Marqu¨¦s de Casa Riera, 2), a las cuatro de la tarde, con la pel¨ªcula El circo (1936), de Grigori Alexandrov, un ciclo de veinte filmes del cine sovi¨¦tico de los a?os treinta, todos ellos en versi¨®n original, y con subt¨ªtulos en castellano, que estar¨¢ en la programaci¨®n durante cuatro semanas. Las sesiones del pr¨®ximo fin de semana, desde las cuatro de la tarde del s¨¢bado hasta las diez de la noche del domingo, est¨¢n dedicadas a recordar a la actriz Natalie Wood, fallecida recientemente.
Las veinte pel¨ªculas del cielo del cine sovi¨¦tico, continuaci¨®n del que se program¨® en el curso pasado sobre los a?os veinte, ofrecen una amplia muestra de aquella cinematograf¨ªa, durante un controvertido per¨ªodo de su historia: los a?os que median entre las ¨²ltimas aplicaciones del cine revolucionario y la implantaci¨®n del llamado realismo socialista. Se trata de una ¨¦poca que, con el advenimiento de Stalin, da paso a una pol¨ªtica art¨ªstica y, por tanto, cinematogr¨¢fica dirigida estrechamente desde las instancias del Estado. Una ¨¦poca de grandes transformaciones econ¨®micas y pol¨ªticas que coincide con el suicidio del poeta VIadimir Maiakovski y con el exilio mexicano de Eisenstein.El cielo se compone fundamentalmente de autores poco conocidos en Espa?a, quiz¨¢ porque son m¨¢s representativos de los g¨¦neros que se cultivaron entonces, y de un lote de obras galardonadas con las m¨¢ximas distinciones, el Gran Premio Nacional de la Cinematograf¨ªa, que se concede anualmente. La revoluci¨®n de octubre de 1917, el canto a la patria y a las conquistas sociales, la adaptaci¨®n de los cl¨¢sicos de la literatura y la puesta en escena de los grandes acontecimientos de la Rusia zarista son los temas predominantes de este ciclo que presenta la Filmoteca, tratados con el primitivo frescor del realismo socialista anterior a la segunda guerra mundial, que degenerar¨ªa despu¨¦s, con las nuevas medidas stalinistas, en un cine deshumanizado y academicista.
El largometraje Chapaiev (1934), de los hermanos Sergio y Jorge Vasiliev -programado para el viernes a las diez de la noche y para el s¨¢bado a las cuatro de la tarde-, es quiz¨¢ la obra que mejor sintetiza la transici¨®n entre el cine revolucionario y el realismo socialista, en torno a las legendarias proezas del h¨¦roe revolucionario de las estepas del Ural, tratadas con sencillez, lirismo y gran fuerza dram¨¢tica. No en vano es una de las pocas pel¨ªculas sovi¨¦ticas que obtuvo reconocimientos internacionales fuera de la Uni¨®n Sovi¨¦tica, como el Gran Premio en la Exposici¨®n Internacional de Par¨ªs de 1937 y la medalla de bronce en el s¨¦ptimo festival de Venecia,
Las ruinas de un imperio (1929), de Friedrich Ermler -programado para ma?ana jueves, a las seis de la tarde-, es otro de los largometrajes a caballo entre las dos ¨¦pocas, digno ep¨ªgono de los a?os que aportaron al cine mundial algunas de las mejores obras. Erniler aplica por primera vez lo que ¨¦l denomin¨® montaje asociativo. El montaje por asociaci¨®n de las sensaciones que provoca en un ex soldado que padece amnesia la visi¨®n fugaz del rostro de su mujer ante la ventanilla de un tren es el eje de toda la obra y de la interpretaci¨®n que el protagonista hace del advenimiento del poder sovi¨¦tico.
Podr¨¢n verse esta semana dos de las tres pel¨ªculas que el ciclo dedica al director Grigori Alexandrov: Alegres compa?eros (1934) -viernes, a las seis de la tarde-, y El circo (1936) -hoy, a las cuatro de la tarde, y ma?ana, a las ocho de la noche-, dos comedias de ¨¦xito, musical y de s¨¢tira del racismo y de las costumbres norteamericanas, respectivamente. En la primera se narra la hilarante historia de un pastor que se convierte en director de orquesta, con la participaci¨®n de Lubov Orlova, una de las actrices m¨¢s populares del cine sovi¨¦tico. La segunda pel¨ªcula, menos brillante que Alegres compa?eros, es adaptaci¨®n de una comedia de los humoristas Ilf y Petrov -que retirar¨ªan sus nombres de los t¨ªtulos de cr¨¦dito por discrepar con la versi¨®n de Alexandrov- sobre una actriz norteamericana que tiene que huir de su pa¨ªs cuando se descubre que es madre de un ni?o negro. La canci¨®n de la pel¨ªcula, Grande es mi pa¨ªs natal, es la sinton¨ªa de Radio Mosc¨². Grigori Alexandrov colabor¨® en la mayor¨ªa de las pel¨ªculas de Eisenstein; firmaron junto con Pudovkin el conocido Manifiesto del filme sonoro.
El ciclo se completa esta semana con la pel¨ªcula Suburbios (1933), de Boris Barnett, programada para hoy, a las seis de la tarde. Boris Barnet fue una de las figuras de la F¨¢brica del Actor Exc¨¦ntrico (FEKS), y esta obra est¨¢ considerada come una de las mejores de su filmograf¨ªa. La guerra y la revoluci¨®n azotan el mundo adormecido de una peque?a ciudad provinciana. mediante un relato simple, de corte rom¨¢ntico, con frecuente utilizaci¨®n de s¨ªmbolos y alegor¨ªas. Fue una de las primeras pel¨ªculas sonoras de la Uni¨®n Sovi¨¦tica y algunos historiadores la consideran como precursora del neorrealismo.
Recuerdo de Natalie Wood
El ciclo en recuerdo de Natalie Wood tiene programadas para hoy, a las ocho y a las diez de la noche, las pel¨ªculas Esplendor en la hierba (1961), de Elia Kazan -emitida por Televisi¨®n Espa?ola el pasado s¨¢bado y que constituye una de sus mejores interpretaciones-, y El potentado, de Joseph Pevney. Ma?ana, en la ¨²ltima sesi¨®n, se proyecta La rebelde (1965), de Robert Mulligan, y durante el fin de semana se podr¨¢n ver casi todos los largometrajes del homenaje: Un detective curioso (1975), de Peter Hyams; Rebelde sin causa (1955), de Nicholas Ray; La ¨²ltima pareja (1980), de Gilbert Cates, que fue su ¨²ltima interpretaci¨®n, y, adem¨¢s de las ya citadas, La p¨ªcara soltera (1964), de Richard Quine.Dentro del ciclo Ochenta a?os del cine, que se prolongar¨¢ durante todo el curso actual, se proyectar¨¢ ma?ana, a las cuatro de la tarde, una de las pel¨ªculas m¨¢s importantes de la historia del cine: El nacimiento de una naci¨®n (1915), de David Wark Griffith.
Babelia
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