El retraso de las investigaciones permiti¨® la destrucci¨®n de pruebas
El 11 de febrero llegaba al almac¨¦n de Raelca un cami¨®n de la empresa de transportes Marino L¨®pez, con veintid¨®s toneladas de colza refinado desnaturalizado. Era el comienzo de un tr¨¢fico que dur¨® hasta mediados de mayo. Cuando los implicados descubrieron la relaci¨®n entre ese aceite y la intoxicaci¨®n masiva, el 14 de junio, dispusieron de quince d¨ªas, hasta que fueron detenidos, para preparar versiones favorables y hacer aparecer o desaparecer pruebas.
Aquel primer cami¨®n realiz¨®, en pocas horas, el mismo trayecto con la misma carga en sentido inverso. Ram¨®n Ferrero se encierra ahora en un extra?o laconismo cuando tiene que justificar el incidente: ?Aquel aceite no estaba en condiciones de ponerse a la venta?. Existen testimonios, sin embargo, de que la raz¨®n era que ?ol¨ªa muy mal?. Cuando se le pregunta c¨®mo es posible que aceptara las cinco cisternas de aceite crudo, que desped¨ªan el mismo agresivo mal olor debido a la desnaturalizaci¨®n con anilina, se refiere vagamente al hecho de que todos los aceites crudos resultan desagradables al olfato.Sin embargo, a¨²n despu¨¦s de refinado y envasado en las garrafas, el aceite de RAPSA provocaba quejas de los clientes. En Catalu?a, empleados de empresas donde se almacen¨® recuerdan que infect¨® con un hedor caracter¨ªstico dep¨®sitos y tuber¨ªas. La ¨²nica diferencia sustancial entre las partidas, la devuelta y las aceptadas, es que una ya estaba refinada y las restantes no. La primera no pod¨ªa ser enviada a la refiner¨ªa para quitarle el mal olor. Aquel proceso ya hab¨ªa sido efectuado. Resultar¨ªa absurdo y provocar¨ªa sospechas. El aceite crudo, en cambio, pod¨ªa perfectamente someterse al refino habitual, con la esperanza de que las sucesivas operaciones eliminaran el olor y su origen, la presencia del desnaturalizante.
Seg¨²n ¨¦l, adem¨¢s, Juan Miguel Bengoechea conoc¨ªa a la perfecci¨®n el tipo de actividades a que se dedicaba Raelca. Hab¨ªa visitado la empresa a mediados de 1980, en compa?¨ªa de su delegado en Madrid, Jos¨¦ Luis Garrote, y hab¨ªa recorrido las instalaciones de envasado de garrafas.
Bengoechea rechaza esa versi¨®n y asegura que visit¨® Raelca porque se le vend¨ªan peque?as cantidades de aceite hidr¨¢ulico (MTH-500) para las m¨¢quinas de fabricaci¨®n de pl¨¢stico. Esa maquinaria fue lo ¨²nico que vio, seg¨²n sus afirmaciones, por lo que sigui¨® pensando que aquella empresa consum¨ªa y comercializaba grasas industriales.
Despu¨¦s de la devoluci¨®n de la primera cisterna de aceite refinado, Ferrero advirti¨® que se negaba a pagar los gastos suplementarios de transporte. En RAPSA le indicaron que remitiera la factura a Jorge Pich, porque de su parte hab¨ªa venido el cliente. Pero entre Ferrero y Bengoechea se celebr¨® una nueva entrevista, esta vez en una cafeter¨ªa de Getafe, donde reside el delegado de RAPSA en Madrid, Jos¨¦ Luis Garrote. Ambos est¨¢n de acuerdo en que all¨ª no se cerr¨® ning¨²n trato. Fue luego, por tel¨¦fono, como lograron un acuerdo sobre el precio. Setenta y cinco pesetas, puesto en Madrid, para el kilo de aceite crudo. Ferrero ahora ya sab¨ªa lo que quer¨ªa.
Como es bien conocido, Ferrero envi¨® las tres primeras partida -m¨¢s de 59.000 kilos- a la refiner¨ªa Itehache, de Sevilla, que la devolvi¨® el 14 de abril, diecis¨¦is d¨ªas antes de que en Torrej¨®n falleciera el ni?o de ocho a?os Jaime Vaquero, al que se considera la primera v¨ªctima mortal de la intoxicaci¨®n. La segunda partida -m¨¢s de 50.000 kilogramos- fue refinada en Madrid por Danesa Bau, que la retorn¨® a Raelca los d¨ªas 19 y 20 de mayo. En ninguna de las dos refiner¨ªas se apreci¨® nada raro, de acuerdo con lo que hoy explican sus directivos, pese a los abundantes testimonios sobre el hedor que desped¨ªa el aceite incluso despu¨¦s de refinado.
Entre tanto hab¨ªan sucedido muchas cosas. Jorge Pich hab¨ªa girado visita a Madrid en mayo Desde la cafeter¨ªa del hotel Cuzco en la capital de Espa?a, telefone¨® a Ram¨®n Ferrero para concertar una cita. All¨ª le ofreci¨® una muestra de aceite de colza que llevaba preparada. Pich sab¨ªa que Ferrero estaba interesado en adquirir alrededor de quinientas toneladas de colza al mes y no quiso perder su oportunidad. Ferrero asegura que qued¨® en venderle, de inmediato, dos cisternas. En el curso de la conversaci¨®n, adem¨¢s el catal¨¢n pidi¨® al responsable de Raelca una muestra del aceite de colza que empleaba, una vez refinado, dici¨¦ndole que era un encargo de Juan Miguel Bengocchea.
Jorge Pich estaba en suspensi¨®n de pagos. No ten¨ªa dinero. Este era un dato bien conocido en el sector de productos qu¨ªmicos de Catalu?a, y precisamente por su falta de recursos lleg¨® a negociar con RAPSA la presentaci¨®n de nuevos clientes y obtuvo la exagerada comisi¨®n de cuatro pesetas por kilo. A pesar de ello, Pich present¨® en mayo, coincidiendo con su visita a Ram¨®n Ferrero para ofrecerle colza, solicitudes para dos licencias de importaci¨®n de 115.000 y 46.000 kilos de aceite desnaturalizado. Las licencias le fueron concedidas por el Ministerio de Comercio y aparecen registradas en la relaci¨®n que publica en el n¨²mero 1.035 el bolet¨ªn especializado Oleo. Queda por conocer la explicaci¨®n de que un hombre con un negocio sin liquidez se comprometiera en una operaci¨®n cuyo coste se elevaba a diez millones de pesetas, sumando el pago al proveedor franc¨¦s y los gastos de aduana. A no ser que alguien estuviera financiando la importaci¨®n para conseguir con garant¨ªas un suministro f¨¢cil y abundante, como Ferrero quer¨ªa y le hab¨ªa pedido a Bonafont.
El hombre de Raelca entreg¨® a Jorge Pich, a finales de mayo, en el aeropuerto barcelon¨¦s, la muestra de aceite de colza desnaturalizado ya refinado. Corr¨ªa el mes de mayo. Pich asegura que dio el frasco a Juan Miguel Bengoechea, en San Sebasti¨¢n. Bengoechea sostiene, en cambio, que nunca pidi¨® la muestra. Afirma que conversando en Barcelona con Pich y Salom¨®, el 18 de mayo le informaron que deb¨ªa dejar de vender a Ferrero, puesto que estaba refinando el aceite. A partir de esa fecha, Raelca no recibi¨® ninguna otra cisterna de RAPSA.
?Quer¨ªa Jorge Pich rescatar a Ferrero para el circuito catal¨¢n? Cuando se traslad¨® a Madrid y cit¨® a Ferrero en el hotel Cuzco estaba embarcado en una operaci¨®n general de recogida de muestras, quiz¨¢ para realizar an¨¢lisis comparativos del resultado. Un envase de pl¨¢stico conteniendo aceite de colza desnaturalizado, y refinado despu¨¦s de su importaci¨®n, fue descubierto por la polic¨ªa en el almac¨¦n de Pich. El antiguo seminarista relat¨® a sus interrogadores que un d¨ªa, a primeros de mayo, se acerc¨® a la empresa de Salom¨®, en
Pasa a p¨¢gina 22
El retraso de las investigaciones permiti¨® la destrucci¨®n de pruebas
Viene de p¨¢gina 21
Reus, acompa?ando a Juan Miguel Bengoechea. Este pidi¨® a Salom¨® una muestra del aceite que le vend¨ªa, despu¨¦s de que hubiera sido refinado, y el traficante de productos qu¨ªmicos regres¨® al rato con dos botellines de pl¨¢stico, uno de los cuales entreg¨® al representante de RAPSA y otro se lo dio al propio Pich.
Esta versi¨®n, de llegar a confirmarse, implica gravemente a RAPSA o a Pich. Pone en evidencia de modo concluyente que uno de los dos conoc¨ªa perfectamente, por lo menos desde principios de mayo, la operaci¨®n de refino a que tanto Ferrero como Salom¨® somet¨ªan el aceite desnaturalizado e importado para usos industriales. El catal¨¢n asegura que desconoc¨ªa la venta de aceite de colza de RAPSA a Raelca, hasta que tuvo conocimiento de ello el 17 de junio. No ha explicado por qu¨¦ acept¨® el supuesto encargo de Bengoechea para pedir una muestra a Ferrero ni el motivo de que el botell¨ªn se lo entregara el representante de Raelca a ¨¦l en Barcelona, en vez de enviarle directamente a San Sebasti¨¢n. Tampoco existe una raz¨®n para que Salom¨® le entregara a Pich otra muestra si era Bengoechea quien la hab¨ªa pedido.
Para la segunda mitad de mayo, en cualquier caso, tanto Pich como Juan Miguel Bengoechea sab¨ªan que Ferrero estaba destinando el aceite de colza desnaturalizado para su venta al p¨²blico como aceite comestible, con independencia de qui¨¦n fuera el que hizo la revelaci¨®n al otro. Se hab¨ªa producido ya un cierto n¨²mero de fallecimientos, y la misteriosa neumon¨ªa at¨ªpica se extend¨ªa por Madrid y su entorno.
Acusaciones m¨²ltiples
Cuando se anuncia, el 10 de junio, que existe una relaci¨®n entre la enfermedad y cierto aceite adulterado y vendido a granel, a Juan Miguel Bengoechea no le cabe ya la menor duda de lo que ha sucedido. Menos a¨²n cuando conoce que, al d¨ªa siguiente, Raelca sufre una inspecci¨®n de Sanidad.
El 13 de junio vuelve a escena Jos¨¦ Luis Garrote, el representante de comercio que desde el n¨²mero 150 de la madrile?a calle de Toledo distribu¨ªa en la capital los productos de RAPSA. Garrote recibe en su domicilio de Getafe, seg¨²n ha relatado, una llamada de Bengoechea para que se traslade a Raelca y comunique a Ram¨®n Ferrero que debe deshacerse de los albaranes y cualquier otra documentaci¨®n que relacione a esta empresa con RAPSA.
Garrote se traslad¨® a Alcorc¨®n en torno al d¨ªa 13, pero vio a la polic¨ªa vigilando la nave de Raelca y tuvo miedo. Desde una cafeter¨ªa pr¨®xima telefone¨® preguntando por Ram¨®n. No estaba, pero la persona que contest¨® dec¨ªa ser su hermano El¨ªas. El representante de RAPSA le cit¨®. Como no se conoc¨ªan, le pidi¨® una descripci¨®n de su vestimenta.
El¨ªas se present¨® en la cafeter¨ªa acompa?ado de uno de sus empleados, Felipe D¨ªaz Escudero. Garrote le transmiti¨® el recado de Bengoechea para Ram¨®n Ferrero e insisti¨® en que se necesitaba un compromiso concreto, un s¨ª o un no. Garrote aprovech¨® la ocasi¨®n para tratar de enterarse de si RAPSA hab¨ªa estado vendiendo a Raelca sin su conocimiento, como efectivamente hab¨ªa ocurrido, porque pensaba que en tal caso le hab¨ªan sido ocultadas comisiones a las que ten¨ªa derecho, aunque recibi¨® una negativa.
Lo que est¨¢ comprobado es la convocatoria de una reuni¨®n en Zaragoza por los hermanos Bengoechea, que trataban de conocer el verdadero destino del aceite de colza absorbido por Enrique Salom¨®. Citaron al industrial de Reus y a Jorge Pich. La entrevista se celebr¨® en el restaurante Las Vegas, en la calle de la Independencia. Salom¨® se present¨® en compa?¨ªa de otro individuo, llamado Ram¨®n, al que present¨® como ?un amigo y experto en aceites?, que acabar¨ªa por convertirse en el verdadero protagonista.
Ram¨®n, cuya identidad se desconoce porque a los hermanos Bengoechea no se les han presentado fotograf¨ªas para que lo identifiquen, confes¨® que hab¨ªa comprado el aceite de Salom¨® y lo hab¨ªa refinado. El proceso que describi¨® coincide con el que aplicaron Itehache y Danesa Bau a las partidas tratadas por cuenta de Raelca: neutralizaci¨®n con sosa, decoloraci¨®n con tierras especiales y desodorizaci¨®n a 180 grados en torre de vac¨ªo. No existe, por tanto, ning¨²n tratamiento diferente a lo que hizo Raelca.
El mismo Ram¨®n insisti¨® en que el aceite no pod¨ªa ser causante de la intoxicaci¨®n porque ¨¦l hab¨ªa distribuido en zonas donde no hab¨ªa un solo caso. Para cerciorarse, hab¨ªa mandado muestras a un laboratorio de Marbella, y a otro, en una localidad italiana. ?No voy a tener problemas?, a?adi¨®, ?porque si quiero una factura para cuatrocientas toneladas de colza, me la hace L¨ªpidos Ib¨¦ricos?. Interrogado por la polic¨ªa, Pich identificar¨¢ m¨¢s tarde al desconocido Ram¨®n como Ram¨®n Alabart.
De la reuni¨®n de Zaragoza, los Bengoechea salieron convencidos de que les amenazaban graves peligros. A los dos d¨ªas se trasladaron a Madrid para consultar con un abogado de renombre, quienes les recomend¨® acudir a la polic¨ªa y contarlo todo. Antes se hab¨ªan puesto de nuevo en contacto con Garrote. Seg¨²n ¨¦ste, le llamaron para pedirle que intentara una nueva gesti¨®n ante los socios de Raelca.
Garrote localiz¨® a El¨ªas Ferrero y pas¨® a recogerle por su domicilio en un Simca 1200. Juntos fueron a casa de C¨¢ndido Hern¨¢ndez y, de all¨ª, a la vivienda de Ram¨®n Ferrero. Era casi medianoche. En el autom¨®vil, Garrote transmiti¨® las peticiones de su jefe. Bengoechea quer¨ªa que Raelca hiciese facturas, como si hubiera vendido a Jorge Pich, para la fabricaci¨®n de jabones y ole¨ªnas, todo el aceite de colza desnaturalizado. Garrote ten¨ªa el recado apuntado en un papel e iba leyendo.
Como no hubo acuerdo, queda
ron en que deb¨ªa telefonearse a Juan Miguel Bengoechea. Ram¨®n Ferrero no quiso que se hiciese desde su piso, porque estaba convencido de que la polic¨ªa le hab¨ªa intervenido la l¨ªnea. Se dirigieron en el veh¨ªculo de Garrote al domicilio de ¨¦ste. Llamaron, pero no contest¨® nadie.
Hasta que se produjeron las primeras detenci¨®nes, el 29 de junio, hubo tiempo m¨¢s que suficiente para aplicar intensas operaciones de cirug¨ªa est¨¦tica en la contabilidad, limpiar dep¨®sitos y tuber¨ªas, hacer desaparecer todo lo que sobraba e inventar cuanta documentaci¨®n fuera precisa. Salom¨®, por ejemplo, asegur¨® ante la polic¨ªa que no ten¨ªa un solo papel sobre su relaci¨®n comercial con RAPSA. Todo lo anterior al 20 de marzo se hab¨ªa quemado en un incendio que sufrieron sus instalaciones en esa fecha. La documentaci¨®n relativa a las siete cisternas que recibi¨® despu¨¦s del siniestro la hab¨ªa devuelto a RAPSA para que se corrigieran errores, y nunca le fue retornada.
Tambi¨¦n neg¨® haber asistido a la reuni¨®n de Zaragoza. ?Nunca he estado en esa entrevista, y no s¨¦ de lo que me est¨¢n hablando?, asegur¨® a los asombrados investigadores. Ante el juez, en cambio, reconoci¨® que se hab¨ªa encontrado con Juan Miguel Bengoechea casualmente en aquella ciudad, a la que hab¨ªa acudido para cobrar unos alquileres. Hablaron de generalidades y del socorrido incendio de sus instalaciones.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.