Con la mano tendida
Nuestro pa¨ªs vive momentos de transformaci¨®n importantes que han producido el paso de un sistema autoritario a un sistema democr¨¢tico. Creo que la inmensa mayor¨ªa de los ciudadanos est¨¢ de acuerdo con ese paso. Otros, que creo son minor¨ªa, no lo est¨¢n. En estas circunstancias vivimos los acontecimientos dram¨¢ticos del 23 de febrero, con la ocupaci¨®n del Congreso de los Diputados. Estos hechos, que pudieron ver todos los ciudadanos por televisi¨®n, son, a mi juicio, consecuencia de la forma como se ha hecho la transici¨®n en Espa?a, y eran de alguna manera inevitables, porque es sabido que un sector de extrema derecha no iba, en ning¨²n caso, a aceptar por las buenas el cambio. De la misma manera, sectores abertzales radicales en el Pa¨ªs Vasco no han aceptado una soluci¨®n pac¨ªfica al problema regional. De ah¨ª, por una parte, el golpismo y esas tramas desestabilizadoras y sediciosas de un sector, y por otra, el terrorismo y el separatismo de ETA militar y de los que la apoyan.Es necesario en ese contexto hacer el m¨¢ximo esfuerzo de racionalizaci¨®n, de entendimiento y de buena voluntad por parte de los dem¨®cratas para distinguir entre sectores irrecuperables para la democracia y sectores con los que hay que dialogar y explicar para poder entenderse. En ning¨²n caso se deben producir juicios generales ni dar ning¨²n paso que aumente las distancias ni favorecer la separaci¨®n de la democracia de todos aquellos de buena fe que, por limitaciones de comprensi¨®n o de formaci¨®n, tienen prejuicios, pero no una decisi¨®n irrevocable y fan¨¢tica de luchar en cualquier circunstancia contra la Constituci¨®n y contra la democracia.
Este art¨ªculo quiere contribuir a ese talante, y por eso, en primer lugar, afirma esa voluntad de entendimiento, de mano tendida al di¨¢logo; en definitiva, de buena voluntad. El antecedente inmediato es el escrito de un centenar de oficiales y suboficiales en relaci¨®n con la Prensa. Creo que entre los firmantes, mayoritariamente, hay personas en esas circunstancias, ya se?aladas. Para ellos y para aquellos que, de buena fe, puedan compartir sus tesis van estas reflexiones.
La primera afirmaci¨®n general que, a mi juicio, procede hacer es que la Constituci¨®n y la democracia no van contra nadie, que en su marco caben todos y que, de acuerdo con la ley, todos pueden expresar libremente sus opiniones. Por eso creo que los que tienen esa posici¨®n deben superar la sensaci¨®n, un poco patol¨®gica, de que est¨¢n marginados, de que no caben dentro. Si aceptan las reglas del juego pueden intentar convencernos de sus razones, de la misma forma que deben abrirse para ser convencidos por las de los dem¨¢s. En caso contrario se genera un resentimiento y unas suspicacias que crean una psicosis colectiva que puede ser manipulada con otras intenciones por aquellos a los que antes me refer¨ªa, que en ning¨²n caso van a aceptar la democracia y que tienen el convencimiento fan¨¢tico de que hay que derribarla. Esta afirmaci¨®n general debe acompa?arse de algunas preguntas pr¨¢cticas. ?Qu¨¦ pasar¨ªa si la democracia desapareciese en Espa?a? ?D¨®nde ir¨ªamos a parar? ?Qu¨¦ represi¨®n ser¨ªa necesaria para acallar las protestas y las discrepancias? ?Qu¨¦ pol¨ªtica internacional y qu¨¦ pol¨ªtica econ¨®mica se desarrollar¨ªa? ?Son conscientes los que propugnan esas f¨®rmulas de que ser¨ªamos excluidos del mundo europeo y de la OTAN? ?Son conscientes de que volver¨ªamos a un aislamiento insoportable para nuestro pueblo? ?Son conscientes de que la sangre y la violencia, felizmente excluidas de nuestro panorama de convivencia, volver¨ªan a resurgir? ?Son conscientes, por fin, de que esa "salida" no durar¨¢ mucho tiempo?
Creo que estas observaciones generales nos deben hacer reflexionar a todos. La conclusi¨®n que yo saco es que hay que aislar a los profetas de cat¨¢strofes irrecuperables, a los que predican la muerte y la destrucci¨®n y buscar caminos de di¨¢logo, aceptando las reglas del juego y la mano tendida de los dem¨®cratas.
Tienen que hacer un esfuerzo para entender el mundo moderno en las sociedades avanzadas, para comprender la democracia y la libertad, participar en ella y usar de sus ¨¢mbitos de autonom¨ªa y de autogobierno para fortalecer una Espa?a pr¨®spera, progresiva y en paz.
Creo que el problema suscitado con la Prensa, en todos aquellos firmantes de buena voluntad del escrito que es antecedente inmediato de este art¨ªculo, est¨¢ situado en este enfoque. La libertad de expresi¨®n y de Prensa es una columna esencial de, la democracia. Ante la libertad de Prensa, la actitud que han adoptado los Firmantes del escrito no es, a mi juicio, la adecuada. La creencia de que la Prensa tiene como objetivo atacar malintencionadamente a las Fuerzas Armadas es tan err¨®nea como que la clase pol¨ªtica, los partidos, las Cortes Generales o la Universidad tomasen esa actitud patol¨®gicamente defensiva cuando se les critica. Y creo que no es excesivo afirmar que a cualquiera de esas instituciones, o a personas de Ja Prensa les dedica m¨¢s atenci¨®n que a las Fuerzas Armadas o a sus miembros. Me parece que ese talante obedece a una susceptibilidad patol¨®gica que no entiende bien la libertad de expresi¨®n y sus servidumbres para todos, porque es un bien democr¨¢tico del que no podemos prescindir.
La ra¨ªz de la libertad de expresi¨®n est¨¢ precisamente en defender m¨¢s el derecho que tiene la Prensa y los restantes medios de comunicaci¨®n a criticarnos y a decir aquello con lo que estamos en m¨¢s desacuerdo. Defender la libertad de expresi¨®n en lo que ¨¦sta coincida con nuestra propia opini¨®n tiene poco o ning¨²n valor. Incluso, a veces, esas cr¨ªticas pueden parecernos injustas y tenemos el derecho a contestarlas, a rectificar o a replicar, pero nunca a hacer una descalificaci¨®n general del derecho. Se puede incluso dejar de comprar un peri¨®dico o desconectar una emisora de radio o de televisi¨®n como protesta, pero nada m¨¢s. Ciertamente que puede haber excesos, y entonces estamos en el ¨¢mbito del delito, cuyo enjuiciamiento corresponde a los Tribunales de Justicia. Tenemos que respetar las competencias para juzgar que s¨®lo a ellos corresponde y no erigirnos en juzgadores espont¨¢neos, porque ninguna sociedad puede funcionar si alguien tiene la pretensi¨®n del monopolio de la verdad o de que todo el mundo gire en torno a la instituci¨®n de la que uno forma parte. Tambi¨¦n a veces la Prensa o los restantes medios de comunicaci¨®n social pueden caer en esa tentaci¨®n, cuando asumen ellos solos la interpretaci¨®n de lo que es la libertad de expresi¨®n. Una sociedad moderna es compleja y plural y cada pieza en ella tiene una competencia que hay que aceptar, aunque se puede tambi¨¦n criticar si se cree que, en casos concretos, no se ha ejercido correctamente, lo que adem¨¢s es posible porque nadie es infalible. Pero en ese contexto los ¨²nicos que pueden juzgar sobre los excesos de la libertad de expresi¨®n son los tribunales.
Finalmente, quisiera referirme al complejo de persecuci¨®n, a lo que yo llamar¨ªa el monopolio de la lealtad y del honor.
Da la impresi¨®n de que el escrito de referencia, que es reflejo ciertamente de una opini¨®n de algunos sectores de las Fuerzas Armadas, se sit¨²a desde una mentalidad de incomprensi¨®n y de persecuci¨®n respecto a ellos.
-Creo que es injusta esa apreciaci¨®n y que la mayor¨ªa de los restantes ciudadanos quieren fundirse, con normalidad, con los hombres de las Fuerzas Armadas, ciudadanos espa?oles como los dem¨¢s, que no pueden ser discriminados ni tampoco discriminar a otros.
Se puede sentir la sensaci¨®n tambi¨¦n de que ese gueto que se desprende de esas actitudes parte de la convicci¨®n que tienen sus integrantes de que han asumido la dura carga de ser los depositarios ¨²nicos de la lealtad y del honor, cuando, a mi juicio, esas virtudes las pretenden realizar tambi¨¦n otros muchos hombres y mujeres de nuestro pa¨ªs que quieren la grandeza y el progreso de Espa?a. Ni nadie puede discutir que ellos sientan hondamente esos valores, ni tampoco ellos pueden pretender ser excluyentes en su defensa.
?Ser¨¢ posible superar esas incomprensiones y esas incomunicaciones? Pienso que lo que ha motivado este comentario no va a ser la ¨²ltima, pero todos tenemos que esforzarnos en hablar, en encontrarnos para superarlas. De coraz¨®n los dem¨®cratas debemos ofrecer nuestra buena voluntad para ello, con la convicci¨®n del valor eminente de la democracia y de la libertad, de la que la de expresi¨®n es pieza esencial. ?Con la mano tendida!
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