Las dos partes de un discurso
RESONANDO todav¨ªa los merecidos aplausos tributados anteayer por las Cortes Generales al discurso del presidente del Congreso, el presidente del Gobierno compareci¨® ante la C¨¢mara baja para explicar los motivos del reciente reajuste ministerial. Sin embargo, la inquietud por el manifiesto de los cien y el temor a una repetici¨®n de la intentona golpista hac¨ªan ineludible la valoraci¨®n y el an¨¢lisis de ese ins¨®lito documento en su discurso. El informe de Calvo Sotelo sobre la crisis de Gobierno ha ocupado, por esa raz¨®n, un lugar secundario en su intervenci¨®n, aunque le dedicara m¨¢s tiempo. Las explicaciones del presidente del Gobierno a prop¨®sito del cambio de los ministros no han sido suficientes. Rehuyendo los aspectos propiamente pol¨ªticos de la crisis, el jefe del Ejecutivo se ha refugiado en los meandros de esa incesante reforma administrativa, que los sucesivos gabinetes tejen y destejen, para tratar de mejorar la eficacia del aparato estatal y para justificar ceses y nombramientos. El inter¨¦s de los diputados y de sus electores respecto al reajuste no puede quedar, como sea, satisfecho con una explicaci¨®n que reduce a tres las claves de esos cambios: la conveniencia de crear un Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentaci¨®n y de reunir Sanidad y Consumo en un solo departamento; la oportunidad de volver a crear dos vicepresidencias para coordinar las ¨¢reas ministeriales, y la designaci¨®n de. dos ministros del anterior Gabinete para ocupar cargos en UCD.La descripci¨®n del nuevo organigrama pone el ¨¦nfasis en la defensa de los consumidores y en una mayor racionalidad de la Administraci¨®n p¨²blica. Confiemos en que esta vez la reforma haya sido mejor pensada que en ocasiones anteriores y sirva a los objetivos que persigue. La creaci¨®n de las vicepresidencias parece una medida m¨¢s animada por el deseo de elevar el rango inter pares de Rodolfo Mart¨ªn Villa y Juan Antonio Garc¨ªa Diez que por necesidades funcionales, ya que las comisiones delegadas, presididas por ambos ministros, exist¨ªan ya en el anterior Gobierno. Finalmente, la designaci¨®n del nuevo portavoz del grupo centrista como ministro sin cartera habr¨¢ satisfecho la petici¨®n de Jaime Lamo de Espinosa de seguir asistiendo a las reuniones del Gabinete, pero recorta la soberan¨ªa del Parlamento y puede producir problemas de car¨¢cter reglamentario, a consecuencia de los privilegios de los ministros a la hora de pedir el uso de la palabra en los plenos.
La alusi¨®n al desembarco de Cavero en la secretar¨ªa general de UCD y de Lamo de Espinosa en el grupo parlamentario hubiera permitido al presidente ocuparse de otras claves, espec¨ªficamente pol¨ªticas, de los cambios ministeriales. La salida de UCD de Francisco Fern¨¢ndez Ord¨®?ez y su grupo, la campa?a de linchamiento moral contra Adolfo Su¨¢rez, la reunificaci¨®n en la persona de Calvo Sotelo de las presidencias del Ejecutivo y de UCD, la ca¨ªda en desgracia de Rodr¨ªguez-Sahag¨²n y, Calvo Ortega y la ofensiva de la plataforma moderada son factores que han jugado un papel importante en la formaci¨®n del nuevo Gobierno. La cortes¨ªa parlamentaria tal vez hubiera exigido explicar tambi¨¦n por qu¨¦ los moderados rechazaron las carteras ofrecidas; la raz¨®n de que un ministro implicado, qui¨¦rase o no, en el drama de la colza haya sido ascendido a la vicepresidencia econ¨®mica; el motivo que justifica la permanencia en su cartera del titular de Defensa, cuyas insuficiencias en el cargo resultan tan obvias y abrumadoras; las causas del cese en Educaci¨®n de un hombre honesto y eficaz como Juan Antonio Ortega; la repesca de un suarista fervoroso -hasta hace unos d¨ªas- como Rafael Arias-Salgado, y cosas por el estilo.
La zozobra producida por el manifiesto de los cien invitaba a los diputados, por otra parte, a desplazar el foco de la atenci¨®n hacia las palabras del presidente del Gobierno sobre la situaci¨®n militar. En este terreno Calvo Sotelo ha sido claro y terminante. Ha criticado no s¨®lo la grave indisciplina asociada al procedimiento utilizado para elaborar el manifiesto, sino tambi¨¦n el car¨¢cter, condenable en s¨ª mismo, del texto. El presidente del Gobierno ha recordado que el ¨¢mbito de competencias penales que corresponde a la jurisdicci¨®n castrense no se confunden con el terreno pol¨ªtico, mucho m¨¢s amplio en el que el Gobierno, seg¨²n dispone el art¨ªculo 97 de la Constituci¨®n, dirige la Administraci¨®n militar y la defensa del Estado. Por esa raz¨®n su promesa de "atajar en sus ra¨ªces esta lamentable iniciativa con la m¨¢xima severidad para los que resultaren responsables" debe ser interpretada como el anuncio de medidas no s¨®lo judiciales, sino tambi¨¦n gubernativas. La idea de que las Fuerzas Armadas podr¨ªan constituirse en un poder aut¨®nomo, independiente del poder civil y al margen de la soberan¨ªa encarnada en las Cortes Generales, es demasiado insensata como para significar algo que no sea una provocaci¨®n a la Monarqu¨ªa parlamentaria o un intento de regresi¨®n a etapas anteriores a los Estados modernos. Calvo Sotelo ha hecho uso de una encomiable firmeza al subrayar que "el Gobierno no acepta ni puede aceptar otro control ni otra supervisi¨®n que no sean el control y la supervisi¨®n de las Cortes, que ostentan la leg¨ªtima representaci¨®n del pueblo, ¨²nica fuente del poder en una democracia".
El contenido y el tono de esas palabras resultan reconfortantes. M¨¢s a¨²n despu¨¦s del desconcertante contenido que la realidad desminti¨® de la conferencia de Prensa de la semana pasada realizada por el propio presidente. Es de justicia aplaudir a Calvo Sotelo por haber reiterado ante el Congreso su "firme decisi¨®n de mantener a las tuerzas Armadas en el acatamiento de la Constituci¨®n y en la obediencia al Gobierno de la naci¨®n" y su compromiso de "defender inflexiblemente la supremac¨ªa del poder civil". Y es de apreciar la promesa -seguramente excesiva- de que "nadie aventajar¨¢ al Gobierno en la defensa de la Constituci¨®n y en la garant¨ªa de las libertades", pues una abrumadora mayor¨ªa de espa?oles comparte con el jefe del poder ejecutivo "la esperanza, servida en¨¦rgicamente por una resuelta voluntad pol¨ªtica, de una larga vida para esta Constituci¨®n que acaba de cumplir sus primeros tres a?os".
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